Picasso: las imágenes más íntimas del vividor detrás del genio
La muestra "Picasso en foto. Archivos del Museu Picasso de Barcelona" acoge los fondos del archivo fotográfico del museo de la ciudad Condal que permiten acercarse a la vida y los procesos creativos del genio
Creada:
Última actualización:
Detrás de la hermosísima cabeza de Julia con la que Jaume Plensa reavivó la madrileña Plaza de Colón, se esconde un secreto lleno de memorias, genios y pinceles. Lucien Clergue y David Douglas Duncan. Dos hombres, dos nombres, dos profesionales, dos afortunados. El primero, francés, inventor de cuerpos memorables, empezó a tocar el violín con siete años y con catorce, sus dedos de decantaron de manera natural por el mecanismo encriptado de la cámara fotográfica. El segundo, estadounidense, curtido en el terreno confrontado de la guerra y estudiante de zoología y español, se unió a la Infantería de Marina después del ataque a Pearl Harbor, ganó una comisión de oficiales y se convirtió en fotógrafo de combate. A estos dos virtuosos incontestables de la imagen y los espacios les separa el estilo, la mirada, el enfoque y la nacionalidad, pero les une la amistad privilegiada con un ser mitológico como Picasso, un manipulador excepcional de la forma, un artista que, como matizó Jean Clair hace años (el director del Museo Picasso de París), «nació viejo, como el siglo que lo vio nacer y necesitó toda su vida para aprender a desaprender».
El 5 de abril de 1953 Clergue coincidió con el genio malagueño en una corrida de toros en Arles, y aprovechó la ocasión para fotografiarlo y enseñarle otras instantáneas propias. Dos años más tarde se reencontrarían en La Californie, la gran villa de la Belle Époque que el artista tenía en Cannes, convertida en una suerte de Arcadia particular repleta de eucaliptos y palmeras, determinante para el destino de sus creaciones y de su ánimo y testigo anónimo del comienzo de una relación de amistad que se prolongaría hasta la muerte de Picasso, en 1973.
Durante estos años de vivencias compartidas, confidencias a deshoras y tiempos dilatados, se produjeron veintisiete encuentros que Clergue registró fotográficamente. Los retratos llevados a cabo durante el último de todos, producido apenas dos años antes del fallecimiento del pintor, revelan al hombre que el fotógrafo conoció, el que estaba agazapado detrás de la máscara, el que era vulnerable e infantil, al que apreció y marcó su trayectoria artística, alguien descrito por el propio Clergue como «fuerte, triunfante, vulnerable, tímido, hastiado, goloso y feliz de vivir». En el año 2016, el Museu Picasso de Barcelona compró el fondo fotográfico de Lucien Clergue que estaba relacionado íntegramente con Picasso y aceptó la donación que el mismísimo David Douglas Duncan hizo de un total de 161 fotografías en blanco y negro y 2 fotografías en color, registro íntimo de sus años de amistad con el artista.
Ahora, coincidiendo de manera estratégica con la infinidad de actividades, muestras y homenajes artísticos que se están sucediendo a lo largo del conocido como «año Picasso» en conmemoración al cincuenta aniversario del fallecimiento del artista español, todas esas instantáneas de vidas familiares y compartidas pertenecientes a los archivos del Museu Picasso de Barcelona, en las que simpatiza con sus seres queridos, fuma de manera empedernida, expone manías ocultas, conversa con taxistas, recorta con ingenio un pequeño conejo de papel para que interactúe con un perro, o ríe desnudo, con ternura, cercado por la espuma de la bañera de su casa, a través de las cuales descubrir al hombre que hubo detrás del trazo, aterrizan en el Centro Fernán Gómez con el objetivo de acercarse a la vida y los procesos creativos del genio y otorgar una completa y desconocida visión sobre el artista.
«Esta exposición permite una aproximación a la figura de Pablo Picasso, el hombre y el artista, sus procesos de trabajo y la génesis del museo, con fotografía vernácula y de autor de grandes maestros como Lucien Clergue o David Douglas Duncan, contemporáneos y amigos del genio que le siguieron de cerca a lo largo de su carrera y su vida», sintetizaba ayer durante la presentación de la muestra el comisario y director del Museo de la ciudad Condal, Emmanuel Guigon. No dejen de pararse en el primerísimo plano de sus escrutadores ojos negros captados por el objetivo de Duncan. Unos ojos hambrientos, posesivos, brillantes, nerviosos. Cuánta luz y cuánta sombra reflejan. Cuánto genio y cuánto espíritu.