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Sherlock Holmes, detective público

Caduca el copyright del último libro de la icónica saga de Conan Doyle, así como queda libre de derechos de autor el poemario de Miguel Hernández
larazon

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Sherlock Holmes ya nunca más estará solo con su pipa y su Stradivarius. Ya no podrá volver a mandar a nadie a callar, a dejar de respirar, a inmovilizarse, con tal de pensar mejor. Pues ahora este personaje es suyo y mío, del que está a su lado o en la otra punta del planeta. Sherlock Holmes es de todos porque –elemental, querido lector–, acaba de pasar a ser de dominio público. Como cada año, se han difundido las listas que determinan qué creaciones y obras pasan, por haber transcurrido unos 70 años desde la muerte de su autor, a no atender a ningún copyright, y en el plano internacional destaca sin duda el icónico personaje de Sir Arthur Conan Doyle. Este año caduca el copyright del último libro de la saga de Holmes, lo que permite que ahora cualquiera puede utilizar al compañero de Watson sin miedo a infringir ninguna norma, así como se puede reinterpretar a propio antojo cada obra del icónico detective. Una noticia que, además, pone fin a un largo debate legal, pues los herederos de la obra de Doyle se han esforzado en no pasar nada por alto: incluso el «spin off» de «Enola Holmes» se vio inmiscuido en un litigio por derechos de autor.
También es llamativo el caso de un creador español: la Biblioteca Nacional también ha publicado su habitual listado, y en ella incluye a Miguel Hernández, autor de «Nanas de la cebolla» o «Viento del pueblo». La obra del renombrado poeta también ha pasado a dominio público, al igual que la de otros 176 artistas como el pintor Julio González o la cantaora Lola Cabello. En España, los derechos de explotación de una obra subsisten 70 años después de la muerte del autor en cuestión, aunque el plazo es de 80 años para aquellos fallecidos antes del 7 de diciembre de 1987. De esta manera, los poemarios de Miguel Hernández también pueden ser editados, reproducidos o difundidos públicamente, y es aquí donde surge el eterno debate. ¿Es esta «liberación» del patrimonio positiva para los creadores, independientemente de que hayan pasado años desde su fallecimiento? ¿Debe ser la cultura pública pese a riesgos de salpicar la unicidad de cada creación? Sherlock Holmes les aconsejaría que no se muevan, ni hablen, ni respiren, sino que reflexionen, que hallen una conclusión, pues su sucesor quizá cree debate: en 2024 es Mickey Mouse quien será de dominio público.