Juegos Paralímpicos
Álvaro Valera, abanderado español en los Juegos Paralímpicos de París: "Según la NASA, el tenis de mesa es uno de los deportes más difíciles"
Serán sus séptimos y últimos Juegos. Busca el oro 24 años después del que logró en Sídney 2000 y tras el mal momento, especialmente para su enfermedad, que supuso la pandemia
Álvaro Valera (Sevilla, 1982) será el abanderado español, junto con la judoca Marta Arce, en los Juegos Paralímpicos de París, que se disputan del 28 de agosto al 8 de septiembre. En Sídney 2000 fue campeón olímpico en tenis de mesa, y tiene otros cinco metales paralímpicos (tres platas y dos bronces) entre individual y equipo. Estos serán sus séptimos y últimos Juegos.
¿Cómo se entera de que iba a ser el abanderado?
Me pilla un poco desprevenido. No te lo esperas, porque en España somos un país fuerte, tenemos un montón de compañeros con muchos Juegos, con muchas medallas. Es algo que ilusiona, con lo que todos soñamos, pero no te imaginas que te puede tocar. Estaba en el gimnasio, con la pesa en la mano, y casi se me cae al pie. Me llamó el presidente y no daba crédito. Mucha emoción.
¿Qué supone?
Todo un orgullo, un honor. Es el mayor regalo que se puede tener, y en mi caso es el regalo de despedida, para cerrar mi carrera deportiva. Más allá del deporte, además, el equipo paralímpico representamos valores muy poderosos, somos ejemplo de superación y tenacidad; somos personas que transmiten mucho, y estar a la cabeza de algo tan poderoso es algo muy especial.
Serán sus séptimos Juegos, ¿se acostumbra uno?
Siempre están las mariposas que vienen llegando por el estómago, siempre hay ese cosquilleo y, claro, la emoción, al final es cada cuatro años, es la reina madre de las competiciones y es al final la experiencia más poderosa a todos los niveles. La adrenalina que se siente en la competición es algo que no tiene igual.
En los Juegos de Sídney 2000 ganó el oro siendo un adolescente...
Sí, 17 añitos tenía. De hecho, allí cumplí los 18, el mejor regalo que podía tener. Y ahora el sueño en la última es intentar repetirlo. Sería algo único, volver a lo más alto con 24 años por medio, algo muy grande por lo que vengo trabajando. Y voy con confianza de que es posible. Sé que no es fácil, sé que voy a tener que jugar muy bien, pero sé que si doy lo mejor de mí tengo posibilidades.
¿Cómo se hace para estar tantos años en la élite?
Se va viviendo año a año. Lo que te motiva es la pasión que te produce el deporte, la competición. Al final, pues te vas poniendo metas año a año, nuevos retos, nuevos alicientes. Cuando te apasiona, nunca es suficiente, siempre quieres una medalla más, una competición más. Cuesta mucho retirarse. Estamos viendo muchos ejemplos, obviamente no me comparo, porque cada uno a su nivel, pero ves a Rafa, a muchos, que quieren una más, y es difícil cuando estás en esa fase. El cuerpo no acompaña, pero intentas estirarlo porque al final es lo que te apasiona, es tu modo de vida, y siempre queremos quemar hasta el último cartucho porque lo llevamos dentro. Para mí este es el último cartucho, me ha costado mucho, de hecho. Llegar con buen nivel ya es un éxito, ya es un medalla, aunque aspiramos a más. No me quise retirar en Tokio porque fueron unos Juegos un poco triste por el covid. El componente humano, que es el más importante, estaba ausente y nos dejó un resquemor un poco amargo. Además, deportivamente tampoco salió como se esperaba. La pandemia a mí a nivel de salud me afectó mucho, por desgracia ha sido el momento más difícil de mi trayectoria. Para mi tema neuromuscular la falta de actividad, los confinamientos, agravan bastante mis atrofias. Me costó muchísimo retomar, me planteé la retirada porque pensaba que a lo mejor no iba a poder. Es verdad que no pude recuperar el cien por cien que tenía, pero bueno, el reto ha sido recuperar una gran parte, volver a ser competitivo, volver a ganar títulos, y llegar a París con opciones.
¿En qué es distinto el Álvaro de Sídney al de ahora?
