Laforet, Martín Gaite, Núria Amat: la revolución de las «buenas chicas»
Aranzazu Sumalla publica «Las buenas chicas», obra donde cuestiona patrones
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Desde hace algunos años los estudios de género han iluminado el análisis crítico y académico de la literatura. Cuestionando patrones culturales, tópicos sexistas y arraigados prejuicios, esta metodología ha alterado una mirada estética que, durante siglos, ha sido abrumadoramente masculina. Con este enfoque crítico, Aranzazu Sumalla (San Sebastián, 1970) publica «Las buenas chicas. La narrativa española escrita por mujeres», ensayo donde aborda las particularidades de la escritura de autoría femenina, que no se limita al simple devenir de tramas y argumentos, sino que profundiza en la reivindicación de género, con acerada sensibilidad y mostrando cierto desacomodo social. Tomando como punto de partida el mítico ensayo de Simone de Beauvoir «El segundo sexo» y atendiendo al concepto de «bildungsroman», novela de formación ética y fisiológica, se analizan algunas de las mejores obras contemporáneas escritas por mujeres.
En eficaz ejercicio de literatura comparada recorren estas páginas, entre otras escritoras, Rosa Chacel con «Barrio de Maravillas», recreación autobiográfica del mundo mágico de la infancia en el Madrid de principios del pasado siglo; y Núria Amat, quien en «La intimidad» detalla líricamente la temprana influencia de los libros en su juventud; o Carmen Laforet y «Nada», donde se evidencia la demoledora insatisfacción de la protagonista, frustrada por un inhóspito medio social y familiar; sin olvidar a Carmen Martín Gaite detallando en «Entre visillos» la aridez sentimental de la vida provinciana; a Ana María Moix y «Julia», crónica de una adolescente que se niega a madurar; y a Josefina R. Aldecoa, quien en «Historia de una maestra» expone la implicación femenina en la reforma educativa de la II República.
Las heroínas de estas historias «al convertirse en protagonistas o, sus autoras, al escribir esas novelas, dejaron atrás esa condición de objeto, del otro, del que no es, para hacerse con un espacio propio, de verdad, con una voz propia, auténtica». Es este un ensayo imprescindible en la emancipación femenina.