Entrevista
Alberto Fernández: “Muchas veces los deportistas nos contaminamos nosotros solos”
En Tokio logró ser campeón olímpico , pero todo empezó cinco años, cuando se juntó con Diego Gutiérrez. En el libro “Espíritu olímpico” cuentan cómo cambió su manera de afrontar el deporte y la vida
Alberto Fernández (Madrid, 39 años) lo había ganado todo, pero llegaba a los Juegos Olímpicos y no era él, y la competición no le salía. Algo tenía que cambiar y encontró a Diego Gutiérrez, Coach Deportivo, que le hizo descubrir que el problema no estaba en la escopeta ni en su habilidad, estaba más en la cabeza. En julio de 2021, en Tokio, Alberto no sólo ganó el oro olímpico junto con Fátima Gálvez, también encontró una manera de afrontar la vida. Lo cuentan en el libro “Espíritu olímpico”.
¿Cuándo empieza a trabajar con Diego?
Justo después de los Juegos de Río. Allí iba como favorito, como número uno, igual que cuando fuimos a Londres 2012; a Pekín 2008 no, allí eran mis primeros Juegos y no estaba yo formado todavía como tirador, pero por ejemplo Londres era número uno del ranking, y el año de Río número uno del ranking y había ganado tres tiradas internacionales seguidas, entonces las apuestas iban a por mí. Y tengo el recuerdo de venir (terminó décimo séptimo) y mi mujer, Bea, decirme: “Tenemos que cambiar algo, vamos a hacer algo que no hagamos nunca, porque siempre se te dan muy bien Mundiales, Europeos, Copas del Mundo, y llegan los Juegos, que van menos deportistas y podrías hacerlo mejor, y no lo haces, algo está pasando”. Fue ella la que se encargó de buscar un coach, apareció Diego y empezamos con él.
Y en la primera sesión cuenta que le preguntó: “¿Quién eres? ¿Qué quieres?” ¿Sería diferente la respuesta ahora mismo?
Claro que cambiaría, seguramente, porque al final te pregunta quién eres, sigue siendo la misma respuesta, pero qué quieres, lo que quieres es mejorar en la vida, ser mejor persona, ser feliz y disfrutar, y eso se ha conseguido, entonces la respuesta cambiaría, claro.
¿Disfrutas más ahora del tiro?
Disfruto más de todo en general, ya no del tiro. Yo antes a lo mejor íbamos a un viaje y ya iba enfadado antes de salir de casa pensando en las doce horas de avión, he aprendido a disfrutar también ese momento, que es para leer, escuchar música o simplemente estar mirando al infinito por la ventana. Antes no lo disfrutaba.
¿Cuál la conclusión? ¿Qué pasaba en los Juegos?
Lo que decía de pasarlo bien, de disfrutarlo, de vivir el momento. A las Copas del Mundo, Europeos o Mundiales iba siempre un Alberto divertido, riéndose, de chistes con los compañeros, me gusta estar de risas fuera de la competición; y ¿qué pasaba? Que en los Juegos me ponía en la obligación de “tengo, tengo”. ¿Por qué tengo? Si yo voy a pasármelo bien y a disfrutar. Y a los Juegos llegaba con el “tengo” y es una cosa que no me daba cuenta. Ahí Diego me abrió los ojos. Trabajamos en aprender a disfrutar de las cosas y llegar a esa competición y ser lo mismo, sin darle más importancia. Ser el que sabes ser.
¿De verdad es posible divertirse compitiendo en la élite?
Sí, sí. Además, es lo que yo sé hacer. Cuando a mí me ha ido bien, cuando he ganado competiciones, es porque me he divertido. El ejemplo es que cuando no te diviertes y vas con un problema en la cabeza, o cuando no estás a gusto o alguna cosa, no va bien.
¿Es incluso necesario?
Es necesario divertirse y estar tranquilo, porque si lo estás pasando mal la cabeza da muchas vueltas y al final no rindes.
Entra en lo que llama “Ciclo del pensamiento negativo”.
El diálogo interno con uno mismo influye mucho. Muchas veces los deportistas nos contaminamos nosotros solos, no hace falta que venga nadie a decirte “qué día más malo de aire que hace hoy para tirar”. Muchas veces los tiradores sin que nadie nos lo diga empezamos con las tonterías de “joder, pues se ve mal” o “qué aire hace” o “estoy flojo hoy”. Y eso es muy importante, lo que tú te hables, hacerlo en positivo.