Es un mundo. En aquel momento tenía algunos puntos a favor, la frescura, la juventud, el poderío físico, también mi discapacidad tiene un componente degenerativo. De hecho, soy de los pocos jugadores que ha ido cambiando de categoría a media que físicamente he ido perdiendo facultades. En ese momento estaba en una categoría bastante alta, y yo estaba pletórico, con la juventud, con la frescura, la inocencia; y en la mesa estuve súper inspirado. Tuve unos años, de los 18 a los 21, de ganarlo prácticamente todo. Ahora tengo la experiencia, la resiliencia, lo que he perdido de la frescura de la juventud y potencia física, lo he ganado en fortaleza mental, en fortaleza emocional, en recursos técnicos, en espíritu de superación, no rendirme, buscar otros recursos. Ha sido para mí muy bonito poder aplicar el espíritu paralímpico, superarme cada año. Llegar hasta la meta ha sido un viaje increíble.
"Cuando gané el oro en Sídney me dieron la enhorabuena y ya. Ahora se han igualado los premios con los olímpicos"
Y en esos años, ¿ha cambiado el deporte paralímpico?
Sí, la verdad es que es otro mundo, en aquel momento era amateur, quedé campeón olímpico y me dieron la enhorabuena, no era profesional. Y ahora, pues fíjate, esta última olimpiada por fin se han terminado de igualar del todo los premios con los olímpicos por medalla, lo que es muy bonito. Y durante todos estos años se ha profesionalizado, tenemos un plan ADO paralímpico, que nos permite dedicarnos exclusiva al deporte, somos profesionales, y podemos invertir el tiempo que exige. Todos los países han ido haciendo lo mismo y la competencia y el nivel han subido de forma espectacular. El nivel que hay hoy en todas las disciplinas es asombroso.
Usted estudió turismo y tiene una empresa...
A pesar de todo, el deporte tiene fecha de caducidad y tenemos que ser responsables y cuando vienen los tiempos de bonanza hay que poder sembrar e ir trazando un plan B para tener un camino cuando llegue el momento. En mi caso así ha sido. Estudié turismo, luego siempre me ha gustado el mundo del emprendimiento, de la empresa, y pude abrir una empresa hace unos años y en paralelo ir gestionando ambas cosas. Ya tengo el camino abierto para cuando cierre la etapa en París dedicarme exclusivamente al mundo de la empresa.
¿Cómo llegó al tenis de mesa?
Probé muchos en la infancia, me encantaba el deporte, nací en una familia que hacía mucho deporte también, mis padres y mis hermanas. Jugué al tenis, incluso intentaba jugar al fútbol en el colegio, pero no podía correr y cuando me daba algún golpe sufría mucho, padecía lesiones. En aquella búsqueda apareció el tenis de mesa y cuando empecé a probar me enamoró, me enganchó, porque era un deporte hecho a medida para mí. Era un deporte que sí tenía un componente físico importante, velocidad, coordinación, técnica, pero el área de juego era un poco más reducida y vi que con mucha técnica y trabajo podía cubrir mis carencias y llegar a competir con un buen nivel, tanto a nivel paralímpico como absoluto, que era lo que más me encantó y lo que más me motivaba en aquel momento: yo quería ser un niño, quería ser uno más, y competir con otros niños de mi edad a pesar de mi limitación física. El tenis de mesa es de los deportes más inclusivos, si tienes alguna discapacidad o alguna desventaja pero eres suficientemente bueno puedes plantar cara a gente muy atlética. Para mí era gratificante, aquel niño de diez añitos que llegaba cojeando un poquito y de repente se cargaba al mejor de no sé dónde... Volvía a casa con una sonrisa de oreja a oreja.
"Para mí era gratificante, aquel niño de diez añitos que llegaba cojeando un poquito y de repente se cargaba al mejor de no sé dónde"
¿Cuál cree que es la clave del tenis de mesa?
Es uno de los deportes más difíciles que existe, hay un estudio de la NASA que así lo contribuye. Es como ajedrez en movimiento, reúne un montón de variables en un milisengundo, requiere de una coordinación, técnica e inteligencia muy desarrolladas, y todo a velocidades de vértigo, lo cual hace que sea muy complejo y muy mental.
¿Cómo se llama su enfermedad?
Es una polineuropatía. Se llama Charcot-Marie-Thooth, me lo detectan con cinco años, era un niño, en ese momento estaba en una etapa leve, no podía correr, sentía dolores, pero con el tiempo se iba agravando, iba perdiendo masa muscular en brazos y piernas y he ido teniendo más dificultades. De momento no tiene cura como tal, más allá de buena alimentación, fisio y actividad física.