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Karra y Zahera, dos pistoleros a la conquista de la Caleta: "Somos la puerta de Europa del narcotráfico a gran escala"

La consolidada dupla de actores protagoniza junto a Jesús Carroza "Tierra de nadie", un trepidante thriller con tintes de western dirigido por Albert Pintó
Karra y Zahera, dos pistoleros a la conquista de la Caleta: "Somos la puerta de Europa del narcotráfico a gran escala"
Luis Zahera y Karra Elejalde en "Tierra de nadie"Marina Caputo
Marta Moleón
  • Periodista. Amante de muchas cosas. Experta oficial de ninguna. Admiradora tardía de Kiarostami y Rohmer. Hablo alto, llego tarde y escribo en La Razón

Madrid Creada:

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En las costuras geográficas del Cádiz confeccionado por Albert Pintó no hay jarana, ni alboroto carnavalero, ni máscaras, ni "bastinazos", ni vidas continuamente celebradas, ni rastro de "los acostados" de Caballero Bonald, de esos individuos que permanecían tumbados naturalmente en la cama, leyendo y fumando, sin que ningún tipo de malestar les obligara a la horizontalidad, aquellos que "no eran ni enfermos imaginarios ni gente desocupada; eran simplemente unos ciudadanos algo extravagantes, pero muy conscientes de su papel de dimisionarios de los afanes de cada día". 
No hay, en definitiva, en el nuevo trabajo del cineasta catalán ninguno de esos elementos festejados que culturalmente se asocian con la cara más amable, relajada y esparcida de "la tacita de plata" porque la urgencia de retratar lo que sucede a diario en la provincia y lo que se agita desde hace tiempo en unas marismas tomadas de forma radical por el narco era mayor. "Somos la puerta de Europa del narcotráfico a gran escala. Antes entraba por Galicia y por el Cantábrico, pero ahora lo hace por Cádiz, por Jerez de la Frontera, por el sur desde Marruecos desde África Central, y esto es una realidad que la película refleja", puntualiza un expansivo Karra Elejalde, protagonista de "Tierra de nadie" junto a unos incombustibles Luis Zahera y Jesús Carroza en entrevista con LA RAZÓN. 
Este rítmico thriller salpicado por tintes de western y fuertemente condicionado por el entorno en el que transcurre la historia, está vertebrado por una amistad masculina entre estos tres hombres sabidos de memoria desde que eran niños con motes atribuidos que les identifican y otorgan pertenencia y sentido de lo propio –"el Yeye", "el Gallego", "el Arrantzale"– y cuyas profesiones –un guardia civil, un narco de poca monta y un depositario judicial– condicionan sus vidas adultas hasta el punto de verse sometidos a una peligrosa gestión que pone a prueba la fortaleza de sus respectivos vínculos durante el traslado rutinario de un yate incautado a un peligroso cártel.
Preguntados Zahera y Karra por el posible contagio que presenta la historia de la resignificación del western a la que hemos asistido en el campo audiovisual durante los últimos años, el primero plantea que "definamos antes qué es, porque para mí, por ejemplo, el western siempre estuvo asociado al hombre que lucha contra todo, a ese tipo solitario montado a caballo monosilábico, ¿verdad?", indica Zahera antes de que Elejalde añada: "Claro, el hombre que solo se entendía consigo mismo. Como género, el western, yo creo, como bien dices, que está siendo muy socorrido, sobre todo en los últimos años. Si tú ves «Perdita Durango» (de Álex de la Iglesia) hay algo de western. Si tú ves «Año Mariano» (dirigida por el propio Karra Elejalde y Fernando Guillén Cuervo), también puedes ver algo de western. Y en ‘‘Tierra de nadie’’ existe un cuarto personaje indiscutible del que hablábamos antes que es la zona, la de Barbate, las marismas, la luz. La luz que Barbate ha sabido dar y el productor Álvaro Ariza, nativo de la tierra, ha sido capaz de encontrar. La hora bruja duraba allí 40 minutos y él consiguió una hora bruja constante. Estamos siempre con una luz mágica, ambarina, dorada, que te remonta al western. Y esa primera reunión entre la banda mexicana y la mía, en esa especie de poblado que podría perfectamente ser Almería, también parece de un western».
Es decir, añade, "que sí que hay, de alguna manera, un homenaje al género sin duda y creo que además hay muchos autores internacionales que se siguen inspirando en sus códigos, como Tarantino o tantos otros, que, aunque dirijan una película que no es un western al uso, huele a ese género que te mueres. Si no es por la música es por la cromática, por lo árido o por un puto crótalo o lagarto haciendo (procede a imitar el sonido del reptil)... Sí, sin duda estamos volviendo a resignificarlo".

Hombres que lloran

Además de las claras reminiscencias mencionadas, «Tierra de nadie» pone en el centro narrativo de esa acción adrenalínica –colonizada por persecuciones y violencia pirotécnica– a hombres que lloran y también que se quieren, algo que el intérprete vasco reivindica y subraya con particular entusiasmo: "Mira, Albert crea un plano en el que está prácticamente todo el pueblo en un bar y una triangulación de miradas entre el personaje de Luis, el de Carroza y el mío, que a priori parece una cosa como neutra, porque no sabes si se miran con rencor, como estudiándose, y lo que existe ahí es un retrato enorme de una amistad profunda, y me parece muy interesante que también un thriller de cabida a las emociones. Aquí ves a las mujeres desde otra distancia, menos apegada a la montaña, dar también una idea de lo ético, de lo moral, de lo que sí y de lo que no. Y ves a los héroes cagarse de miedo". Una circunstancia, remata Zahera, que ocurre porque "estamos hablando de la verdad y, colocados desde esa pureza, agradecemos ver en pantalla a una especie de tipos duros, de Bruce Willis patrios, más humanos e imperfectos, más reales".