Michael Ignatieff: «Si no paramos a Putin en Ucrania, no habrá seguridad en Europa»
El escritor y político liberal gana el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales por su «la reflexión crítica a los conflictos políticos de nuestro tiempo»
Madrid Creada:
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Esta es una época para Michael Ignatieff. Un tiempo cincelado a su talla. Curtido en la política, opositor de independentismos y bregado en el arte de desbaratar el argumentario de nacionalistas y otros militantes del populismo, este canadiense, con 77 inviernos a la espalda, miembro del partido liberal de su país, ferviente defensor de las democracias, que popularizó la expresión «guerra virtual» durante el conflicto de Kosovo, un acierto lingüístico que ha gozado de un indudable éxito, él es un hombre que parece publicar como contrapunteo a los días que vive. Es autor de libros como «Sangre y pertenencia», un viaje a los peligros que encierran los nacionalismos; «En busca de consuelo», una obra en la que apela, desde textos bíblicos hasta otros de filosofía, en una reflexión apropiada sobre el humanismo en un siglo de valores devaluados y con el lenguaje disminuido y deteriorado; «Las virtudes cotidianas», una indagación moral en medio de la globalización y un mundo polarizado; y una biografía sobre Isaiah Berlín, del que fue amigo.
Definido por algunos como analista, por otros, como político, por los demás, como liberal, Ignatieff no es hombre de evasivas y habla con claridad: «Los europeos están muriendo ahora mismo. El problema es si el conflicto de Ucrania se va a extender o no. Soy de los que consideran que tienen razón en Lituania, Letonia o la República Checa cuando afirman que, si no detenemos a Putin en Ucrania, no podremos tener seguridad en las fronteras del resto de los estados europeos. Hay que pararlo ahí. Hay que decirle a Putin que Rusia forma parte de Europa y que puede formar parte de esta comunidad y mantener buenas relaciones, pero que no se pueden cambiar las fronteras por la fuerza, porque si lo intentas te vamos a detener».
«Si no se defiende la frontera de Ucrania, no habrá Europa dentro de 25 años»Michael Ignatieff
El intelectual, que no disimula su felicidad por haber sido galardonado por el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales por, según dicta acta del jurado, «por aplicar la reflexión crítica a los grandes conflictos políticos de nuestro tiempo», es consciente de que esta coyuntura es complicada de entender para países como «España o Canadá porque están lejos, pero si Putin destruye la soberanía de un estado europeo aplastando una democracia, como la ucraniana, con 50 millones de personas que quieren vivir en libertad, y no se defienden esas fronteras, no habrá Europa dentro de 25 años. Es un tema muy serio. No defiendo mandar tropas a Ucrania porque tendríamos el riesgo de un intercambio nuclear, pero sí apoyar a este país prestándole respaldo diplomático y armas para que las fronteras en Europa estén seguras, y que Ucrania no se convierta en una democracia aplastada por el terror y las bombas».
Ignatieff reconoció que siempre le ha interesado la deriva española y señaló, respecto a nuestras circunstancias, que «si se optan por planteamientos unilaterales se llegan a planteamientos anticonstitucionales. En Canadá se celebró un referéndum constitucional con consentimiento de ambas partes. Esta es la manera de avanzar, pero también debo decir que fue una experiencia cercana a la muerte».
Por eso el intelectual apuntó que «uno de los errores que puede cometer España» es pensar que existe «una solución permanente que retire estos problemas de encima de la mesa. La aspiración de los catalanes de tener un Estado es antigua, como sucede en Galicia o el País vasco. Son identidades profundas y tendríamos que relajarnos en eso». La solución, para Ignatieff, descansa en otro tipo de actuación y, según él, «debemos acompañar estas identidades históricas. Hay que hablar con ellas, hay que conversar, dialogar, tratar de entendernos unos con otros, porque son grandes comunidades autónomas con sus propias lenguas. El problema es cuando se busca una solución radical. Estos problemas no se pueden resolver. Lo único que se puede hacer es gestionarlas ».
