Después de hacer el mejor partido de la temporada en Champions frente al Brujas, con la injusticia de no haber conseguido el resultado merecido, el Atlético visitaba San Mamés con la duda de su capacidad para dar continuidad al buen juego y el conflicto Joao Félix planeando en el ambiente. En un partido clásico, intenso y muy disputado, los visitantes se llevaron la victoria gracias a un gol de Griezmann, tras una gran jugada de Morata, en el único tiro entre los tres palos de todo el partido. Así es el fútbol.

El pasado miércoles no entró ninguna de las veinte ocasiones generadas ante los belgas y en Bilbao, con solo una, tres puntos a la buchaca rojiblanca. El partido tuvo de todo, pero dejó la imagen del Atlético más “simeonizado” de las últimas temporadas. Con el 4-4-2 que tantos éxitos le dio en su día, una defensa sólida que por momentos recordó a la de antaño, un Reinildo infranqueable, Antoine poniendo la calidad y un Kondogbia absolutamente descomunal, los de Valverde no fueron capaces de retener un punto en su estadio, viendo como su rival minimizaba todas sus virtudes.

Los del Cholo Simeone jugaron muy juntos, con muchas ayudas defensivas y saliendo a la contra, pero a diferencia de otros partidos, lo hicieron con mucho criterio y sin rifar el balón como suelen hacerlo habitualmente. La defensa era un muro, Kondogbia recuperaba todos los balones que pasaban por el centro del campo y se los daba a Lemar y Griezmann, que se encargaban de generar el juego. Cuando el Athletic Club conseguía superar todas las barreras, se encontraba con Oblak primero y con Gbric después. En este suplente, hay portero. Parece que este es el camino que puede llevar a los rojiblancos a enderezar el rumbo, pareciéndose a aquella manera de jugar que llevó al éxito a Simeone, con aquel sistema y sin tanto cambio de jugadores fuera de su posición. El enigma aún pendiente de resolver es si Joao Félix tiene sitio en este Atlético de Simeone.