Habla también en el libro de “situaciones que te podían haber llevado más a abandonar que a seguir sacrificando tu economía o tu vida personal”.
A veces cuando las cosas no van bien en resultados y en números, te frustras y te dan ganas de decir: “¿Me merece la pena trabajar todos los días de mi vida para no conseguirlo y dejar de lado a mi familia, mis amigos?”. Por ejemplo, con mi mujer llevamos juntos desde 2007, son 16 años, y nos hemos ido una vez de vacaciones, que fue justo al venir de Tokio que nos fuimos un mes. Eso no lo hemos hecho en la vida. Ni una semana. Esas cosas que te pierdes, y dices, cuando estás tirando mal, si te merece la pena no irte un mes de vacaciones con tu mujer a pasármelo bien por el Mundial, que es en septiembre. Al final ese espíritu del deportista, sacas de dentro esa fuerza, y la ilusión que tienes, y la pasión que tienes, aunque pierdes muchas cosas. Por ejemplo, el viaje de fin de curso, hay una competición, el campeonato de España, y si no vas de júnior no puntúas para ir después al campeonato de Europa con el equipo nacional. Pues esas cosas que te pierdes, pero te las tienes que perder porque te apasiona, y lo haces con gusto también.
Otra frase: dice que llegó a escuchar: “Si mi tirador necesita apoyo mental, cambio de tirador”.
Eso lo dijo un antiguo técnico de la Federación. Antiguamente éramos muy necios en el mundo del deporte, y te hablo de mi deporte, en ese sentido éramos muy necios hace 20 años, cuando yo era un júnior, no sabíamos de estas cosas, de la preparación mental ni la preparación psicológica, de hecho es que no había ni entrenadores técnicos en el tiro al plato, era de risa el tiro al plato hace 20 años, y afortunadamente gente como yo, como Fátima, como Bea, nos hemos dedicado a entrenar, hemos hecho crecer el deporte en ese sentido, un poquito más profesional.
Decir eso, además, en su deporte, que es pura concentración...
Es un deporte en el que ocurre todo en décimas de segundo. Desde que pides el plato y disparas pasa medio segundo, no más, o como mucho 0,70; entonces necesitas toda tu concentración y toda tu coordinación y energía en ese momento. Cuando miras al plato necesitas que el ojo, el dedo y todo el cuerpo gire a la misma velocidad y aprietes el gatillo en el momento adecuado. Si te equivocas una milésima de segundo, creo que el plato son 30 centímetros lo que anda en una milésima, así que fíjate el error que haces. Necesitas centrar toda tu atención y gastar toda tu energía en ese medio segundo.
También se ha evolucionado en hablar de salud mental.
Eso ha mejorado un montón y te pongo mi ejemplo. En mis primeros Juegos en Pekín 2008, era un crío, y estaba acostumbrado en España a ser muy bueno, era el primero del ranking nacional, ganaba las tiradas nacionales, salía fuera y hacía buenos papeles, alguna medalla... Claro, cuando salgo a los Juegos y quedé de los últimos, el 30 de 36, pues no lo entendía, y ¿qué hice el día que llegue a España? Llegué por la noche, con jet lag y todo, y al día siguiente me fui a entrenar. Eso fue lo peor que pude hacer, y hoy en día Alberto llegaría de los Juegos, con medalla o sin ella, y estaría un mes de vacaciones de tiro, de dejar la escopeta, y eso es salud mental en el deporte, hay que saber soltar y saber cuándo parar.
¿La medalla olímpica llegó a ser una “obsesión” o es una palabra muy fuerte?
Es una palabra buena. Para mí no lo ha sido porque yo siempre decía que es más difícil ganar un Mundial, que van 200 escopetas, a unos Juegos, que van 35, pero es verdad que como deportista, claro que quería esa medalla en mi palmarés, pero no era una obsesión, lo era más la medalla en los Mundiales.
¿Cómo es esa sensación de la que habla en la que todo fluye?
Pues es fácil, la gente me dice que qué nervios, qué tensión en esos momentos, pero cuando uno está bien preparado mentalmente, físicamente, es fácil, el problema es cuando el deportista está en un momento difícil de su carrera deportiva, tiene problemas técnicos o no tiene la cabeza bien, sufre mucho para conseguir un resultado; pero cuando estás bien como me pasó en Tokio es fácil, yo lo recuerdo como un juego, porque además es que me lo estaba pasando pipa.
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