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"Theodora": la visión feminista de una mártir cristiana convertida en terrorista

El Teatro Real estrena este oratorio de Händel en una versión contemporánea y provocadora de Katie Mitchell que ha necesitado por primera vez una "coordinadora de intimidad"
"Theodora" muestra escenas violentas de terrorismo, acoso y explotación sexual
"Theodora" muestra escenas violentas de terrorismo, acoso y explotación sexualTeatro Real

Madrid Creada:

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La producción de Katie Mitchell de “Theodora” muestra unas escenas tan violentas de terrorismo, acoso y explotación sexual, que por primera vez en el Teatro Real ha sido necesaria una “coordinadora de intimidad”. La versión escénica de este “oratorio dramático cristiano” de Georg Friedrich Händel (1685-1759), una coproducción con la Royal Opera House estrenada en 2022, llega por primera vez a España en una dura lectura de Mitchell que resalta las asimetrías de poder y las implicaciones feministas de un brutal choque entre fundamentalismos religiosos. Händel tenía 64 años cuando comenzó a escribirlo y es el único oratorio sobre tema cristiano dotado de una estructura dramatúrgica casi operística que lo diferencia de todos los demás. El libretista fue su amigo Thomas Morell, que se basó en “El martirio de Teodora y de Dídimo” (1687) de Robert Boyle.
Por primera vez, Händel no elige un argumento basado en el Antiguo Testamento, sino que trascurre en el siglo IV, Theodora es una cristiana de Antioquía que sufre la persecución de Diocleciano, cuyo brazo armado es el malvado gobernador Valens, que obliga a la comunidad cristiana a adorar a Júpiter. Theodora se niega y es sometida a un castigo peor que la muerte, ejercer la prostitución. Enamorada del oficial romano Dídimo, ambos abogan por el amor y la fe cristiana, que los lleva a ser perseguidos y decapitados.
Este oratorio, el penúltimo de Händel, fue un profundo fracaso en su estreno en el Covent Garden de Londres el 16 de marzo de 1750. “Fue tumultuoso por el tema y, seguramente, también por la complejidad de la música, pero además hubo hechos ajenos, como un terremoto que impidió la asistencia y un público mayoritariamente protestante imposible de empatizar con la fe católica –explica Joan Matabosch, director artístico del Real-. En esa época era una osadía proponer un tema así, lo que condenaba la obra prácticamente a la marginalidad y Händel era consciente de ello, tuvo claro que iba a ser incomprendida por sus contemporáneos, pero la hizo porque estaba fascinado con el tema”.
Quedó olvidada enseguida hasta que Dawn Upshaw y Peter Sellars descubrieron la insospechada actualidad de su libreto y la belleza de su partitura en una reveladora producción del Festival de Glyndebourne de 1996. El Teatro Real presenta ahora siete funciones del 11 al 23 de noviembre, con la dirección musical de Ivor Bolton y un reparto de seis cantantes, Julia Bullock (Theodora), Joyce DiDonato (Irene), Iestyn Davies (Didymus), Ed Lyon (Septimus), Callum Thorpe (Valens) y Thando Mjandana (Mensajero).
La lectura que hace la directora Katie Mitchell es contemporánea y provocadora, una visión feminista e iconoclasta que rehúye el tratamiento de las mujeres cristianas como mártires sumisas, y así, la prostituta martirizada se convierte en una exaltada guerrillera, una terrorista que lucha contra el sistema representado por sus jefes, unos tiranos que en su fanatismo, someten a las mujeres y a las minorías religiosas. Según explica Dan Ayling, asistente de dirección y reposición, “Mitchell quería centrar la obra en torno a la protagonista” y ante las violentas escenas de terrorismo, acoso, abusos, agresiones y explotación sexual, utiliza una figura poco habitual hasta ahora, la de una “coordinadora de intimidad”, Ita O’Brien.
“Son momentos que deben tratarse con cuidado, coreografiarse adecuadamente porque es cierto que en las óperas muchas mujeres son violadas o asesinadas, lo cual es horroroso pero ocurre, y estos montajes deben hacerse de forma segura y con el trato adecuado, esto hace que el trabajo tenga profundidad y la calidad necesaria para que aporte verdad, esta es la función de O’Brien, que todo se haga de forma humana y al mismo tiempo resulte verosímil”, justifica Ayling, que sitúa el relato en una época actual, “en una cocina moderna en una embajada en Roma donde trabajan con delantales, y conspiran fabricando bombas y manipulando pistolas y detonadores y otros espacios, como el burdel, una sala que cabe preguntarse si es propia de una embajada, donde se desarrolla parte de la historia”, significa.
En cuanto a la música, Ivor Bolton considera que “es el mejor oratorio de Händel, primero por su historia, profundamente convincente y que podemos seguir actualmente, y desde el punto de vista musical es lo mejor que escribió, él mismo decía que el coro final del segundo acto era su pieza favorita. Es verdad que pudo mostrarse bastante frustrado por su fracaso, pero en cualquier caso, la calidad musical de este oratorio es sublime”, afirma. Y concluye Matabosch: “Aunque es muy antigua, plantea temas increíblemente actuales y no se entendió porque era demasiado radical para su época, se hicieron seis funciones y nunca más se habló hasta hace 30 años. Ahora es lo más apreciado y admirado de la producción de Händel, porque ante las preguntas que nos lanza, este es el momento de poderle dar respuesta”.