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¿Por qué Manuel de Falla murió en Argentina?

El gran compositor gaditano falleció el 14 de noviembre de 1946 en el extranjero, donde se encontraba en una suerte de exilio voluntario
El compositor Manuel de Falla en su etapa madrileña
El compositor Manuel de Falla en su etapa madrileña
La Razón

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El gran compositor español Manuel de Falla murió el 14 de noviembre de 1946 en la ciudad de Alta Gracia (Córdoba, Argentina) a punto de cumplir 70 años, ya que nació el 23 de noviembre de 1876 en Cádiz.
Su cuerpo fue repatriado a España, y en la catedral de Santa Cruz de su ciudad natal, Cádiz, recibió un funeral de Estado. Hoy, sus restos reposan frente a los de su paisano, el escritor José María Pemán, en la cripta de la catedral "nueva" de la capital gaditana: si bien su tumba tiene mucha mayor prestancia que la del autor de 'El Séneca', más sobria.
A tenor de estas dos informaciones contradictorias, que muriera en el extranjero y que recibiera en la España franquista un funeral con todos los honores, cabe preguntarse si fue Falla un exiliado, si se fue a Argentina huyendo del franquismo. La respuesta es ambigua, y da lugar a diferentes interpretaciones.
Lo que sí es un hecho es que el autor de 'El amor brujo' partió voluntariamente para Argentina a fines de 1939, coincidiendo con el final de la Guerra Civil y el inicio de la II Guerra Mundial. Tras una gira de conciertos y recitales por el país sudamericano, tomó la decisión de quedarse a vivir allí junto a su hermana María del Carmen.
Antes, residió en Cádiz, en Madrid, en París, de nuevo en Madrid y finalmente en Granada, donde trabó una gran amistad con el poeta Federico García Lorca, a quien dicen que trató de salvar de ser fusilado. Con el poeta de 'Yerma' organizó en 1922 el famoso Concurso de Cante Jondo de Granada. 
Otro hecho es que el gobierno de Francisco Franco trató de seducir al artista en varias ocasiones para que regresara a España. En ese cortejo se incluye la concesión en 1940 del rango de Caballero de Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio. Además, le ofrecieron una pensión mensual de 25.000 pesetas si volvía. Por otro lado, en 1938 se le nombra director del recién creado Instituto de España, a cuyo acto constitucional en Salamanca ni siquiera asistió pretextando motivos de salud.
Cuenta su biógrafa Elena Torres en su libro que recibió con alborozo la II República española, pero que siendo hombre profundamente piadoso pronto lamentó la quema de iglesias y conventos. Y según apunta el escritor Andrés Trapiello en 'Las armas y las letras', Falla pasó la guerra en zona nacional "pero los excesos cometidos por los nacionales le repugnarían hasta el extremo de exiliarse".