La revolución en Praga se hace con churros, jotas... y una vagina gigante que lo cambia todo
"Lo raro", el folclore y la sostenibilidad vertebran la propuesta española en una Cuatrienal que cierra el domingo sus puertas
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Una vagina en la pared de un museo llevaría a cualquiera, y casi de inmediato, al Origen del mundo, pero Marta Pazos no es tan previsible, es diferente. A la creadora "galega" se le dispara la mente hacia Georgia O'Keeffe y Niki de Saint Phalle. Gustave Courbet redujo su flashazo femenino a un cuadro de apenas 50 x 50 centímetros, en 1866, y Pazos lanza un órdago de dimensiones catedralicias en el centro de Praga: eleva su propuesta a la máxima potencia y convierte "su" vulva en una escultura de más de tres metros. Un monumento oculto en la Galería Nacional hasta que entras en el juego. "La hemos tenido que reparar porque se había dilatado demasiado", comentaba de un trabajo de cirugía fina. No hay pudor en Bohemia; todos quieren pasar por el aro.
Por fuera apenas es algo más que unas cortinas llamativas. Varios pares de zapatos huérfanos dan pistas de que allí dentro pasa algo "raro", así que no queda otra que descalzarse y dar el paso a su interior. Si no entras, te lo pierdes; porque para ver esta Matria gallega "hay que mojarse". La indiferencia de la distancia no computa. "No es fácil penetrarla. Hay que esmerarse. Hay que tener una intención", explica Pazos. Eso sí, una vez superada la barrera, el panorama cambia por completo. El frío centro soviético que lo acoge desparece de golpe y el amarillo flúor lo inunda todo. No hay nada más que un color deslumbrante. Pasan los segundos y el éxtasis monocromático da un leve respiro para que el oído se haga al lugar. Aparece un sonido acuoso, también unos golpes de tambor que recuerdan a los primitivos latidos uterinos. Te das la vuelta y, ¡sorpresa!, ahí está ella, Matria –confeccionada a partir de la lycra y la blonda de la lencería femenina–, esa vulva gigantesca que va pariendo uno a uno a cada uno de sus visitantes. "Es la transformación del renacimiento", celebra su autora. Un viaje de ida y vuelta que te envuelve con una paz particular. “Una huida de la violencia, la sumisión y el desamor para celebrar la vida". Se sale de un mundo para entrar en otro mucho más deslumbrante, a la vez que bajo de revoluciones.
Pazos advierte de que aquello no es "el coño de la Bernarda", sino uno en el que el barullo no se contempla: "Hay que pasar de pocos en pocos porque si no el color de la ropa contamina el espacio y no se consigue el efecto". ¿Qué efecto? Uno que solo se consigue de vuelta a la realidad: cegados por la fuerza de Matria, los blancos de Praga ahora son púrpuras. Un cambio de percepción que la artista ya exploró el año pasado con otro montaje en el Centro Gallego de Arte Contemporáneo de Santiago de Compostela y que ahora expone en la Cuatrienal escénica de Praga (PQ) hasta el domingo dentro de Fragments II. Magic of Scale, donde también se dejan ver las maquetas de María Jerez (Yabba) y Montse Amenós (Patetisme il·lustrat). La Matria, "como origen de todo", frente a la patria: "No todos tenemos patria, pero sí "matria", que es donde está el verdadero origen de todas las personas independientemente de las nacionalidades. Es la vuelta a un lugar en el que sentirse confortable".
La de Pazos es solo una de las aportaciones españolas en esta Cuatrienal en la que el pabellón de Cataluña (comisariado por Marta Rafa y Pau Masaló) ha rascado el Premio ČT a la Exposición de Mayor Sensibilidad Social con Crop, donde se "trabaja con ficción y distopía, pero que tiene mucho de real", presentan de esta instalación levantada a partir de varias capas de residuos –ropa y atrezzo– sobrantes del Teatro Nacional de Cataluña en la que se traslada al visitante a la futura arqueología decadente de 2053. Una acumulación de desechos cubiertos de plantas y moho que representan el derroche de vidas y ficciones que han pasado por los espacios del centro: "Es un ejercicio especulativo basado en la ausencia de cuerpos y la presencia de ropajes transformados por el tiempo, el uso y, sobre todo, la colonización de otros organismos vivos, a medida que un paisaje vegetal florece entre los restos textiles de la instalación".
Pero en esta PQ, en la que participan más de un centenar de países (interesantes las propuestas de Portugal y de República Checa), hay mucho más que vaginas y desechos del futuro. Maral Kekejian (apoyada por Inaem, AC/E, Aecid e Instituto Cervantes) dirige la participación española con "lo raro" como eje temático de una serie de instalaciones en las que lo folclórico y la sostenibilidad ganan peso. Así, ¡Viva la montaña! (diseñada por María Buey González) se articula una instalación performativa en la que el grito que emite una mujer alzada en volandas durante la Baila de Ibio (de cantabria) toma el protagonismo. Cuatro horas de subida y bajada de la montaña (montaje y desmontaje en directo por parte de Javi Cruz, Lara Brown y María Jerez) en el que los materiales orgánicos recuperan el espíritu colaborativo y festivo de la tradición popular.
Además, la Exposición de Estudiantes cuenta con otras dos propuestas nacionales: la profecía apocalíptica de El canto de la Sibila, llegado también desde Cataluña, y Terra, un collage comisariado por Felisa de Blas y compuesto por las escuelas superiores de arte dramático de Córdoba, Madrid, Sevilla, Valencia y Vigo en el que, entre otros, se vuelve a profundizar en las raíces populares usando la figura del esperpento valleinclanesco y los caprichos de Goya. En el centro de esta instalación sobresale una piedra construida por los estudiantes que conecta a su vez con otra de las intervenciones españolas en la Galería Nacional, el estudio de Buey González sobre la Piedra de Abalar de Muxía, La Coruña.
Y más allá del foco del "market" de Holesovice y la Galería de la Cuatrienal, el Instituto Cervantes ha acercado a Praga algo tan castizo como churros, gallinejas y "limoná" de La verbena de la Paloma en una exposición ideada por Fernando Carmena y subtitulada "Culto, rito y zarzuela". La sede checa de la institución acoge la muestra que viajará al Festival de Almagro y que se sumerge en todo ese ecosistema que rodea a la Virgen de la Paloma, desde su origen centroeuropeo y las representaciones de la obra de Tomás Bretón hasta el descolgado de su imagen por parte de los bomberos o la propia vida de la verbena madrileña.
Y precisamente Carmena tiene una incidencia directa –como director y responsable de la dramaturgia– de la cita que cerró el miércoles el Día de España en la feria, Barbián, la actuación del insólito Rodrigo Cuevas en el Teatro ABC. "Lo raro" volvió a tomar protagonismo con un tipo que se mueve como nadie en lo bizarro, "pero 'bizarro' tomado como 'valiente', que decían los romances antiguos", advierte. Se plantó Cuevas en la Cuatrienal con todo el descaro del mundo con una pieza que ya estrenó en los Veranos de la Villa y que hace un viaje que va de la zarzuela más regionalista a la más bohemia, "surgida de los bajos fondos", apuntaba la noche anterior. Guitarrica en mano y música electrónica de fondo, el artista subió y bajo del escenario cuando quiso para reivindicar "lo local, las raíces" desde la música, la danza (principalmente jotas) y una vestimenta que aunaba diferentes regiones de España.