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Opinión

Ucrania: el deporte sí ha estado esta vez a la altura

Rublev, Nadal, Lewandowski, la FEB, Modric... el mundo del deporte se pone de acuerdo por una causa justa, algo que se echó a veces en falta

El ruso Rublev escribe "no war please" en una cámara La RazónLa Razón

Hace falta tener un par y muy bien puestos para siendo ruso enfrentarte públicamente a ese sanguinario tirano que es Putin. Es lo que hizo el viernes el tenista Andrey Rublev, que no es un cualquiera sino el 7 del mundo. El jugador entrenado por el español Fernando Vicente se dirigió a la cámara en el ATP 500 de Dubái, tomó el rotulador de rigor y estampó sobre el cristal un recado que dejó anonadado para bien a todo el planeta mientras los misiles y los tanques del Kremlin arrasaban Ucrania: “Que no haya guerra, por favor”. Un “no war please” que algunos medios españoles han traducido torticeramente como “no a la guerra, por favor” por aquello de seguir a pies juntillas la letanía de esa izquierda española que censura o no las guerras según quiénes las protagonizan. El caso que es que Rublev fue el único de la Armada rusa que domina el tenis mundial que osó llevar la contraria sin contemplaciones a este sanguinario zar. Un gesto de decencia y de gallardía teniendo en cuenta que tanto él como su familia residen en Moscú y que Putin no se anda con chiquitas con los disidentes: o los envenena o los hace desaparecer. El nuevo número 1, Daniil Medvedev, fue un auténtico cobarde cuando se le reclamó un gesto de apoyo a esa Ucrania que está siendo invadida por los tanques de este nuevo Ejército Rojo con más dureza si cabe que en Hungría 1956 o en Checoslovaquia 1968. “No quiero hablar de culpables o de cuál es el problema, pero en el siglo que estamos me parece increíble que haya guerras”, apuntó este individuo que, por esos maravillosos caprichos del destino, tuvo la suerte inversa al gran Rublev. Este último se anotó el Open de Dubái y el que se fue por la pata de abajo estrenó su reinado perdiendo la semifinal de Acapulco ante un Nadal que le tiene comida la moral. El que no ha dicho ni mú es el ruso nacido en Alemania Alexander Zverev, tal vez porque bastante tiene con la que le está cayendo tras semiagredir a un juez de silla. Para variar, el mejor o uno de los mejores fue Rafa Nadal, que considera “increíble” que a estas alturas de la historia “haya una guerra”.

Rublev aparte, la palma se la llevaron la selección polaca de fútbol y su capitán, Robert Lewandowski, que se niegan en redondo a disputar la repesca del Mundial de Qatar con el rival que les había tocado en el bombo, Rusia. “No puedo imaginar”, apuntó el 9 del Bayern, “disputar un partido contra ellos, no podemos pretender que no está pasando nada”. Gesto inmenso también el de nuestra Federación Española de Baloncesto, que ha anunciado que costeará íntegramente la estancia de la selección ucrania que se encontraba en España y cuyos integrantes se han quedado colgados de la brocha en una situación más propia de apátridas que de otra cosa, ya que no saben qué se encontrarán a su vuelta, si una colonia de Rusia o la nación libre que eran hasta el miércoles. Si es que pueden regresar en un tiempo prudencial, que eso está por ver.

Modric volvió a dar muestras de su proverbial sensatez. Sensatez que se mezcla con la experiencia que le otorga haber pasado toda su infancia en Croacia en medio de una contienda que permitió a su país liberarse del yugo opresor de la Serbia comunista tras un sinfín de crímenes de lesa humanidad. “Crecí durante la guerra y no se lo deseo a nadie. Hay que acabar con esta tontería donde muere gente inocente”, sentenció el Balón de Oro. Sus palabras tienen tanto más valor teniendo en cuenta que con apenas 7 años pasó por el durísimo trago de ver cómo asesinaban a su abuelo.

No menos maravilloso, y efectivo, ha sido el gesto del Gobierno británico que, tras años de tolerancia con los mafiosos rusos próximos a Putin, ha empezado a ponerlos en el punto de mira. Abramovich ha tenido que ceder el Chelsea a una fundación por temor a que le bloqueen el título de propiedad. Un inequívoco aviso a navegantes a los cómplices del sátrapa. Me alegra que el mundo del deporte se ponga de acuerdo por una causa justa, algo que hemos echado tantas veces en falta. El enmudecimiento fue la tónica general durante esa otra invasión rusa perpetrada en Crimea en 2014 y tras la vuelta al poder en Afganistán de los satánicos talibanes. Más vale tarde que nunca. El deporte, con toda su fuerza moral, no puede ponerse de perfil cuando se mata tanto y tan impunemente.