Opinión
Cuidadín que este Barça no es el del año pasado
Xavi Hernández ha mamado de los mejores y es más listo que los ratones coloraos
La Liga de CorrupTebas está tan devaluada que ya sólo tienen interés de verdad los Clásicos. No es como antaño que los partidos del Atlético de Madrid, el Sevilla, el Villarreal e incluso los del Valencia suscitaban un enorme seguimiento tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Estamos hablando de un equipo que ha sido dos veces finalista de Champions en los últimos ocho años, los colchoneros; de otro que ha levantado en seis ocasiones la Europa League o la UEFA desde 2006 amén de una Supercopa Europea, los hispalenses; de otro que ha hecho doblete como semifinalista de la Copa de Europa (2006 y 2022), el de Fernando Roig; y de un cuarto, los de Mestalla, que en los albores de este siglo tocaron la gloria como finalistas del máximo torneo continental frente al Real Madrid y el Bayern de Múnich. Ni siquiera los otrora espectaculares derbis tienen algo que ver con los de hace tan sólo un lustro.
Y, para colmo, los derechos audiovisuales están congelados, o mejor dicho, han descendido si descontamos la inflación y la producción, entre otras razones porque aquel torneo de la regularidad que dejaba alucinado al resto del planeta tierra es ya sólo un bonito recuerdo. Cristiano Ronaldo, Messi, Guardiola y Mourinho emigraron en busca de más dinero excepción hecha del argentino al que pusieron de patitas en la calle porque por muy bueno que sea, que lo es, ningún futbolista puede costar anualmente la quinta parte del presupuesto de un club.
A CorrupTebas hay que darle irónicamente las gracias porque así como él y su cuate Jaume Roures son cada vez más ricos, el campeonato español por excelencia aumenta en indigencia año a año. De entre los teóricamente grandes, sólo el Real Madrid tiene una solvencia triple A, cosa de la que no pueden presumir ni un Barça que lleva tres años en causa de disolución ni ese Atlético de Madrid que es últimamente una máquina de perder dinero, entre otras cosas, por salarios tan bestias como el de Diego Pablo Simeone, cuyos 21 millones netos lo convierten en el míster mejor pagado del planeta. Mientras CorrupTebas esté en el poder, la Liga, su cortijo privado, continuará siendo una mediocridad.
El único que puede arreglar esta crisis de modelo de competición es su odiado Florentino Pérez, que más pronto que tarde, tal que dos años, nos traerá a esa bestia vikinga que es Erling Haaland y quizá a Kylian Mbappé. Ojo a 2024. El problema es que, así como en la edad de oro de la Liga, los dos mejores peloteros del mundo jugaban en diferentes equipos, ahora se juntarán en Chamartín si se produce el milagro de que el francés acabe fugándose de la jaula de oro que es el PSG. Sea como sea, la expectación mundial que genera el partido del domingo sigue siendo estratosférica. La gran duda en estos momentos es si sobre el césped contemplaremos al Barça que dio un baño al Madrid en primavera (0-4) o el que hace aguas en Champions.
He insistido hasta la saciedad en que Xavi Hernández no es la caricatura de entrenador que nos vende cierta prensa madrileña. El match de marzo permitió colegir que el madridismo haría mal en despreciar al de Tarrasa. Ponerte el chándal de responsable del primer equipo culé es en la actual coyuntura lo mismo que sentarte en una silla eléctrica deportiva. Tienes un 80 por ciento de posibilidades de salir chamuscado, básicamente, porque no puedes fichar a quien quieres y te tienes que conformar con viejos retales que en otra época fueron vestidos de lujo. Pero Xavi es Xavi: ha mamado de los mejores y es listo como los ratones colorados.
La lección táctica que le pegó a Ancelotti hace siete meses fue histórica transformando la regla de una temporada aciaga en la excepción. Claro que buena parte de la culpa la tuvo el italiano, que optó por meter de falso delantero a Modric cambiando su habitual 4-3-3 por un infinitamente más arriesgado 4-2-4. Xavi tendrá el domingo un escenario más complicado: la baja de sus centrales titulares, Koundé y el superlativo Araújo, además de la de Christensen, representan un agujero difícil de rellenar. Claramente, Piqué y Eric García no dan la talla. Si a ello le añadimos la de Bellerín, el panorama no se presenta lo que se dice halagüeño para los blaugrana. Pero, insisto, cuidadín.
Me da que este Fútbol Club Barcelona irá a más. Todas las líneas dan miedo: la portería, con un Ter Stegen que ha recuperado su mejor nivel, el centro del campo con Gavi, Busquets y ese Iniestita o Maradonita canario que es Pedri y no digamos ya la delantera con Dembélé, Lewandowski y Raphinha. Si bien es cierto que este Madrid resulta intratable, salvo que no llegue a tiempo Courtois, no lo es menos que su antagonista ya no es una perita en dulce. Que nadie se equivoque.
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