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Entrenamiento y "coaching"

Fabri Orlandi: «Aún hace falta un espacio LGTBIQ+ seguro en el deporte»

El acoso que sufrió de pequeño por su físico y su orientación sexual le impulsó a montar un estudio deportivo y retiros dirigidos al colectivo

Fabri Orlandi, entrenador personal LGTBIQ+. David Jar David JarPHOTOGRAPHERS

Fabri Orlandi no fue un niño deportista. Todo lo contrario. Pero no por decisión propia, sino por el rechazo que sufría por su sobrepeso y orientación sexual. Ser un niño «gordito» y gay era el caldo de cultivo perfecto para sufrir «bullying» en un mundo cargado de testosterona donde al diferente se le machacaba. Aún recuerda cómo las clases de educación física eran para él una absoluta «tortura». Pero con el paso de los años hizo de la necesidad virtud y decidió dar un paso adelante. Vencer sus miedos y aprovechar su propia historia para ayudar a otras personas en su misma situación. El deporte fue su tabla de salvación y las redes sociales el modo de exportar al mundo su manera de entender la actividad física y el potencial sanador que tiene. Se instaló en Madrid desde su Roma natal para montar su propio estudio de entrenamiento dirigido al colectivo LGTBIQ+ de todas las edades y forma física.

Más tarde dio forma a una serie de retiros con su propio sello («Orlander») en los que se combina el ejercicio con sesiones de «coaching» motivacional en los que participan también formadores como psicólogos o sexólogos. «Es necesario abordar el deporte desde un punto de vista más psicológico que físico. La esencia de mi trabajo radica en la creencia de que el bienestar es un concepto integral, donde el cuerpo y la mente trabajan en consonancia. En el colectivo LGTBIQ+, esta armonía es especialmente crucial, dado que se enfrentan a desafíos únicos en su vida cotidiana. Todavía es necesario un espacio LGTBIQ+ seguro en el deporte»», explica a este diario.

Fabri Orlandi, entrenador personal LGTBIQ+. David JarDavid JarFotógrafos

Así, este entrenador personal que suma más de 77.000 seguidores en Instagram insiste en que su enfoque va más allá de generar «un espacio donde el deporte sirva para mejorar la condición física, sino que de igual modo debe suponer una vía para fortalecer la autoestima y la resiliencia emocional». Por otro lado, a través del «coaching» subraya que se pueden facilitar una serie de herramientas para «navegar por los desafíos emocionales y mentales, fomentando un crecimiento personal sostenido».

Cultivar el ambiente adecuado

Está claro que esta decisión de hacer un centro de entrenamiento principalmente para hombres gays ha suscitado ciertas críticas (al igual que, por ejemplo, el hecho de que haya gimnasios solo para mujeres), sin embargo, Orlandi asevera que esta decisión no es una «cuestión de preferencia, sino de necesidad». «En un mundo en el que a menudo se enfrentan a la incomprensión y el juicio, estos espacios actúan como puertos seguros. Aquí, los miembros del colectivo pueden centrarse en su salud física y emocional sin miedo a ser estigmatizados o incomprendidos. Se trata de cultivar un ambiente donde cada individuo puede ser auténticamente él mismo, lo que a su vez contribuye significativamente a su bienestar general».

Es más, consciente de la crítica, asegura que «en un mundo ideal no habría necesidad de espacios como el mío, pero en la sociedad actual todavía el colectivo se enfrenta a grandes desafíos».

A lo largo de su carrera, se ha topado con historias realmente duras y reconoce con orgullo cómo su proyecto les ha ayudado a salir adelante. «Recuerdo el caso de un hombre entrado en la cuarentena que se apuntó a uno de los retiros. Venía con un duro historial de complejos físicos derivados del acoso escolar que había sufrido desde pequeño. Venía lleno de miedos. Al principio casi ni hablaba. El deporte y las sesiones de terapia hicieron que poco a poco fuera abriéndose. Ahora, años después, ha incorporado el deporte que antes rechazaba a su vida diaria. Ha realizado una transformación física increíble y lo que es más importante, una evolución psicológica impresionante. Actualmente es una persona segura y fuerte».

Cambios profundos

Y es que, en los retiros, los participantes viven una especie de catarsis a tiempo real. Según cuenta Orlandi, «ahí sale de todo, los traumas, los miedos, los abusos a los que algunos han sido sometidos a lo largo de su vida, hay historias desgarradoras. Y lo bonito es poder ayudarles. Es curioso observar cómo llegan al retiro con ciertas dudas, pero a lo largo de los días, a través de las actividades deportivas y motivacionales va saliendo todo lo que llevan dentro».

Fabri Orlandi, entrenador personal LGTBIQ+. David JarDavid JarFotógrafos

Otro de los casos que recuerda el entrenador es el de un joven al que le costaba aceptar su identidad sexual y la lucha interna que tenía y que canalizaba a través de conductas «tóxicas». «Gracias a las actividades físicas y el apoyo del grupo experimentó un profundo cambio. Fue tan positivo su proceso que salió del retiro con una nueva sensación de aceptación y paz. Su transformación fue un poderoso recordatorio del impacto positivo que estos espacios pueden tener en la vida de las personas». Ahora, Fabri piensa ya en su siguiente retiro que tendrá lugar Benidorm: «Yo los vivo como parte de mí, no como trabajo y eso es lo más bonito de todo», concluye.