Opinión

La columna de Gonzalo Miró: "La derrota de Rubiales es sólo la primera batalla"

A día de hoy, de todos los hombres del ya ex presidente, únicamente Jorge Vilda ha sido destituido de su cargo

Luis Rubiales y Jorge Vilda
Luis Rubiales y Jorge VildaAgencia AP

A los 15 días del esperpéntico monólogo de Luis Rubiales, cuando todavía era presidente de la Federación, la presión mediática superó al de Motril y decidió, aunque tarde y mal, poner fin a su carrera al frente del fútbol español. Lo hizo como en él suele ser habitual, haciéndose la víctima y sin ser aún consciente de qué es lo que ha hecho mal. Tiempo tendrá de hacerlo, pero si ese momento no llega nunca, seguro que se piensa dos veces eso de dar un beso a una persona sin su consentimiento.

Este episodio, que ha dejado la imagen del fútbol español en elfango, nos debería hacer reflexionar sobre varias cosas que deberían cambiar si pretendemos ser un país moderno y de valores que representen el deporte español. Por un lado, el sistema de elección de las federaciones deportivas ha quedado en muy mal lugar, demostrándose que el clientelismo que existe para con quienes mandan evita la critica interna y permite al presidente de turno hacer lo que le dé la real gana, mientras que los que le pueden reprochar sus actitudes miran para otro lado, siempre que les llegue su paga a final de mes.

Por otro, la poca capacidad del gobierno de turno para poner limites a semejante cortijo, que no deja de ser una representación de todos los españoles en todo el mundo y, por tanto, debería permitir bastante más control. Ahora está en manos de los de siempre el cambiar las cosas o permitir que sigan como hasta ahora. A día de hoy, de todos los hombres de Rubiales, únicamente Jorge Vilda ha sido destituido como seleccionador del equipo femenino, dejando aún mucho margen para cambiar las cosas, si es que hay voluntad para ello. Es un momento perfecto para reciclarse y llevar los estamentos de nuestro fútbol a una actualización a la que se han negado hasta ahora. El dilema es si los de siempre estarán dispuestos a dejar de operar como acostumbran, sacando a nuestro deporte del mismo pozo rancio en el que ellos mismos lo han metido.