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Julián Besteiro, una traición para acabar con la Guerra Civil

Protagonista del golpe de marzo de 1939, pasó a la historia como un traidor para el PCE y el PSOE por intentar acabar con la Guerra Civil, hecho aún conflictivo entre los socialistas modernos
De izda. a dcha., Besteiro, Daniel Anguiano, Andrés Saborit y Largo Caballero en el penal de Cartagena / Julián Besteiro, una traición para acabar con la Guerra Civil
De izda. a dcha., Besteiro, Daniel Anguiano, Andrés Saborit y Largo Caballero en el penal de Cartagena / Julián Besteiro, una traición para acabar con la Guerra CivilWIKIMEDIA

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Julián Besteiro fue considerado un traidor por el PCE y una parte del PSOE por protagonizar junto al general Casado un golpe de Estado contra el Gobierno de Negrín en marzo de 1939. Su deseo era llegar a una paz negociada con Franco, y no dejar hasta la última gota de sangre en un conflicto inútil. En la “Historia del Partido Comunista de España”, publicada en París en 1960 por una comisión del Comité Central del PCE presidida por Pasionaria, se calificó a Besteiro de traidor. El golpe para acabar con Negrín y pactar con Franco había sido una “traición al pueblo, (y) la entrega de España al fascismo”. Era una hipocresía del PCE. De hecho, la propia Pasionaria aplaudió en septiembre de 1939, seis meses después del golpe de Casado, la ejecución del acuerdo entre Hitler y Stalin por el que se entregaba la mitad de Polonia al nacionalsocialismo genocida.
Al PSOE también le incomoda Julián Besteiro. En septiembre de 2020 se conmemoró el 150 aniversario de su nacimiento. Pedro Sánchez se puso de perfil. La Fundación Pablo Iglesias hizo una exposición que duró diez días, abierta solo tres horas diarias de lunes a viernes. Aquel madrileño nacido en 1870, formado en la Ilustración Libre de Enseñanza, había estudiado en la Facultad de Filosofía de la Universidad Central. Aprobó una oposición a catedrático de instituto, amplió estudios en Francia y Alemania, y consiguió una cátedra de Lógica de la Universidad Central. Pronto se inició en política. En 1903 fue elegido concejal por Unión Republicana en Toledo, y tres años después se sumó al Partido Radical de Lerroux. No fue hasta 1912 cuando se afilió a UGT y al PSOE. Ese mismo año fue elegido concejal en Madrid por la Conjunción Republicano-Socialista.
Besteiro, sin embargo, fue uno de los directores de la intentona revolucionaria de 1917. Redactó la posición amenazante de la UGT al Gobierno que buscaba una excusa para hacer la revolución, y acordó con los líderes de la CNT, junto a Largo Caballero, la campaña de agitación que conduciría al levantamiento. Acabó en la cárcel, de la que salió en mayo de 1918 por una amnistía.
Besteiro aprendió poco de 1917. Siguió siendo el mismo. Fue elegido diputado en la “opresiva” monarquía de Alfonso XIII, a pesar de lo cual declaró al periódico “La Libertad” que los gobiernos monárquicos eran “provocadores de la revolución”. Es más; llamó a Eduardo Dato el “primer terrorista de España”, que fue asesinado en 1921 por anarquistas. La llegada de la Dictadura en 1923 no la vio como un retroceso. Era otro régimen burgués más que caería por la lucha de clases. Incluso sostuvo la modernidad del corporativismo y la organización social en una “democracia industrial”, con un “Parlamento industrial” de empresarios y trabajadores. Esto hizo que colaborase con Primo de Rivera.
Ya en la Segunda República, Besteiro era un personaje extraño en un PSOE tomado por Largo Caballero. Luis Araquistáin lo ridiculizó por escrito en mayo de 1935 por su ingreso en la “burguesa” Academia de Ciencias Morales y Políticas. Le acusó de no ser marxista, sino un falsificador de la doctrina y un admirador de Roosevelt, presidente de EEUU. Y lo peor: que despreciaba la revolución y la dictadura del proletariado. El asunto es que Besteiro no quiso saber nada del golpe de 1934 contra la República ni patrocinó el Frente Popular. Tampoco no hizo lo suficiente para contener a su partido, ni dejó la política.
La Guerra Civil la consideró una locura, por lo que viajó a Londres en mayo de 1937 para buscar la mediación del Gobierno británico. Tenía mucha fe en el Reino Unido. Descorazonado por las derrotas de 1938 y la marcha de Azaña, trabajó contra el empeño de Negrín de prolongar la guerra hasta que se iniciara el conflicto europeo. Aquello era una masacre por un mezquino interés político.
Besteiro acordó con los generales Casado y Miaja un golpe para echar a Negrín. Estalló entonces una semana de guerra civil en Madrid dentro de la Guerra, en la que hubo entre 200 y 2.000 muertos. “Se puede perder, pero con honradez y dignamente”, dijo por radio a los madrileños explicando el golpe de Estado. Pero Franco se había negado a negociar. Cuando las tropas franquistas entraron en Madrid, encontraron a Besteiro esperando en un ministerio. En la tarde del 28 de marzo de 1939, ejerciendo la representación del Consejo Nacional de Defensa, entregó los poderes a los vencedores. El viejo socialista ingresó en prisión y murió un año después.