«La política es como el boxeo. Es muy duro, muy físico. Si vas a quejarte es que no sabes dónde estás»Michael Ignatieff
Ignatieff, que fue miembro del partido liberal, reconoció que «la política es como el boxeo. Es muy duro, muy físico. Es lo que es. Y si vas a quejarte cuando estás en el ring, es que no entiendes dónde estás, pero también es cierto que la política de difamación en España afecta a muchos. Existe una cierta amargura en la polarización de las eternas divisiones de España. Después de la muerte de Franco, España ha vivido cincuenta años de éxito. Es una de las grandes historias de éxito de Europa. Lo único es que da la impresión de que todo gira alrededor de la identidad, y la política no es todo. Todos debemos descubrir las multiplicidades de la identidad. Solo descubriendo nuestra identidad, veremos los puntos en común que mantenemos con otras personas, de nuestro país y de todos los demás países. Si no lo hacemos, tenemos una amenaza a nuestra democracia».
El escritor admitió que «el lenguaje es un arma en la política» y reconoció que «cuando conviertes el lenguaje en un arma lo deformas y lo traicionas. Lo fuerzas para convertirlo en un instrumento de la ideología, y eso es dañino. Si hay escritores, como George Orwell, que se toman en serio el lenguaje es porque hay que limpiarlo y porque la política lo traiciona. Yo también traicioné el lenguaje cuando estuve en política, porque juegas a la ambigüedad. Son los escritores los que tienen la vocación de mantenerlo puro. La labor de los políticos es contaminarlo».
«Hay un zoo digital preocupante, pero se limpiará por sí solo, porque la gente se harta de la basura»Michael Ignatieff
En este aspecto señaló uno de los problemas que tiene el periodismo hoy en día: «Puede convertirse en otra batalla de los partidos políticos o mantener una labor honesta para que los ciudadanos puedan decidir. Ahora existe un público que puede pagar por un buen periodismo. Yo me gasto 300 dólares al año en suscripciones en periódicos. Creo que es la mayor era del periodismo que he conocido en mi vida, la más objetiva, la más honesta, la más escrupulosa. El problema es que tenemos la esfera digital, que es un reino de escándalos. Tenemos un mundo riguroso del periodismo que sirve a gente educada, de clase media y, por otro lado, una especie de zoológico que cada vez difama más y que es un fenómeno que destroza y dice barbaridades. Tenemos este mundo doble. Eso es preocupante. Pero siento que, al final, la gente se harta de vivir en ese zoo, como la gente se harta de la basura. El zoo digital se limpiará por sí solo, porque estamos aprendiendo a vivir en un medio digital y los seres humanos no quieren vivir en un zoo».
A lo mejor por eso, Ignatieff considera que «tenemos que educar a nuestros hijos explicándoles que cada generación ha tenido miedo sobre el futuro y que cada generación ha sentido la desesperanza. Entendiendo el miedo que tuvieron nuestros ancestros, tendremos menos miedo. Tenemos que alejarnos de los discursos de los cínicos y conectarnos con la sabiduría de nuestros antepasados».
El escritor, que está meditando un libro sobre el legado de su generación, que es la generación, y el legado que va a dejar (la inclusión de las grandes minorías en la sociedad) y sus fracasos (no haber visto la gravedad que supone el cambio climático), aseguró que «tendríamos que evitar llamar al populismo como “populismo autoritario” y convertirlo en un peligro porque no nos gusta lo que dicen. El riesgo de la democracia no es el populismo, la gente que se rebela contra el sistema; el peligro es la gente que se ha situado al margen de lo constitucional. Eso no significa que estén rompiendo el orden constitucional. La idea es muy sencilla: ¿Donald Trump aceptará el resultado electoral si pierde? ¿Será una amenaza para el orden? Si juega con las reglas de la constitución, no hay nada que decir. No comulgo con las ideas de Meloni, pero si está en los límites constitucionales, por lo que a mí respecta, está bien. Este es el tema. Soy optimista y creo que Marine Le Pen no será presidenta electa solo si está dentro de esos límites. De lo contrario, el pueblo francés tendrá que alzarse y decir que no pasará».