Holocausto
El jugador del Barça que vivió junto a un asesino en serie y murió en un campo de concentración nazi
Hoy se celebra del Día Internacional en Memoria de las víctimas del Holocausto y pocos conocen la historia del futbolista György Szeder, asesinado el 1 de mayo de 1945 en Birnbaun (Polonia)
El 1° de noviembre de 2005 la Asamblea General decide que las Naciones Unidas designen el 27 de enero Día Internacional de Conmemoración anual en memoria de las víctimas del Holocausto. Tal día como hoy se conmemora la liberación por las tropas soviéticas del campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau en 1945 y la Asamblea General de las Naciones Unidasproclamó oficialmente esta fecha Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. A lo largo de los años, se ha hablado de una larga lista de futbolistas del viejo continente que murieron en campos de concentración. Muchos recuerdan, por el ejemplo, el caso de Eddy Hamel, primer jugador judío del Ajax, que fue asesinado por los nazis en 1943 en el campo de concentración de Auschwitz, pero pocos conocen la trágica y sorprendente historia de Szeder, jugador húngaro del Fútbol club Barcelona en la temporada 1934-1935.
György Silberstein, conocido en el mundo del fútbol como György Szeder, nació en Cinkota el 23 de Febrero de 1914 en el seno de una familia judía y fue uno de los futbolistas húngaros - junto a nombres como Kubala, Czibor y Kocsis- que vestirían la camiseta blaugrana. Durante los inicios de la temporada 1934-1935, fue fichado por el FC Barcelona procedente del Soroksár SC de Budapest. Tradicionalmente ha sido presentado en la historiografía sobre el Barça como una gran esperanza del fútbol magiar que no cuajó en el fútbol español pero poco se conocía de sus datos biográficos.
Silberstein mostró aptitudes deportivas y se convirtió en un destacado futbolista. Plenamente consciente de las dificultades que podía acarrearle un apellido tan judío en la Hungría de entreguerras optó por un alias con el que desarrolló toda su carrera futbolística: “Szeder”.
Jugó la Copa de Hungría con el Soroksár SC en 1934 con veinte años y llegaron buenas referencias sobre él a Ferenc Plattkó, entrenador húngaro del Barça, quien gestionó su fichaje materializado el 10 de octubre de 1934 (Del Barcelona, 1934).
Debutó poco después en un partido de segundos equipos contra el Español, causando buena impresión como extremo izquierdo.
Los últimos cuatro partidos con la camiseta azulgrana Szeder ya los jugó en circunstancias complicadas pues el 22 de noviembre de 1934 se publicó que la Federación Húngara de Fútbol reclamaba al jugador por no tener “la correspondiente baja federativa”. El asunto se fue enrareciendo y, finalmente, en diciembre el FC Barcelona despidió al jugador limitándose a pagarle el billete de regreso a Budapest.
La historia de Silberstein, fue recuperada en 2017 en la publicaciónCuadernos de Fútbol de CIHEFE pero aún sigue siendo poco conocida. Este futbolista llegó a jugar un solo partido oficial vestido de azulgrana una victoria por 1-2 en el campo del Girona correspondiente al Campeonato de Catalunya, la temporada 1934-1935.
Viviendo con un asesino en serie
Sus padres, David Silberstein e Irén Goldmann, le debían de haber explicado al pequeño György las historias de la Primera Guerra Mundial, puesto que su padre luchó en el frente, donde fue herido de gravedad. En 1916 ya estaba de vuelta en casa, liberado del servicio y condecorado como teniente por su valor en combate. David Silberstein volvió a Cinkota justo a tiempo para ver en directo los hechos que hicieron de su calle una de las más famosas del país y esta experiencia los marcó para siempre. Los Silberstein vivían en un gran edificio de dos plantas que compartían con otras familias. La parte central era una farmacia y ellos regentaban una carnicería justo al lado. Y por la puerta de atrás del edificio se accedía a un patio donde un hombre llamado Béla Kiss, que resultó ser un asesino en serie, tenía alquilada una casa.
