Real Madrid
Zidane amplía la baraja
Con sus decisiones en París confirmó su crecimiento como entrenador. Le acusaban de ser sólo un buen gestor de grupo, pero arriesgó, tuvo personalidad y superó a Emery en la pizarra.
Con sus decisiones en París confirmó su crecimiento como entrenador. Le acusaban de ser sólo un buen gestor de grupo, pero arriesgó, tuvo personalidad y superó a Emery en la pizarra.
Si hubo un ganador en el Parque de los Príncipes fue Zidane. El técnico borró de un plumazo muchos de los tópicos con los que ha cargado desde que se puso al frente del Real Madrid. Su fama de simple alineador y gestor de grupos, sin influencia en la pizarra y con poca cintura para las modificaciones tácticas en momentos difíciles, se quedó en París, como los sueños del PSG de llegar a los cuartos de final. Bale ha comenzado los dos partidos más importantes de la temporada en el banquillo y Kroos y Modric, futbolistas imprescindibles, no jugaron desde el inicio el martes porque no estaban físicamente al ciento por ciento. Decisiones arriesgadas de un entrenador al que se le ha acusado justamente de eso, de no arriesgar y de estar en inferioridad cuando enfrente hay un colega de perfil táctico.
Precisamente ante Unai Emery, al que el jeque reclutó por su gusto por el laboratorio, Zizou no sólo se reivindicó sino que ascendió varios escalones en su carrera como técnico. Puso sobre el césped a los que mejor estaban derribando muros que parecían inamovibles no hace mucho. El mito de que la BBC jugaba por decreto ya es historia, porque si hay futbolistas que ofrecen más que Bale ahora mismo, son titulares aunque se apelliden Vázquez o Asensio. El abrazo más largo que dio Zizou en el vestuario después del pase a cuartos fue a Lucas, una de las debilidades del francés y que respondió a su confianza con un partido perfecto. Se vació en defensa y tuvo oxígeno de sobra para ser protagonista en ataque. En el primer gol se ofreció para el pase de Asensio, levantó la cabeza y dejó la pelota en el tejado de Areola para que Cristiano la descolgara hasta la red.
Asensio también tuvo la titularidad que merecía, aunque eso supusiera ponerle el chándal a la magia de Isco. Y Kovacic, con 23 años y mucho que madurar como pivote defensivo, también arrancó el choque en el lugar de dos cracks consolidados, pero sin ritmo y con riesgo de recaída. Un mal resultado con Kroos, Modric, Isco y Bale en el banquillo hubiera llevado a muchos a pedir que Zizou se quedara ya directamente en Francia, pero la superioridad del Madrid en un partido que discurrió según el guión que su entrenador había ideado, se convirtió en un examen aprobado con nota.
Después de los cinco títulos del curso pasado, Zidane ha conocido estos últimos meses el lado más oscuro del cargo que ocupa. «Desgasta más que en cualquier otro equipo», reconocía no hace mucho, mientras intentaba resaltar las cosas buenas de su equipo en mitad de la tormenta de críticas. Se habló de Pochettino y de Löw como posibles sustitutos, nombres que ayer se repetían en la prensa gala como sucesores de Emery. ZZ ha sobrevivido esta temporada a varias apocalipsis, desde la clara derrota en el clásico ante el Barcelona a la sorprendente eliminación en Copa ante el Leganés.
Desconexión después de ganar tanto, falta de intensidad, desgaste físico... Todas podían ser la causa de los malos resultados, pero el entrenador del Madrid decidió que la solución era seguir del lado de sus futbolistas y mirar hacia adelante. «Somos una piña», repetía una y otra vez, como eslogan para la recuperación. En París, todavía sin pasar por la ducha, Ramos apuntó al «perfecto planteamiento del míster» como razón principal de la exhibición de superioridad, un testimonio que conectaba directamente con la dedicatoria de Marcelo al técnico tras marcar en la ida. Modric, otra voz de las más autorizadas, había dicho que era una locura dudar de Zidane, que dicen, se había planteado dejar el cargo en verano. Después de la lección, su proyecto se ha reforzado, incluso si no llega ya la «Decimotercera».
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