Tercera etapa
Evenepoel paga con sangre su victoria en la Vuelta a España
El belga se impone en Andorra y se viste con el maillot rojo de líder. Como si la Vuelta del año pasado no hubiera acabado
Remco Evenepoel pagó con sangre su victoria en Arinsal. Cruzó la línea de meta con los brazos en cruz y después se golpeó el pecho para festejar, pero en la bajada que llegaba después de la línea no pudo controlar la bicicleta y se estampó contra una trabajadora del Gobierno de Andorra antes de llegar a la valla que esperaba al fondo y sufrió una fractura de muñeca. Al quitarse el casco, un pequeño reguero de sangre bajaba por su cabeza. «No había espacio suficiente, pero no hay nada que lamentar, salvo una brecha», confesaba el campeón belga después. Más aparatoso que grave. Lo suficiente para que la Vuelta no pueda vivir ni un día de paz desde que comenzó.
No era la paz lo que buscaba la organización con la llegada a Andorra en la tercera etapa. Quería pelea entre los favoritos, que se habían tomado con tranquilidad la etapa del domingo con la subida a Montjuïc. No había lluvia esta vez en el final, hacía aire, pero menos frío del esperado, aunque había nieve reciente en las montañas andorranas. Buen tiempo para dar pedales y los favoritos se animaron. Aunque tuvieran «todo el día viento de cara», como confesaba Enric Mas en el final.
Llegaron todos juntos. O casi todos, porque a Egan Bernal lo pararon para que ayudara a Geraint Thomas, que se había quedado descolgado de los mejores. Se esperaron al final para atacar, que tampoco es cosas de desperdiciar fuerzas desde temprano, que quedan 18 días de carrera. En el recuerdo tenían la edición de 2017, la última participación de Alberto Contador, en la que el campeón español perdió todas sus opciones en unas circunstancias parecidas. Era la tercera etapa, con final en Andorra, y ni siquiera hizo falta un final en alto para que Alberto se dejara 2:33 en meta y dijera adiós a sus posibilidades de victoria. Le quedó el consuelo de la espectacular victoria en el Angliru.
Ninguno de los favoritos quiere conformarse con una victoria parcial, por memorable que sea y se pusieron todos a la labor de buscar una victoria que diera el primer golpe moral.
Y es como si la Vuelta de 2022 no hubiera acabado, como si fuera una continuación de la del año pasado. Todo estaba preparado para Roglic, pero nadie pudo contener a Remco Evenepoel. Su cabeza y su orgullo necesitaban esa victoria después de liderar las protestas de los corredores en las dos primeras jornadas. Y cuando saltó nadie pudo seguirlo. Es incontenible el belga, que esta vez faltó a su costumbre de atacar desde lejos para distanciar a sus rivales.
«Podemos ganar de diferentes maneras. Vi que UAE tomaba la cabeza y pensaba que Ayuso preparaba un ataque. También Jumbo lo intentó primero con Sepp [Kuss]. Intenté ver cómo jugaban los otros equipos. Es un juego táctico y estratégico, para mí es nuevo correr a la defensiva y fue bien», confesaba.
Evenepoel arrancó para que no le sorprendieran y sólo pudo seguirle Vingegaard. Roglic se quedó en un segundo plano, esperando tiempos mejores mientras el danés se quedaba a medias en su persecución. Llegó fresco Remco y con el tiempo suficiente para desplegar las alas en la meta después de su esprint. «Me da confianza saber que puedo ganar de otra forma», dice.
Y de premio, el maillot rojo. «No estaba planeado pero si tienes la oportunidad de ir a por una etapa y coger el maillot sería estúpido no hacerlo», advierte el nuevo líder de la Vuelta.
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