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Opinión

La Superliga será sí o sí

Florentino Pérez llegó a la Asamblea, vio y venció. Estamos ante un mito, no un presidente al uso. Lo dicen los resultados deportivos y también los números

Florentino Pérez, con Amancio Amaro, nuevo presidente de Honor del Real Madrid REAL MADRIDREAL MADRID

La Asamblea del Real Madrid cuenta siempre con tanto seguimiento como un debate entre Sánchez y su más que probable sucesor, Feijóo. Pero entre que estamos ante el vigente campeón de Europa y de la Liga, que va a disponer en breve del mejor estadio sin discusión y que el morbo de la necesaria Superliga está más vivo que nunca, la de ayer fue seguramente la más seguida de la historia contemporánea excepción hecha de aquélla que costó el puesto a Ramón Calderón por robarla, tal y como desvelamos en el Marca que yo dirigía.

Florentino llegó, vio y venció. No es para menos: cuando la bolita entra todos los días son de oro y rosas. Y, a más a más, cabe recordar que estamos ya más ante un mito que ante un presidente al uso. Sus seis copas de Europa le igualan a Santiago Bernabéu, con la ventaja de que tiene 75 años, buena salud y, en consecuencia, un par de lustros o tres por delante. Empleando el ejemplo de los muy mentados ayer Federer y Nadal, Don Santiago sería el suizo, que ha sido muy grande, pero ya no puede anotarse más Grand Slams por razones obvias, y Florentino, el mallorquín, porque dispone de un horizonte temporal más que apreciable. En Champions están empatados, pero todo indica que el discípulo acabará superando a su ídolo y en títulos en general tengo la impresión de que sucederá tres cuartos de lo mismo. El de Almansa le saca aún una ventaja de dos, lo cual hace prever que en un par de años como máximo Florentino le mirará por el espejo retrovisor. Los datos hablan por sí solos: la entidad merengue cerró el ejercicio 2021-2022 con unos beneficios de 13 millones y 425 millones en caja en una coyuntura marcada por la inflación, los efectos de la pandemia que han provocado que ningún equipo haya recuperado los ingresos previos y las deudas impagables. Una salvajada de cifras, máxime teniendo en cuenta que hay una obra de 1.000 millones en construcción. Cierto es que el Barça ha declarado 98 kilos de beneficio, tanto como que las palancas obran auténticos milagros contables. El Atlético no ha hecho públicos sus resultados pero los analistas estiman que declarará unas pérdidas de unos 40 millones.

Con todo, lo más llamativo fue el nuevo impulso dado por el presidente de la Casa Blanca a una Superliga que todos daban por muerta. Los antimadridistas y antiflorentinistas en general y los esbirros a sueldo de Javier Tebas en particular olvidan que lo más probable es que en marzo se tengan que comer sus palabras con patatas cuando falle el inapelable Tribunal de Justicia de la Unión Europea. No veo yo a la última instancia jurisdiccional del continente yendo contra la libre competencia, protegiendo un monopolio, el de la UEFA, que es la antítesis de los principios fundacionales de la UE. Eso marcará un antes y un después de más impacto aún que el caso Bosman. No se le pueden poner puertas al campo

La Champions es un desastre económico y organizativo. Los que estuvimos en París sabemos de qué hablamos porque salimos vivos de milagro entre tanto quinqui. Y algo debe fallar financieramente cuando la Liga de Fútbol Americano, la NFL, factura por derechos audiovisuales más que la Champions, la Europa League, la Premier, la Ligue 1, la Liga, la Serie A y la Bundesliga juntas. Con esto está todo dicho. El número 1 del mejor club de la historia no pudo ilustrar más gráficamente la obsolescencia del actual sistema cuando recordó que Real Madrid y Liverpool, el número 1 en Champions y el tercero, sólo se han enfrentado nueve veces en 67 años.

El as que se ha sacado de la manga el presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, llevará la Champions en 2024 a una esclerosis de la que tal vez no se recupere nunca. En lugar de disputar seis encuentros en la primera fase, los mejores de Europa jugarán 10 con lo atestado que está el calendario. Los ocho primeros pasarán a octavos y los 16 siguientes se enfrentarán en una eliminatoria para decidir los otros ocho. Un puñetero lío como observarán. En la vida, cuando tienes delante un enemigo invencible, lo más sensato que puedes hacer es unirte a él. La Superliga saldrá adelante sí o sí. Porque la legalidad europea prohíbe los monopolios, porque el modelo actual está agotado, porque o se produce un timonazo o el fútbol acabará como el ciclismo y porque las nuevas generaciones necesitan más alicientes para dejar los videojuegos y otros inventos que están matando el deporte rey. La Superliga no es un capricho, es una necesidad. Pues eso: renovarse o morir.