Clásico
Los 142 segundos de locura de Lewandowski en el Santiago Bernabéu
El delantero polaco dinamita el Clásico con dos goles seguidos, uno con el pie y otro con la cabeza. Después, perdonó otros dos claros
Lewandowski le quitó la vida al Real Madrid y, en parte, también le dio una vida extra que no logró aprovechar. Porque después de sus dos goles perdonó otros dos clarísimos que hubieran podido poner el Clásico patas arribas del todo y repetir lo que ya consiguió con el Borussia Dortmund: marcar cuatro al conjunto blanco. Él se quedó en dos, pero el Barça sí llegó al póquer. El delantero polaco, primero se encontró con el poste tras el pase de Raphinha, y después la tiró alta en una acción calcada de Lamine Yamal. Estaba el Madrid ya despistado, buscando reducir distancias, pero desprotegiéndose. Antes, sí encontró la red de manera precisa, por arriba y por abajo. Primero, con el pie, tras una asistencia de Marc Casadó, que se doctoró en el Santiago Bernabéu. Está con tanta confianza el «9» azulgrana que ni siquiera se acercó, chutó colocado al poste desde fuera del área. Y después en un cabezazo imperial tras el centro de Balde. Apenas transcurrieron 142 segundos entre uno y otro, desde el 53:13 hasta el 55:35.
El Lewandowski que todo el mundo recordaba se está viendo esta temporada con Flick, y en lo que más se nota no es en lo que hace en el área, es en lo que hace fuera de ella. Porque goles siempre ha marcado, pero en algunos tramos de sus dos temporadas anteriores en el Camp Nou era demasiado espeso fuera de la zona más importante. Necesitaba un toque, dos, tres para controlar, como si la pelota tuviera vida. No daba continuidad a las acciones. Ahora es un pivote eficaz que juega de espaldas para que sus compañeros vayan de cara con espacios. Así se creo el tercer gol del Barcelona ante el Real Madrid, en una pelea del polaco con Rudiger. Saltaron los dos, sacó de sitio al central y en ese hueco se metió Raphinha para que Lamine Yamal celebrara su primer gol en el Bernabéu en una noche en la que no le estaba saliendo las cosas demasiado bien. Enseñó sus nuevos brackets con los colores azul y grana. La goleada la completó el propio Raphinha. Ya estaban ahí, la Santísima Trinidad de este Barcelona, aunque logró una victoria en realidad coral.
Lo de Lewandowski tiene que ser un trabajo preciso, de tocar pocos balones y que unos vayan para adentro y otros permitan que la acción continúe. Con sólo siete balones acertados en todo el encuentro (seis fallados), fue decisivo. Poco contacto con la pelota, pero determinante. No pudo probar a Lunin en una primera parte contenida de los suyos en la que básicamente lo que hizo es pelearse con los centrales en los balones largos, pues a su equipo le costaba salir con la pelota jugada. Alguna vez terminó revolcándose por el suelo. Se guardó la dinamita para después del descanso, para sentenciar el Clásico y llegar a los 14 goles en Liga este curso, para los que ha necesitado 24 remates a puerta. En el Clásico fueron cuatro tiros: los dos que marcó y los dos que perdonó.
Justo después de las dianas tuvo que emplear su cabeza para labores defensivas, y se le vio incluso en el área de Iñaki Peña despejando varios balones en córners y jugadas a balón parado.
Dos fantasmas espantados
El Barcelona ha espantado dos fantasmas la misma semana, en la que ha superado a su pesadilla europea, el Bayern Múnich, y su gran rival doméstico, el Real Madrid. Le ha marcado cuatro goles a cada uno. «La cantidad de goles que estamos marcando es una bestialidad», analizó Iñaki Peña.
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