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Las infinitas variantes del puente del diablo

En la vertiente norte de las leyendas españolas abundan historias sobre estas estructuras creadas o custiodadas por seres infernales
Representación artística de un puente realizada por J. M. W. Turner
Representación artística de un puente realizada por J. M. W. Turner

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Todo puente es un cambio metafísico entre uno y otro lado de la realidad. Cruzar el río de la vida es vadear las aguas que comunican con el otro lado. Una vieja historia arquetípica es la del arquitecto de ese portal, que a veces es un peligroso rival al que hay que derrotar para pasar con bien al otro lado. En el ciclo artúrico, por ejemplo, hay un caballero de tamaño descomunal, que espera con su espada, y al que hay que vencer. Mitológicamente hablando se puede hablar de la criatura del umbral que, en el viaje heroico, repetido a lo largo de tantas mitologías, está presente en el momento de cruce al mundo sobrenatural. Este a veces está concebido, en mitos y cuentos, como un viaje al mundo de los muertos: la catábasis o descenso a los infiernos es una de sus formas. Y el agua, siempre comunicante, está vigilada por una de esas criaturas que nos hará una pregunta, nos planteará un desafío o querrá luchar con nosotros. De ello depende el éxito en el cruce. No solo se plantean enigmas en estos puentes, sino que a veces son las propias criaturas las que los han construido o son responsables de su custodia con apariencia monstruosa, como la esfinge de Edipo, o con poderosas brujerías, como la Hécate de los trivios. El héroe de cuento suele llevar un objeto mágico que le permite cruzar, el de la mitología o la caballería a menudo tiene que combatir con ingenio o destreza. A veces el azar le otorga el triunfo sobre la criatura diabólica. En todo caso, no cabe dudar del patronazgo infernal del puente. Por eso, no es de extrañar que haya tantas leyendas acerca de puentes llamados del diablo en las que ora se transita hacia una tierra lejana ora se desafía al arquitecto infernal.

Entregar el alma

En la geografía mítica de España, en la vertiente norte, abundan los puentes del diablo en ríos de muy diverso calado. A veces los diablos construyen los puentes, otras los destruyen. Hay muchos ejemplos de un cuento popular del diablo constructor en el País Vasco y Navarra. Un ejemplo, en plena ruta costera del camino de Santiago, es el puente de Castrejana, sobre el río Cadagua, en Barakaldo. El puente remonta al siglo XV y está vinculado a leyendas sobre su construcción parte del diablo, que debía terminar su trabajo sobrenatural antes del amanecer, según un pacto que había llegado con un joven, que debía entregar su alma a cambio (seguramente por amor a una joven a la que había de alcanzar al otro lado). Otro es el antiguo puente del diablo en la Foz de Lumbier, Navarra, que cruza el río Irati, y que puede remontar al siglo XVIII. La leyenda quiere que una buena criada, en pos del remedio a la dolencia de su ama, pactara con el diablo que construiría el puente en una noche, antes del canto del gallo, a cambio de entregar su alma. Sin embargo, el diablo falló en su cometido y la joven se salvó milagrosamente. En las leyendas de este tipo el diablo promete la construcción del puente en un tiempo imposible y, al final, los que han pactado con él la entrega del alma se salvan gracias un engaño o un fallo del maligno. Otras historias semejantes se cuentan en Azelain, Urkulu o Torreauzo de Oñati y también al otro lado de la frontera francesa, como en Ebrain. Otro puente del diablo mucho más moderno y muy interesante en el norte, pero en otro sentido, está en Puras de Villafranca (Burgos): se decía que el diablo impedía a los obreros su construcción con continuas crecidas. Pero al final lo lograron terminar.
Se extiende la leyenda por la vertiente oriental de los Pirineos, llegando a Cataluña. Uno de los puentes más famosos llamados «del diablo» es el de el que une las localidades de Castellbisbal y Martorell sobre el Llobregat, que remonta al siglo XIII sobre una base romana y que fue reconstruido posteriormente. Es el mismo ciclo folklórico: en este caso hay una anciana que debía cruzar cada día el río para buscar agua de una fuente, y como ya casi no podía hacerlo, porque era muy mayor, un joven, que luego se desveló como diablo, pactó que construiría el puente más hermoso que jamás había visto en una sola noche si podía obtener el alma del primer ser que lo cruzara (obviamente, esperando que fuera ella). Pero las cosas salieron de forma diferente, pues la vieja llevaba en su cesto un gatito negro que saltó y cruzó antes y el diablo debió conformarse con él. Hay muchos puentes así por toda la geografía española en lo que podríamos llamar una auténtica «ruta del diablo». El propio acueducto de Segovia tiene una leyenda semejante. La tradición popular explica su consagración a la virgen de la Fuencisla y el hueco que supuestamente se dejó para su imagen de maneras diversas: en algunas se alude a este ciclo folklórico. Una de las leyendas que recoge este motivo cuenta que una joven criada tenía que coger agua cada día antes de que existiera el acueducto y dijo que daría lo que fuera para que el agua llegara sola a la ciudad. El diablo, por supuesto, se le aparece bajo disfraz y cierra un trato con ella comprometiéndose a hacer el acueducto más maravilloso antes de que despunte el día... Las variantes del cuento del puente del diablo son infinitas.

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