Supercopa
Barcelona-Betis. Ter Stegen decide en los penaltis (2-2)
Los azulgrana se adelantaron dos veces con goles de Lewandowski y de Ansu Fati, pero Fekir y Loren igualaron para el los béticos y forzaron la tanda decisiva. El torneo se decidirá en un clásico
Lo que no supo cerrar el Barcelona durante el partido contra el Betis lo tuvo que cerrar Ter Stegen en la tanda de penaltis. El portero detuvo los lanzamientos de William Carvalho y Juanmi (marcaron Willian José y Loren) mientras que en los azulgrana hubo pleno: goles de Lewandowski, Kessie, Ansu Fati y Pedri para que el próximo domingo haya un Clásico en la final. La primera vez que los dos grandes del fútbol español se enfrentan en el partido por el título desde el cambio de formato de la Supercopa. El Betis estuvo cerca tras reponerse de un mal arranque y el Barcelona volvió a demostrar que le cuesta cerrar los partidos y sufre mucho tras el 1-0. Así ha sido en todos los encuentros desde que el fútbol regresó del Mundial. Pero Ter Stegen lo arregló esta vez.
No estaba Lewandowski nada fino e incluso en esa versión «empanada» logró marcar en la primera parte. Era como si hubiera notado el parón de no haber podido jugar en Liga por sanción (tampoco estuvo en Copa) o como si el frío se le hubiera metido en el cuerpo y no le abandonara. Porque saltó al césped frotándose las manos y echándoles el aliento para entrar en calor, pero en cuanto se puso el balón en juego no daba una. Tuvo un par de remates en los que la pelota que se le quedó detrás y en una intentó dar un taconazo y le salió rana. El intento de cabezazo fue contra el aire y en otro remate con la pierna llegando desde atrás, agua. Eran unos buenos primeros 20 minutos de los azulgrana ante un Betis que no lograba encadenar tres o cuatro pases.
Pellegrini apostó por un equipo con muchos jugadores que tienen una relación extraordinaria con la pelota, pero les faltaba la pelota para poder expresarla. Canales era mediocentro en lugar de Carvalho, pero le costaba; Fekir no entraba en juego... El balón era de Pedri y lo administraba con criterio. También el canario llegó al gol, pero se anularon por fuera de juego previo de Raphinha por una uña. A quien más le tenía que llegar el esférico era a Dembélé, que estaba inspirado y le hacía pasar un mal rato a Ruibal cada vez que le encaraba. Por ahí llegó el tanto del Barcelona en una acción que comenzó Pedri con inteligencia, sin precipitarse, sin dar el pase fácil y esperando al desmarque del francés, que con espacios hizo lo que quiso para asistir a Lewandowski. El polaco tampoco lo hizo bien en la acción del gol, pero a la segunda mandó la pelota a la red con tranquilidad.
El tanto llegó cuando el partido ya era otro. Si en los primeros 25 minutos sólo había un equipo sobre el césped, a partir de ahí empezó a haber dos. Una mala dejada de Koundé fue el comienzo de todo. Entre Ter Stegen y un rapidísimo Araujo evitaron que Fekir hiciera más daño, pero el Betis empezó a estirarse y Luiz Henrique a hacer sufrir a Jordi Alba. Los peloteros ya tenían la pelota y Ter Stegen mostró ya por qué el Barcelona ha encajado tan pocos goles esta temporada. El funcionamiento defensivo colectivo no siempre es estable, pero el guardameta evita mucho de lo que le llega, como el tiro de Luiz Henrique o el cabezazo de Pezzella tras el saque de un córner. En este tipo de acciones era un drama el conjunto azulgrana: cada centro lateral, cada saque de esquina se convertía en una posibilidad de rematar y en peligro de verdad. No notó ahí el Barça tener a la pareja estrella de centrales, Koundé y Araujo.
El Betis se fue al descanso con la sensación de que había sido superado, sí, pero que también tuvo la posibilidad de llegar empatado a la segunda parte. Pese a esos buenos minutos finales, Pellegrini no tardó en hacer movimientos para recolocar a su equipo. Entró Carvalho, un jugador más físico, en lugar de Canales.
El cambio de tendencia se confirmó. Si la primera parte fue de Dembélé, Fekir fue el dueño de la segunda, con Luiz Henrique como escudero. Definitivamente la pelota cambió de dueño. El Barcelona se olvidó de atacar y Lewandowski hasta se enfadaba con cada acción equivocada. Volvió a marcar, pero el tanto fue anulado por fuera de juego. Fekir se convirtió en una pesadilla para un conjunto azulgrana que empezaba a sufrir. Fue profundo el Betis por las bandas, con las llegadas de Miranda por la izquierda y la zancada impecable de Luiz Henrique por la derecha. El brasileño amagó y amagó en una acción en la frontal del área y cuando la pelota llegó a Carvalho pensó en tirar, vio que Fekir estaba solo y le dio un pase que se quedó corto, pero el francés se sacó un recurso rematando después de dar un saltito por la llegada de Araujo. Tocó la pelota con poca parte de la bota, pero lo justo para hacer lo que quería. Era como un golpe liftado de Nadal. Con Carvalho en el centro del campo fue un equipo más sólido el del Pellegrini.
En cambio, las sustituciones de Xavi parecieron empeorar a los suyos. Se fue Dembélé y se acabó el desborde, y después Raphinha. Busquets pudo disputar su partido 700 con el Barça, pero salió cuando su equipo peor estaba. Cada control de Fekir, cada vez que se giraba, siempre con la pelota pegada a la bota como si tuviera velcro, hacía temblar a los azulgrana, que de nuevo volvieron a demostrar que les falta consistencia y después de un gran arranque se difuminaron.
Pero a Fekir no le dio la energía para más y en la prórroga se quedó en el banquillo. Eso envalentonó al Barcelona, que encontró un golazo de Ansu Fati, el mejor de los recambios de Xavi. Enganchó una pelota con la izquierda que venía del cielo. Tuvo que colocar el cuerpo de forma perfecta. Un tanto de mucha dificultad, como el posterior de Loren de tacón, asistido por Luiz Henrique, pese a que estaba tieso. No perdió la fe el Betis en ningún momento hasta que terminó chocando con Ter Stegen.
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