Manuel Segade: «No me hubiera presentado si quisiera hacer lo mismo que Borja-Villel»
Apuesta por un relato continuado desde el siglo XIX con nombres consensuados y dice que sus muestras anteriores revelan qué clase de exposiciones abordará
Manuel Segade habla rápido, pero también claro, y lo que cuenta, lo cuenta sin caer en retóricas elusivas ni palabras armadas con doble fondo: «Yo no me hubiera presentado ni tampoco hubiera presentado un proyecto nuevo si quisiera hacer lo mismo que Manuel Borja-Villel». Sin concederse la pausa de un respiro, subraya que su intención «es levantar algo nuevo sobre algo que ya se ha construido» y se apresura a remarcar que «lo que ha ocurrido con mi predecesor me preocupa mucho. Es alguien a quien aprecio. Mi generación ha aprendido mucho de su paso por la Fundación Tàpies, el MACBA y el Reina. Es un profesional intachable y le debemos mucho. Ha habido un momento muy injusto con él, pero el futuro hablará y se verá el lugar en el que ha posicionado este museo. Yo espero consolidarlo. Él ha dado quince años de estabilidad y gobiernos diferentes lo han respetado. Eso ha permitido todos los cambios que se han hecho y una herencia como es la ley propia, las fundaciones...».
El nuevo director del Museo Reina Sofía recoge un testigo difícil, empañado por las sucesivas polémicas y cuestionamientos que han empañado la salida de su predecesor, a quien se le ha discutido el planteamiento elegido para la reordenación de las salas y el carácter ideológico de algunas decisiones. A Manuel Segade hay que ir a buscarlo en el recorrido que ha hecho hasta el día de hoy. Ha sido comisario jefe del Centro Gallego de Arte Contemporáneo (CGAC) desde 2007 y 2009, y, desde 2015, director del Centro de Arte Dos de Mayo (CA2M), en Móstoles. Una trayectoria en la que ha afirmado su tendencia a apostar por autores nuevos y por las periferias.
¿Es urgente volver a crear un consenso alrededor del Reina Sofía?
Creo que sí. Existen dos aspectos muy relevantes ahora. El Reina Sofía, a pesar de lo que digamos, está en un momento increíble. Es una de las instituciones de arte contemporáneo más importantes que tenemos en Occidente y es fundamental. Dispone de un peso y un capital simbólico que hay que trabajar para consolidarlo. No se puede perder lo que ha construido el equipo anterior, pero a la vez teniendo en cuenta el contexto español.
¿A qué se refiere? ¿Va a reordenar la colección?
Quince años son muchos años y por mucha amplitud que tuviera ese proyecto hay tendencias y gustos determinados de la persona que ocupaba la dirección y sus equipos. Creo que hay que abrir los relatos. Todo tiene que ser más coral y que entren más voces. Hay muchas maneras de conseguirlo, como, por ejemplo, comisariados externos al museo que permitan interceptar otros relatos y discursos y, sobre todo, trabajando con esta colección. La más ambiciosa puesta en escena que ha habido es «Vasos comunicantes» y lo que reúne solo es un cinco por ciento de unos fondos que son increíbles. Ahí dentro existen miles de relatos agazapados que necesitarían más más movilidad y más voces para articularse. Hay que recuperar el consenso y escuchar a la sociedad. Y trabajarlos todos. Hay que recuperar eso.
«El Museo Reina Sofía no puede convertirse en la colección de Manuel Segade»Manuel Segade
Un cinco por ciento, asegura. ¿Va a incluir nombres que han quedado apartados, como Antonio López?
Hay que buscar ese consenso de nombres que deben estar en el Reina y eso es bueno. Por eso es importante que se renueven los cargos, para generar otros discursos. La corrección de la colección la está haciendo el propio museo. Las exposiciones temporales toman algunas salas de ella y ya existen capítulos que han desaparecido. Pero no me gustaría que fuera una exposición temporal, sino que la colección tuviera también un relato continuado desde finales del siglo XIX hasta el presente y que esté de manera permanente para el público. Considero que esto es muy importante y debemos trabajarlo y debemos todos pensarlo, porque el Reina Sofía no puede convertirse en la colección Manuel Segade, sino que hay que escuchar. Y existen las herramientas para dar con el relato y también identificados. Algo que es posible gracias a la cantidad de fondos.