En 1916, la policía descubrió los restos de los cuerpos de mujeres dentro de unos barriles en el jardín de la casa donde vivía el futuro jugador del Barça. Eran propiedad de Kiss, que tenía un pequeño negocio en el que trataba metales, motivo por el cual necesitaba carburante que guardaba en los barriles. Las autoridades encontraron cuerpos humanos cuando se disponían a requisar todo aquel material que consideraban útil en tiempos de Guerra. Una cifra indeterminada de entre 7 y 21 cuerpos de mujeres, a las que Kiss seducía y asesinaba. Cada barril tenía una cifra escrita. Las historias sobre los motivos, cómo asesinaba y por qué razón guardaba los cuerpos en el jardín llenaron páginas de los diarios húngaros, que lo apodaron el “Vampiro de Cinkota”.
El caso llevó a centenares de periodistas a la casa de los Silberstein, pero cuando la Policía fue a detenerlo, se escapó y nadie sabe qué fue de él. Cuenta la leyenda que los vieron en Nueva York, en París o en Budapest. Como nunca declaró, el misterio sigue rodeando un caso que ha inspirado libros y películas en Hungría.
Szeder, un pseudónimo
Los Silberstein no eran judíos ortodoxos, a pesar de que el abuelo del jugador del Barça era el maestro de canto en la sinagoga local. Hungría se había convertido en uno de los países de Europa con más judíos, puesto que en su momento el nacionalismo húngaro se había abierto a esta comunidad, porque les permitía disfrutar de más peso político. Cada vez más judíos hacían suya la lengua húngara y se integraban en esta cultura, sin imaginar que con el paso de los años les darían la espalda. Así, Silberstein adoptó el pseudónimo de Szeder ya durante los años 20 para esconder que era judío.
Tras su paso por el Barça, regresó a Hungría, pero su prometedora carrera se fue truncando. Primero jugó en el equipo Buda XI (1935), luego en el Budafok FC (1935-38), y luego pasó la temporada siguiente en el Újpest FC. En 1939 volvió a probar suerte en el extranjero: esta vez con la selección francesa de Antibes, pero sin éxito. Terminó su carrera como jugador en 1940 en el National SC. Sin embargo, su carrera no terminó necesariamente porque fracasara o fuera apartado por una lesión sino por una razón mucho más dolorosa. Su origen como judío le penalizó en una Hungría fascista cada vez más radicalizada. En un país que había decidido acercarse a la Alemania nazi y a la Italia fascista, la vida de los casi 900.000 judíos húngaros se hizo imposible ya que trataron de limitar su día a día con todo tipo de leyes.
Entre otras cosas, los judíos ya no pudieron seguir jugando al fútbol y clubes presididos por judíos, como el MTK, fueron prohibidos. En este caso, con la excusa de que habían permitido jugar a un polaco con pasaporte falso.
Tras la ocupación alemana el 19 de marzo de 1944, la persecución se recrudeció y decenas de miles de judíos fueron deportados a campos de trabajo y de muerte. György Silberstein fue uno de ellos. Se cree que Szeder siguió jugando de manera no oficial como mínimo hasta 1942 y ahí se le perdería la pista hasta el 1 de mayo de 1945, fecha en que fue asesinado en el campo de Birnbaun, el día después del suicidio de Adolf Hitler y poco antes del final de la guerra.
En el Centro Yad Washem de Jerusalén, su nombre puede leerse como el de un atleta húngaro que fue víctima del régimen nazi. Su destino fue el mismo que el de otros muchos deportistas húngaros como József Braun (jugador de MTK asesinado en Jarkov) o el mundialmente famoso entrenador del Internazionale, Árpád Weiszw, que murió en una cámara de de gas en Birkenau.
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