Nació Judeline –nombre artístico de Lara Fernández Castrelo– en Jerez de la Frontera hace 22 años y se crio en Los Caños de Meca (Cádiz), pero al verla te dices que bien podría provenir del Nueva York de los años 70 o incluso de Saturno, y no habría que descartarlo. El pasado enero recibió el galardón del público en los premios Music Moves Europe (MME) de la Unión Europea para artistas emergentes, es decir, el de mejor artista emergente de Europa, una pasada. Nada hay más reconfortante para un creador que ser reconocido por la gente, no por la industria ni la crítica: «Fíjate que yo siempre me había considerado una artista más recetada dentro de la industria pero no tan conocida fuera –señala–, y ahora eso está empezando a cambiar. Me sentí superbién con ese premio, no me lo esperaba para nada. Y el llegar a tanta gente es algo loco, la verdad, porque no te das cuenta». Que el interés que despierta va en aumento es un hecho: a pesar de la buenísima disposición de su equipo, conseguir charlar con ella me ha llevado más de un mes, 40 días para ser exactos, pues su agenda echa humo. ¿Qué tal lleva el haber pasado de ser una persona anónima a alguien reconocible, y reconocido, y no disponer apenas de tiempo? «Es complicado –confiesa–. Casi no duermo en mi cama porque estoy siempre por ahí… Girar es un poco esto, pero a mí me gusta, soy muy afortunada. Estoy cansada y estresada, pero muy contenta». No cree en los géneros –«es algo un poco antiguo, pero entiendo que clasificar mi música es difícil», dice– y en sus canciones mezcla pop, flamenco, trap, sonidos árabes, R&B y reguetón. Para esta misma sección, distintas artistas han declarado que el reguetón y el trap les producen rechazo por lo sexualizados que están y por el papel de mero objeto en el que convierten a la mujer, por su machismo, pero Judeline no comparte ese juicio: «Creo que no es verdad –asevera–. El reguetón y el trap vienen de clases sociales más bajas, y el propio clasismo que tenemos en la cabeza nos da a entender, inconscientemente, que esa es la única música machista que hay, pero la verdad es que todos los géneros son supermachistas, tanto el rock como el pop, incluso las baladas. Puedes encontrar letras machistas en todo tipo de música, porque nuestra sociedad es machista y el mundo también. Entonces, decir que no escuchas reguetón porque es machista es una chorrada, es generalizar demasiadísimo. Cuando sea vieja –prosigue– me escandalizaré seguramente con la música que escuchen mis hijos, igual que a mis abuelos les debía escandalizar el rock que escuchaban mis padres. Nunca vas a entender a las nuevas generaciones porque no es la tuya y siempre vas a querer volver a la nostalgia y a la música que a ti te gustaba, y vas a pensar que solamente esa es la válida, pero está bien abrir un poco la mente y dejarte llevar».
Rosalía ha alabado su trabajo. ¿Qué opinión tiene ella de la artista catalana? «Creo que lo hace todo bien –afirma–. La conocí con “Antes de morirme” y desde entonces me ha encantado todo lo que hace. Sin ser flamenca, Rosalía ha llevado el flamenco a otro nivel.
Nadie ha hecho lo que ella en los últimos años. Fusionó el flamenco y, desde un gran respeto, porque lo estudió, lo ha llevado a la escena internacional, y eso los flamencos se lo tendrían que agradecer en lugar de enfadarse. Creo que nos viene bien a todos. Hay que abrir la mente, como te digo, y entender que la música trasciende y evoluciona».
«Casi no he tenido relaciones tóxicas. He terminado muy bien con todos los chicos a los que he querido»
Pura ficción
Judeline ha declarado que su primer disco, «Bodhiria», no es muy personal ni autobiográfico, lo cual sorprende en un momento en el que la etiqueta «basado en hechos reales» se utiliza en exceso, como si le diera un valor añadido a la obra: «Si mi disco fuera autobiográfico me hubiera tenido que ceñir a la realidad, y eso me corta mucho las alas a la hora de trabajar creativamente –explica–. Preferí crear una historia, un cuentecito, y tirar por ahí, me divertí muchísimo más. Es una ficción. Soy de idealizar mucho y las pequeñas situaciones de mi vida engordarlas en mi cabeza. Algunas tienen parte de verdad, pero la mayoría salen de mi imaginación». ¿Y qué cosa es Bodhiria? «Bodhiria sería como un no-lugar, casi como una cueva. ¿Sabes la gruta de las Maravillas? Pues así me la imagino. Como un lugar desde el que Ángela, que es la protagonista del álbum, observa la vida pasar sin ella. Es una metáfora de lo que estoy viviendo, que es verlo todo desde un plano muy distinto». En sus canciones habla sobre «amores tóxicos». ¿El tema «Canijo», previo a este disco, sí estaría basado en hechos reales? «Pues “fifty fifty”. En parte sí y en parte no. Sí que hay una persona que me viene a la cabeza cuando menciono al chico de esa canción, pero hay cosas que me invento. En realidad, yo casi no he tenido relaciones tóxicas. He terminado muy bien con todos los chicos a los que he querido, incluso con rollitos o amores de verano. El amor tóxico me inspira más a la hora de escribir, pero no es algo que yo lleve mucho en mi vida personal».