Una de las quejas eran las exposiciones. Muy intelectuales. Va a conceder al público muestras más populares.
Más que tocar nombres o ideas ahora, me interesaría hacer la traslación a una escala, a la del CA2M. Estos días se decía que yo había hecho exposiciones sobre Cecilia Vicuña y Juan Muñoz, y que esas muestras podían estar perfectamente en el Reina. Bueno, pues creo que ahí está la respuesta a lo que me ha preguntado. Habrá cosas muy populares y otras que serán para sacar nota. Lo importante no es excluir exposiciones sesudas. Creo que lo crucial es generar situaciones de acceso para que el público se acerque a ellas. Dora García decía que «el arte es para todo el público, pero solo una élite lo sabe». Eso es. Un museo con perfil público tiene que saber generar esas circunstancias de acceso... yo he echado en falta más textos explicativos en las exposiciones y formas sencillas de acceder. No tener cerca una cartela... creo que este paratexto institucional, generalista, tiene una parte de educativa, aunque algunos lo tilden de paternalista. Pero, para mí, es importante que una exposición pueda llegar a toda clase de público.
Siempre ha apostado por artistas nuevos. ¿Lo va a seguir haciendo? ¿Va incluir el arte performativo?
La cercanía con el presente es crucial. Hay que generar un lugar donde puedan exponer los artistas, y también equivocarse. Para eso es fundamental un espacio público, que es un hecho en multitud de instituciones, desde las primeras que apostaron por esto, como la fundación Joan Miró. El Reina Sofía lo tiene con el programa Fisuras. Ha sido una apuesta fundamental para las carreras y la visibilidad de artistas españoles. Este forma parte del trabajo. En cuanto a lo performativo, creo que el Reina debe generar más performances. En este punto ha sido un poco tímido. El público es importante en todas estas formas coreografiadas, pero pienso que hay que más al museo y que sean más visibles. Esto no es un capricho mío. Es una tendencia mundial en el arte contemporáneo. Y es uno de los aspectos en los que puedo ayudar al museo.
Junto al concepto periferia, museo de barrio...
La periferia es esencial. Es un concepto fluido, móvil. Pienso en los años 30, en el momento del arranque del fenómeno urbano en España, con la Escuela de Vallecas, a las afueras, reivindicando el campo. Desde hace siglos, la periferia aporta dinámica dentro y fuera en España. Parte de nuestra cultura se ha formado así. En cuanto al museo situado que está en un lugar, que tiene un contexto, me gustaría entenderlo como una piedra que se arroja en un estanque. Entonces se crean círculos concéntricos. Están los más cercanos, pero en ese estanque, las ondas rebotan en los bordes, en las partes más alejadas, y hacen que vuelvan. Estas zonas complejas son las que me interesan. Hay que ir a círculos más amplios. El museo nacional es muy amplio. No es solo Madrid. Hay zonas fuera de Madrid. Debemos ocuparnos de eso.
Hay nuevos discursos, como el colonialismo, el indigenismo. ¿Cómo los va a abordar?
El arte contemporáneo es un régimen que comienza en los sesenta, con el nacimiento de la performance. Esto viene a la vez de unos contextos sociopolíticos, como la segunda oleada del feminismo, las artistas de las citadas performances. Son gente que pertenecían a estas genealogías que provienen de los sesenta, con la descolonización de los imperios europeos. Este contexto, que es lo que se suele denominar crítica interseccional, donde se cuestiona el género, la raza y se cuestiona la identidad fija heredada del siglo XIX forma parte del ADN del arte contemporáneo. Hoy sabemos que los debates sobre estos temas también afectan al arte contemporáneo y este, por supuesto, los toca. Esto afecta al propio pasado de los museos, se proyecta hacia atrás y a releer las colecciones de una manera distinta. Pero esto sucede no solo aquí, sino que es un movimiento a nivel internacional. Está en la agenda mundial. Son temas que están ahí. Los museos acogen estas ideas como estructuras democráticas públicas y que forman parte de la igualdad de la sociedad. Si hablamos de feminismo, es porque el arte habla de feminismo, porque está en la producción cultural de las sociedades.
¿Tiene un artista con el que sueña exponer?
(Risas). Los sueños ya se harán realidad. Paciencia. Ya llegará el momento de mencionar nombres. Y ojalá ellos mismos acepten colaborar...