“Noche de reyes”: La tramposa imagen del amor ★★★☆☆
Vuelve a la carga con otro gran clásico el tándem formado por Helena Pimenta y Álvaro Tato
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Autor: William Shakespeare (versión de Álvaro Tato y Helena Pimenta). Directora: Helena Pimenta. Intérpretes: Haizea Baiges, Carmen del Valle, José Tomé, Rafa Castejón, Patxi Pérez, Sacha Tomé, Victoria Salvador y David Soto Giganto. Naves del Español, Madrid. Hasta el 6 de marzo.
Vuelve a la carga con otro gran clásico el tándem formado por Helena Pimenta y Álvaro Tato, que tan buenos resultados dio en la Compañía Nacional cuando la primera estaba al frente de la institución. Cambiando el Siglo de Oro por el teatro isabelino, y al amparo ahora de una coproducción entre el Teatro Español y la compañía privada de Pimenta –Ur Teatro–, la directora y el dramaturgo le hincan el diente a la deliciosa comedia de Shakespeare Noche de Reyes.
La obra cuenta la historia de los hermanos gemelos Viola y Sebastián, dos jóvenes que sobreviven a un naufragio por separado sin que ninguno de ellos conozca la suerte que ha corrido el otro. Disfrazada de hombre, y haciéndose llamar Cesáreo, Viola provoca una sucesión de enredos amorosos cuando entra a trabajar en casa del duque de Iliria, llamado Orsino, y ha de servir a este de mensajero en su intento de conquistar a la bella Olivia. Esta, cortejada sin éxito por unos y por otros, queda prendada enseguida de Cesáreo, o sea, de Viola, quien a su vez a duras penas puede ocultar, bajo su falsa identidad masculina, que está enamorada de Orsino.
En la versión, que esta vez Tato y Pimenta firman al alimón, no solo está bien acendrada y expuesta esa trama principal, sino también las otras dos subtramas con las que ha de entretejerse: la del criado Malvolio, enamorado de Olivia y humillado por el resto de la servidumbre cuando esta le hace creer que su señora le corresponde, y la de Sir Toby y Sir Andrew, tío y pretendiente de Olivia, respectivamente, que intentan inútilmente que el segundo de ellos pueda enlazar con su adorada dama.
Todo está contado con claridad y con ritmo, aprovechando la eficacia de la escenografía en muchos momentos y creando para otros, aquellos que exigen un cambio rápido de espacio y de tiempo, algunas escenas –la primera del naufragio, sin ir más lejos– de gran belleza e ingenio visual.
El problema es que, más allá de esa agilidad y desparpajo de Pimenta para contar la historia, desde el punto de vista interpretativo falta en algunos casos un poquito más de destreza –hay que tener en cuenta, además, que algunos actores son aún muy jóvenes– para extraer toda la comicidad de las situaciones y, al mismo tiempo, toda la complejidad psicológica y moral que encierran los personajes que están protagonizando esas situaciones. Una complejidad que debería ser más perceptible para el espectador, aunque aparezca siempre disimulada porque así lo exige el propio enredo. Sí consiguen el difícil equilibrio que demanda este tipo de comedia Carmen del Valle, como Olivia; David Soto Giganto, en el papel del bufón Feste; y, muy especialmente, Rafa Castejón, que logra crear un riquísimo personaje, desprovisto de cualquier tic, con su memorable Malviolo.