Esta artista ha trasladado la estética andaluza a otro lugar, la ha «customizado». Le pregunto qué es para ella esa comunidad, además de su tierra: «Andalucía me parece un lugar mágico –responde–. Pienso mucho en la mezcla de culturas tan grande que hay allí y en lo especial que es toda su arquitectura, en el clima... Si vienes de fuera puedes sentir que estás en un lugar distinto porque la cultura se respira, está en el aire, y estoy superorgullosa de Andalucía. No siento tanto orgullo por ninguna otra cosa como el que siento por mis raíces. El trabajo me impide vivir allí largas temporadas [reside en Madrid], pero si en el futuro tuviera hijos me gustaría criarlos en Andalucía».
«Todo se está polarizando tanto que me da pena y un poco de terror»
La afición musical le viene a Judeline por su padre, músico venezolano. ¿Cómo viven la dura situación en la que se encuentra ese país? «Mis abuelos eran emigrantes españoles que fueron a Venezuela con mi padre pequeñito, y él sufre mucho porque tenemos familia allí. Me siento emocionalmente cerca del venezolano, igual que de Palestina y de todos los países que están pasando por realidades bastante crudas y complicadas». ¿Le interesa la política como materia musical, como tema? «Con la política estoy un poco desanimada. Obviamente, tiro más para un lado que para otro. Pero incluso el lado para el que tiro no me representa muchas veces. Y creo que eso nos está pasando a muchos chicos de mi edad –observa–. Todo se está polarizando tanto, el mundo está tan extremo, que me da pena y un poco de terror».
AMANECE EN BOHIRIA
Por Javier Menéndez Flores
En tu cueva secreta hay limbos, escopetas, esternones, torres altas –¡Toronto!–, calima, melancolía, lunas rojas, acertijos en la mirada, ambición asesina, zarcillos de plata –esos labios en la oreja– y un vacío dentro, muy dentro, tan adentro. Y amanece y te despiertas y al poco cae la tarde y enseguida es de noche y te sorprende la madrugada igual que un disparo o un susto (tonadas de la luz, mujeres rotas que se vuelven arena). No hay más mundo, Lara, que aquel que contemplas cada vez que cierras los ojos.
Pintar cada cosa que ves y que te mira no habría estado mal, pero cantarlo es elevarse y creer por unos segundos que te has vuelto más ligera y más grande y que a tu alrededor todo flota, puro vuelo lisérgico. Lo supiste, que la música iba a ser tu aliento y tu agua en el desierto, antes, incluso, de atreverte a soñarlo. Pero eso no le resta un gramo de épica a esta aventura tuya, tan loca, en la que todos los días son sábado aunque rara vez dejes de faenar y de sentir el suelo que pisan tus pies desnudos con una intensidad que duele.
Y qué hermosa es la carretera que te lleva al siguiente bolo, a los próximos aplausos, a la cápsula de una habitación de hotel en la que cuesta entregarse al sueño porque aún notas cómo te observan todas esas bocas y te besan todos esos ojos. Y mañana más, si Dios quiere, claro, y seguro que mejor, no puede ser de otra forma.
El rostro de La Candelaria jamás envejece y el acento con el que te tropiezas a cada paso es como un susurro remoto y familiar al mismo tiempo, y allá donde mires te ves igual que frente a un espejo. Te estoy hablando de La Plata y de los ojos limpios de la abuela y de una Semana Santa que viaja siempre contigo. Y aunque allí los puristas no toleran ni una sola veleidad que se salga del canon, de su rígido modo de entender el sonido del alma, quizá deberían ponerle una alfombra roja a Rosalía por llevar esa música que tanto aman a los escenarios y a las pasarelas del mundo entero.
Y en Los Caños, esa Andalucía alternativa, los jipis desconocían el significado de la ansiedad y el mar era un póster en movimiento que nunca te cansabas de admirar. Venga, coge un par de toallas y vámonos a Zahora y después a esa Grecia de bolsillo que es Vejer de la Frontera. Y apuremos el día en Conil, donde Hemingway arribó de la mano de Antonio Ordóñez y pensó que si existió el Edén él acababa de verlo. Pero es que el aire de allá abajo, de ese sur que se incendia solo, sin más ayuda que la de su propia naturaleza, es distinto al de cualquier otro lugar y cada rincón embustero te puede cortar el aliento para siempre.
Acuérdate, Lara, de aquella niña que idealizaba el mundo frente al televisor y a la que nunca miraban los chicos. El colegio era un tostón pero siempre tenías una nube a la que encaramarte. Y en Holanda la voz te abrió todas las puertas que decidiste cruzar y comenzaste a construir a la que querías ser a partir de entonces. Pero fue en Madrid donde la melena se desmelenó y los planetas se alinearon.
Y hoy, como tantas veces, has vuelto a llorar en un concierto de otro. O puede que fuera al escuchar lo último de Yerai Cortés, que toca igual que besaba Casanova. O quizá fue con esa canción de trap –¿«TKM»?– que ponías cada vez que te dolía mucho el pecho. Y si digo Rocío digo «Señora» y se manifiesta toda esa fuerza en tu brazo izquierdo, que es, como dijo Paco de Lucía de su mano, el que piensa.
Hey, Judeline, no olvides que al otro lado del Atlántico tienes hermanos y que cualquier tragedia que acontece en el mundo te concierne. Esa certeza te hará mejor, palabra, y seguirás creciendo.