Final de Copa

Viaje a los orígenes de Iñaki Williams: “Era un fideo, pero ya corría mucho”

Soñaba con ser «futbolista de Primera» cuando estaba en el Natación y el Pamplona, que fueron como una familia para él en una infancia complicada. Mañana disputará su tercera final de Copa

El delantero del Athletic de Bilbao Iñaki Williams. EFE/MIGUEL TOÑA
El delantero del Athletic de Bilbao Iñaki Williams. EFE/MIGUEL TOÑAMiguel ToñaAgencia EFE

“Yo, médico. Yo, bombero”, contestaban los chavales en el Club Deportivo Pamplona a la pregunta de qué querían ser de mayores. «Yo, futbolista de Primera División», era lo que decía Iñaki Williams. Lo tenía claro. «Y todos reían y eso, pues mira...». La anécdota la recuerda Manolo Larumbe, presidente del club navarro al que Williams llegó con 14 años. «Tenía potencial para hacer gol y una velocidad más que el resto. Ya comentábamos que si tenía suerte, que también es necesaria, podía llegar. Él quería ser futbolista y se notaba en los partidos, en los entrenamientos... Y lo ha conseguido», continúa Larumbe. Y tanto que lo ha conseguido: juega en el Athletic Club, lleva 275 encuentros en Primera y mañana va a jugar la final de Copa contra el Barcelona. Será su tercera final de este torneo, porque ya estuvo en la de 2015 contra el mismo rival (perdieron, él marcó el 3-1) y en la reciente contra la Real Sociedad, en la que también fueron derrotados. Lo que sí ha ganado el Athletic este curso es la Supercopa, precisamente al Barça, partido resuelto en la prórroga con un golazo de Williams por toda la escuadra.

«Ya lo conocíamos y lo incorporamos en la temporada 2008-09 para jugar en el cadete. Siempre estaba en una categoría superior a su edad», sigue haciendo memoria Larumbe, que desvela que a Iñaki no le importaba nada bajar una categoría, para jugar en la que en realidad le tocaba por años, si había que echar una mano. En el Pamplona también estuvo Nico, el hermano del delantero del Athletic que sigue sus pasos y ahora juega en el filial rojiblanco. Todos dicen que tiene más calidad y más técnica. «Pero se lo tiene que ganar, como ha hecho Iñaki», le avisa Manolo Larumbe. «Los dos han sido cuidados de una forma privilegiada, tanto él como su familia. Tenían grandes apuros y el Pamplona hizo lo indecible. Tenerlos días, llevarlos de vacaciones, buscarlos, traerlos, no pedirles lo que no podían dar y cuidarlos muchísimos en temas de educación», explica el presidente del club navarro que tiene como lema «crecer jugando». Y ambos lo hicieron...

Cartel de Iñaki Williams en la sede del Pamplona
Cartel de Iñaki Williams en la sede del PamplonaLa Razón

...Pero no sólo ahí. Iñaki Williams ha contado algunas veces su dura historia: sus padres son ghaneses, saltaron la valla de Melilla para llegar a España con su madre embarazada, llegaron a Madrid y fueron a Bilbao gracias a Cáritas, donde nació él. Después se trasladaron a Pamplona y allí jugó al fútbol en su primer club, el Natación. «Yo le cogí con ocho añicos, de benjamín. Era un sol, siempre se estaba riendo. Su situación era complicada y teníamos que hacer un poquito como de padres. Tenía que recogerle, llevarlo a casa, a entrenar... Porque al final el padre se tuvo que ir a trabajar, la madre estaba trabajando. Estaba un tío un tiempo y el hermanico, que era pequeño», cuenta quien fuera su entrenador, Javier Serrano. «Era finico, un “fideo”, pero ya corría mucho y tenía buen golpeo. Al final el cuerpo lo echó en cadete. El primer año, en fútbol sala, llegamos a la final de benjamín y perdimos con Osasuna», rememora Javier. «La semana que jugamos la final fui a recogerle para entrenar y no estaba, no lo localizaba, y me tuve que ir a buscarlo por los jardines de la Rotxapea [su barrio]. Estaba siempre en la calle. Era muy mágico, y en el club lo queríamos un montón», añade.

La Copa de subcampeón de Iñaki Williams con el Club Natación
La Copa de subcampeón de Iñaki Williams con el Club NataciónLa Razón

Al año siguiente ya lo subió a jugar a fútbol 7. «Con espacios más grandes destacó más, pero por ejemplo a la selección de Navarra no lo llevaban. Una vez fue a una preselección, pero luego no lo llamaron para el torneo. En el equipo nuestro destacaba y era de los que mejor competía, atacaba bien los espacios, tenía buen tiro con la derecha... Pero en esas edades ves a chicos que dices: “Éste es el mejor de la categoría”. Y él no lo era. Nosotros teníamos por ejemplo a Xabi Arcaya, el hermano de Jokin Esparza, que estuvo en Osasuna; jugaba una categoría por encima y tenía como más concepto de fútbol: levantar la cabeza, colocarte... Iñaki técnicamente era bueno, no tenía problemas para controlar un balón, aunque con la izquierda le costaba más. Trabajaba mucho la velocidad y era como más juego de calle», describe Javier. Tampoco Osasuna se fijó en sus cualidades. Julio era el coordinador del Club Natación y una de las personas que siempre estaba con él, llevándole a entrenar y devolviéndolo a casa. Lo llevó a Tajonar a hacerse las pruebas, pero no llamó la atención. «No es el perfil que estamos buscando», le dijeron.

Por eso se marchó al Pamplona, que es un club convenido del Athletic. Creció, dio el estirón para unir su físico a las cualidades innatas y acabó en los «leones». «No fue fácil que el Athletic lo fichara. Les tuvimos que dar varios empujones, sobre todo a su representante. No íbamos por el mismo camino, y menos mal que nos hizo caso a nosotros», desvela Manolo Larumbe. Era 2012 y llegó a los juveniles. El 6 de diciembre de 2014 debutó con el primer equipo en San Mamés ante el Córdoba.