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Rodrigo Cuevas: un rupturista romántico que dialoga con el arte

El volcánico artista prepara nuevo disco y conversa con algunos cuadros costumbristas del Museo Thyssen de Málaga
Rodrigo Cuevas: un rupturista romántico que dialoga con el arte
El multidisciplinar artista asturiano artista Rodrigo CuevasRicardo Villoria
Marta Moleón
  • Periodista. Amante de muchas cosas. Experta oficial de ninguna. Admiradora tardía de Kiarostami y Rohmer. Hablo alto, llego tarde y escribo en La Razón

Madrid Creada:

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Como en aquella energía lorquiana que el poeta de Fuente Vaqueros derramaba en esa ciudad sin sueño en la que nadie cerraba los ojos, Rodrigo Cuevas sigue encaramando su arte a las esquinas gozosas de la tierra, del paisaje presente, de todo lo que está vivo, de todo lo que aún nos reconcilia, de los destellos de sosiego que proporciona el elemento preciado de lo cotidiano, del campo y las amigas y el tiempo. «No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie. No duerme nadie», advertía Lorca
Cuevas explicitaba ya en su último trabajo, «Manual de Romería» –toda una explosión celebrativa musical de hedonismo y deseo–, que estaba más despierto que nunca y, tal y como denota ahora en esta conversación con LA RAZÓN, su impulso creativo sigue sin emitir ni un solo bostezo: «Estoy preparando nuevo disco y la verdad es que si te soy sincero las giras me dejan baldado, porque hay tanta gestión, tanto viaje, es una vida tan poco romántica en realidad... aunque parezca que puede ser una experiencia vital impresionante. Al final se convierte todo en un gran trámite de la fuerza, de la energía, del cuerpo, de la voz, excepto los momentos de estar encima del escenario. Eso a mí al menos me deja muy poco espacio para la creatividad y ahora estoy intentando inspirarme para el nuevo trabajo desde la calma, y una cosa que creo es importante para los artistas hoy en día es intentar escapar del discurso. Yo veo mucho las noticias y leo y me informo, e intentar escribir canciones desde ahí es complicado, porque si quiero hacer letras bonitas no puedo estar pendiente de lo que ocurre en el mundo o de lo que nos cuentan que ocurre». 
Y añade: «Tengo que escaparme de las noticias porque si no siento que ellos me marcan gran parte de lo que ocupa mi pensamiento y yo no quiero hablar de lo que Elon Musk o Trump quieren que hable, yo quiero hablar de otras cosas», reconoce al otro lado del teléfono acentuando sardónicamente la «s» final de la última palabra. 

La importancia del jugueteo

«Tengo que abstraerme, pasear mucho por el monte, las burras, estar con las amigas: eso es lo que me hace a mí en estos momentos inspirarme y coger aire», confiesa. Este multidisciplinar artista asturiano bautizado desde su irrupción en el panorama musical español con la acertada pero reduccionista etiqueta de «agitador folclórico» («me siento cómodo aún con ella pero igual es un poco vieja ya, ¿crees que debería cambiarla?», inquiere divertido), se encuentra colgando momentáneamente los hábitos del músico que resignifica la tradición para colocarse durante unos minutos los del creador que explica, divulga y dialoga con los límites de esa tradición a través de algunas de las pinturas costumbristas de Rafael Benjumea o Manuel Cabral que cuelgan de la colección del Museo Thyssen de Málaga, escenario en el que hoy concede una charla junto a la directora artística, Lourdes Moreno.
"El jugueteo es indispensable entre los practicantes del folclore"Rodrigo Cuevas
«Soy una persona curiosa, me gusta mucho meterme en ‘‘fregaos’’ y en cosas distintas que me propongan. No soy un experto en arte ni mucho menos, pero la idea es compartir un poco mi proceso creativo y la visión que yo tengo de la cultura popular a través de varios de estos cuadros», señala antes de rematar cuando le preguntamos por la evidencia de su impronta de rescate vanguardista en varios artistas actuales: «Estos últimos años ha habido mucha gente que se ha acercado al folclore desde un punto de vista menos temeroso, eso es verdad, aunque no me atrevo decir que sea solo gracias a mi. Tenemos que acercarnos al folclore no desde el miedo a mancillarlo o defraudarle como si fuera un padre conservador al que se le hace caso por miedo y no por respeto, sino desde la consideración, la curiosidad, el cariño y el jugueteo, que es algo indispensable entre sus practicantes», se despide este virtuoso recuperador de la belleza popular de la cultura asturleonesa, este libérrimo artista que continúa imparable en su propósito –alejado de la pretenciosidad– de mantener con vida el romanticismo musical del folclore con la ayuda del misterio, la oscuridad, las rosas, el corsé y el barro.

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