Última crónica del diario «Pueblo»
Jesús Fernández Úbeda repasa la historia del emblemático periódico en «Nido de piratas»
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El hombre, más que dioses, necesita mitos. Diario «Pueblo» es uno de los últimos mitos que ha dado el periodismo español. Una constelación de nombres que uno, en particular, comenzó a conocer en las conversaciones domésticas de la infancia/juventud y que después los años se han encargado de concretar en personas, prosas, artículos, fotografías, «radiofonías», dando cuerpo a lo que antes solo eran palabras, relatos, historias. Aquella cabecera se convirtió en una cantera de periodistas y, para algunos, también resultó una escuela de vida. Un lugar de mucho filibusterismo, donde tocar el cielo era llevar tu firma a la portada y donde prevalecía la figura de su director, Emilio Romero.
Acompañado por tres veteranos de aquella vieja redacción, Raúl del Pozo, Raúl Cancio y Arturo Pérez-Reverte, el periodista Jesús Fernández Úbeda nos ha traído ahora la biografía de aquel rotativo, con latido entre 1965 y 1984, en un libro de mucha enjundia y trabado de anécdotas: «Nido de piratas» (Debate). Una obra que recupera en sus páginas a Tico Medina, Julio Merino, Carmen Rigalt, Julia Navarro, Alfredo Marqueríe, José María García, Manu Marlasca y tantos otros. «Fue un mundo irrepetible. Me quedé fascinado desde que entré. Fue un diario espectacular. Una redacción única, donde muchos venderían a su padre por una exclusiva», comenta Arturo Pérez-Reverte. «Tenía una gran vocación popular y llegó casi a tener una tirada de 200.000 ejemplares. Era fascinante trabajar allí. Fue una gran escuela, llena de aventura», asegura por su parte Raúl del Pozo. «Recuerdo que cuando se imprimía, el suelo temblaba», comenta el fotógrafo Raúl Cancio, que todavía mantiene viva en su conversación toda una memoria de anécdotas, recuerdos y sucesos que darían para estar despierto una madrugada entera.
El autor, que ha trabajado mucho la hemeroteca y el testimonio en primera persona, recoge la historia de un rotativo que se convirtió en una referencia para la sociedad española de entonces y da cuenta de aquel grupo de periodistas que, respaldados por un director que jamás los dejó en la estacada, eran capaces de abordar cualquier información. «Eran unos tipos dispuestos a todo para conseguir la mejor historia que les catapultara a la primera página». Lo que ha hecho Jesús Úbeda es algo más que una simple historia, es recuperar el pulso de una época y un oficio, y también una manera de entender el periodismo, que, con sus excesos, transgresiones y, también, sus licencias, ya no volverá a repetirse.