Picasso, un artista bajo sospecha
Manuel Borja-Villel, exdirector del Museo Reina Sofia, explica qué lugar debe ocupar la figura del pintor, cuestionada por las miradas que traen consigo las nuevas corrientes sociales, en las vísperas del 8 de abril, fecha del 50 aniversario de su muerte
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A Pablo Picasso, como a muchos otros, se les ha terminado la época rosa. Los genios ahora también son examinados bajo la luz de su comportamiento y no solo por las capacidades y méritos de su talento. El don de la escritura, la música, el pensamiento o la pintura, como resulta este caso, ya no ampara a nadie de las críticas ni justifica comportamientos. El próximo 8 de abril se cumplen 50 años del fallecimiento del artista malagueño y, como otros, ha sido sometido a una minuciosa y escrupulosa revisión de su figura que no ha pasado desapercibida en la celebración de su muerte. «Lo primero que habría que decir –apunta Manuel Borja-Villel, exdirector del Museo Reina Sofía– es que las obras escapan al artista y los comisarios. ¿Cuál es el significado de una obra como «El Guernica». Tenía el que le dio Picasso, después el que le concedió la República y más tarde, el que recibió en la Transición. La respuesta es que ese cuadro, en el fondo, pertenece a todos. Ahora lo que sucede es que se están repasando la vida de los grandes genios desde diversas perspectivas».
"Picasso es un gran creador de enigmas que siguen vivos hoy y que continúan haciéndonos preguntas"Manuel Borja-Villel
Picasso ahora está siendo acusado de misógino, de machista y, en general, afrontando un examen sobre el que planea la palabra «cancelación». «A mí no me interesa hacer un juicio sobre Picasso. A mí lo que me interesa es el hecho de cómo se construyó a partir de esa figura un mito que tiene que ver con lo que hoy se llama “heteropatriarcado”, de gran genio masculino. Algo en lo que él pudo contribuir de manera involuntaria prestándose para ciertas fotografías que han alimentado después esa imagen. Pero hay que tener en cuenta que eso formaba parte de la época. Para mí lo cuestionable no es Picasso, sino cómo se erigió un discurso de estas premisas alrededor de su figura, y esa construcción es de la sociedad por mucho que Picasso y otros hubieran podido favorecerla de alguna manera. Este es el debate de fondo: cómo se crea esa imagen. Esto es sobre lo que hay que reflexionar, porque de lo contrario, esta revancha contra Picasso y su persona se puede convertir en una cortina de humo para no ver de dónde viene esta construcción».
De todas maneras, para Manuel Borja-Villel lo fundamental es otro tema más importante: «Picasso, al igual que en Velázquez, Maruja Mallo o Louise Bourgeois, lo bueno que tiene es que genera una obra con vida propia, que puede vivir muchas vidas, disponer de muchas lecturas y sobrevivir a su propio tiempo. Hay obras, y eso lo vemos si repasamos los catálogos de pintura de los años cincuenta, que están repletos de artistas y formas abstractas, arriñonadas, de cierta abstracción o informalismo... pero, ¿cuáles de estos trabajos y creadores sobreviven? Solo aquellos que han sido capaces de generar un enigma, aquellos que han podido interrumpir el discurso. Es el cuestionamiento del arte. El hecho de que sigamos hablando de Picasso, a pesar de lo que se diga sobre él, de que hablemos de lo que significa, de que su obra vaya más allá de su nombre hasta formar parte de nosotros y de la historia, y de lo maravillosas que son sus obras de arte, que, en el fondo, son enigmas, dice suficiente. Y digo “enigmas” porque son obras que nunca se resuelven, que siempre nos están interpelando. Cuando una obra de arte es menor o cuando el artista no logra un trabajo relevante, lo que tenemos es una ocurrencia, no arte, y con el tiempo desaparece. Picasso es un gran creador de enigmas que siguen vivos hoy y que continúan haciéndonos preguntas. La prueba es la que se arma cada vez que hay algo sobre él».