Crítica de "Los aitas": el lío padre de Berlín ★★★

Borja Cobeaga («Pagafantas», «Negociador», «Fe de etarras», «Vamos Juan») olvida en esta ocasión su acidez y ese puntito de mala leche que le suele caracterizar para narrarnos una comedia dramática que ambienta a las afueras de Bilbao en 1989 protagonizada por los aitas del título (padres, en castellano), tres en el paro y el cuarto al frente de un video-club que no arriba aun cuando el dueño le eche ganas, cuyas espabiladas hijas han formado un equipo infantil de gimnasia rítmica que lidera una estricta profesora alemana y que deciden participar en un campeonato en Berlín. 

Pero, por esas cosas que a veces pasan en la vida (las madres, que iban a viajar con las niñas en autobús hasta la capital germana, se pillan una cogorza de tres pares y ninguna puede luego ni salir de la cama por la resaca), deberán ser ellos, los descastados progenitores, quienes deban ir con ellas. Es decir, 2.000 kilómetros de ida y, al día siguiente, otros 2.000 de vuelta en un destartalado vehículo que conduce un sacerdote que siempre tuvo la mano muy larga y bebía más vino de la cuenta. Y no en misa. 

Hay en esta nueva road movie costumbrista del cineasta vasco menos humor que en otros filmes suyos (aun así, tienen gracia salidas como esa tan disparatada sobre la invención del calimocho) pero, también, un velo de tristeza sobre una época en numerosas veces enaltecida pero durante la que también se producían, por ejemplo, despidos masivos en los Altos Hornos que dejaron en la calle a muchos cabezas de familia. Y, sin embargo, existe la esperanza, solo deben ver danzar a estas crías.

Sus cuatro protagonistas masculinos, pero, en especial, el «pijo» Juan Diego Botto

Que un poco de más ritmo o energía le habría venido muy bien a la película