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Robleño, cumbre al natural; Garrido, herido grave

El madrileño, con el mejor lote, falla a espadas y le niegan un trofeo, y José se lleva la peor parte pasando por enfermería
El diestro José Garrido sufre una cogida durante la faena a su primer toro, de la ganadería de Adolfo Martín, y que estoquea Fernando Robleño, en el decimosexto festejo de la Feria de San Isidro, que se celebra este domingo en la Monumental de las Ventas, Madrid.-
El diestro José Garrido sufre una cogida durante la faena a su primer toro, de la ganadería de Adolfo Martín, y que estoquea Fernando Robleño, en el decimosexto festejo de la Feria de San Isidro, que se celebra este domingo en la Monumental de las Ventas, Madrid.-Daniel GonzalezEFE

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Era bajito el primer Adolfo aunque los pitones eran tan descarados que asustaban sin duda. Corto se quedó con el capote, pero nunca dejó de tener la virtud de humillar, hasta arrastrar el morro por la arena. La embestida no era larga, pero sí interesantísima, con esas connotaciones propias de la casa de saber que no lo regalaba, pero que si se lo buscabas, tenía premio. De menos a más fue la faena de Fernando Robleño, su matador. Fue cogiendo confianza y acabó por cogerle el sitio en el último tramo. La espada desmereció. Lo icónico de la tarde estaba por llegar, pero todo necesita su tiempo y de hecho en ese toro se demostró.
Román se había encargado de haber dejado su sitio bien altoy regresaba en su segunda tarde con un corridón de Adolfo que por delante asustaba una barbaridad. Tuvo cierta clase el segundo, pero tardo y le costaba repetir, lo que bloqueaba que la faena despegara. Más difícil al natural. Román cumplió de nuevo con valor y mal acero.
José Garrido se llevó la parte amarga del toreo y lo hizo nada más comenzar. Como una premonición el toro le quitó con violencia el capote y la muleta rajándolas. Después sería el cuerpo, hiriéndolo. No tenía un pase y lo pagó con sangre. Es la dureza de esta profesión tan desfasada con la realidad de la sociedad. José Chacón había estado perfecto con las banderillas. Robleño salió a matarlo y cambió así toda la distribución de la corrida.
Román se hizo con el cuarto, que no fue toro fácil. A la espera siempre y desentendido. Lo defendió, pero no había mucho lugar al lucimiento.
Bueno fue el par de Fernando Sánchez al quinto, en corto, por derecho, despacio y andando. Se desmonteró. No estábamos ante un toro cualquiera y Robleño lo vio. Por eso se relajó en la primera tanda y con los vuelos se desmayó Fernando y al unísono reventó Madrid. Son las cosas que hay que vivirlas para saber cómo ocurren. No hay tiempo de espera ni se puede explicar, de pronto te traspasa. Y el chispazo es una bomba de relojería. El toro viajaba por abajo con una condición extraordinaria. Fernando, también. El embroque tan adelante para acabar atrás es un viaje a la eternidad sin caducidad. Unifica encastes, tiempos y gustos, pero Madrid se rompió como lo hace pocas veces, en contadas ocasiones y la labor se vivió con mucha intensidad, a pesar de que esos naturales tan bestias no los volvimos a vivir. La faena pasó por distintas fases y aunque fue a menos y falló la espada, ya había atravesado los corazones de la gente. Se le pidió el trofeo, no concedido, pero dio dos vueltas al ruedo.
Román cerró festejo con un sexto sobrero de Pallarés, que no le dio opciones. Hay días que no hay manera. Era uno de esos.
Las Ventas (Madrid). 17ª de la Feria de San Isidro. Se lidiaron toros de Adolfo Martín. El 1º, de media pero entregada arrancada; 2º, tardo; 3º, orientado y con peligro; 4º, parado y desentendido; 5º, de gran pitón izquierdo; 6º, Pallarés, sobrero, descastado. Tres cuartos de entrada.
Fernando Robleño, de pistacho y oro, estocada atravesada, pinchazo, estocada (saludos); estocada, descabello en el que mató por Garrido (silencio); pinchazo, buena estocada, descabello (dos vueltas al ruedo).
Román, de grosella y oro, tres pinchazos, estocada atravesada defectuosa (silencio): media estocada (silencio); estocada (silencio).
José Garrido, de azul marino y oro, herido. Parte médico: herida muslo derecho de 15 cm con trayectoria hacia adelante y abajo. Pronóstico grave.