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Fútbol

Festín del Real Madrid: toma el Camp Nou y al Barcelona (0-4)

El Real Madrid da un golpe de mano y llega a la final de la Copa del Rey tras golear al Barcelona en el Camp Nou

FC Barcelona - Real Madrid Siu WuEFE

Paró Courtois, un paradón, el remate más peligroso del Barcelona cuando acababa la primera parte. Paró y cuando se levantó del suelo, vio correr a Vinicius, Benzema y Rodyrgo, la caballería, volando, con el colmillo afilado, los revólveres desenfundados y los pocos defensas del Barcelona tapando sin éxito todas las fugas de agua. No pasaría ni un minuto desde la parada de Courtois al remate con el exterior, no fuerte, pero sí muy pillo de Vinicius, para pillar a contrapié a Ter Stegen, empatar la eliminatoria y algo más, mucho más: abrir la puerta al Real Madrid, sentirse, por primera vez en 2023, superior al Barcelona. Lo certificó después, nada más comenzar la segunda mitad, cuando pasó por encima del equipo de Xavi y por muy poco no consiguió una goleada de esas que marcan la raya en la memoria, que se convierten en victorias en el campo y también en la memoria.

Le faltó un pelo, un remate al que no llegó Rodrygo, una mano que le saco Ter Stegen a Asensio. Se quedó en cuatro goles el Real Madrid, que ahora tiene la copa a mano, en la final contra Osasuna y se ha quitado un peso de encima que hundía su autoestima. Necesitaba una victoria en este 2023 contra el Barcelona, una victoria así de contundente y con el equipo titular que sacó Ancelotti. Porque anunciaba cosas distintas y se plantó en el Camp Nou con Modric y Kroos en el centro del campo, la pareja mítica, pero que tan en sospecha esta durante este curso. Con Camavinga, y no Nacho, en la banda izquierda (y qué partido se marcó el lateral-mediocentro-y lo que quiera el francés) y arriba, la medio novedad: Rodrygo. Es decir, un equipo levemente más ofensivo, pero nada de un cambio radical ni en nombres ni en dibujo del equipo.

Le salió bien, mejor que nunca, el Madrid se dio un festín y eso que la primera parte no anunciaba eso. Fue un partido competido, donde el Barcelona de Xavi puso intensidad. La ponía sobre todo Gavi, que hace milagros: en una jugada hizo dos faltas y consiguió que se llevaran amarilla él y Vinicius.

Porque Vini no se raja cuando hay guerras. Respondió a Gavi, el único madridista que lo hizo durante todo el partido y se llevó una amarilla, pero también el azulgrana, lo que no suele ser habitual y que para verla tuvo que ser con otra para un rival. Pero la amarilla cambió la actitud de Gavi. Se tuvo que limitar en su forma de jugar (intensidad, llaman, a eso) y el equipo de Xavi perdió fuelle. El Barcelona llegó al descanso con 11 faltas, el Real Madrid con dos. Quizá es que el estilo del entrenador azulgrana es un relato vacío y si el Barcelona va a ganar LaLiga es por intensidad y no por otra cosa.

Porque en ataque no tuvo mucho, casi nada el equipo azulgrana. Rapinha fogueó al principio y después del segundo gol del Madrid, No empezó mal el equipo azulgrana, más asentado en el campo, como dominando la situación, ya que dominaba el resultado. El Madrid parecía más perdido, quizá es que estaba esperando y quizá es que cada vez que salía, un futbolista se iba al suelo. Fue mejorando el equipo de Ancelotti, con posesiones largas, aunque sin llegadas, algo parecido a lo que había pasado en la ida, hace un mes en el Santiago Bernabéu. Era un partido igualado.

La parada que cambió el Barcelona-Real Madrid

Pero paró Courtois, voló la delantera del Real Madrid cuando la primera parte llegaba al final y no dejó de volar ya durante todo el partido.

Sin cambios, los de Ancelotti salieron en la segunda mitad con otra actitud, yendo más arriba y el Barcelona se quedó sin argumentos. Presionado y con la intensidad mermada, fue un equipo vulgar, sometido a la ley de Vinicius y Benzema. El francés marcó el segundo en un arranque de Modric y después marcaría el cuarto.

El tercero fue un penalti que Kessié hizo a Vinicius, un penalti que ni siquiera tuvo que revisar el VAR porque fue un pisotón clarísimo y por el que, sin embargo, el Camp Nou volvió a cantar eso de «así, así gana el Madrid», como habían hecho en el partido de LaLiga, en la temporada en la que han salido a la luz los pagos a Negreira.

El dominio del Madrid era tal y la caída del Barcelona tan estrepitosa que la emoción residía en ver si el equipo de Ancelotti metía la famosa manita, los cinco goles. Para evitarlo, el Camp Nou ensució el partido, con lanzamiento de objetos que obligaron al árbitro a parar dos veces el partido y con los jugadores azulgrana buscando a Vinicius, para provocarle y calentarle, porque temían que volviese a hacer una jugada de las suyas, bastante daño les había hecho ya. Empezó el curso perdiendo las batallas con Araújo. En el Camp Nou le hizo un recorte que cuando el uruguayo quiso darse cuenta, ya tenía al brasileño a kilómetros.

Ancelotti bajó el pistón, hizo cambios y si llegaba otro tanto, bien, pero si no, tampoco pasaba nada. El italiano había vuelto a vencer. Hay que apuntarse una frase, que olvidaremos mañana: Carlo siempre tiene razón.