Edith Stein, la salvación frente al horror nazi
La primera mujer filósofa de Alemania fue al principio vilipendiada por sus colegas y luego detenida por la Gestapo, que la llevó al campo de concentración de Auschwitz
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Edith Stein es un nombre que resuena poderosamente en los círculos filosóficos, especialmente entre los fenomenólogos. Esta filósofa y mística alemana no solo fue una discípula destacada de Kaethe Scholz, Max Scheler y Edmund Husserl, sino que también sobresalió por su extraordinaria vida y trágico destino. De origen judío, atravesó el agnosticismo para finalmente convertirse en carmelita descalza y adoptó el nombre religioso de Teresa Benedicta de la Cruz. Su vida acabó en una cámara de gas en Auschwitz-Birkenau a los 51 años. Nacida el 12 de octubre de 1891 en Breslau (actual Wrocław, Polonia) en una familia judía ortodoxa, Edith fue la séptima de un total de once hijos. Su padre murió cuando ella tenía un año, dejando a su madre a cargo de la numerosa prole. Que inculcó en sus hijos los valores de disciplina, trabajo duro y ayuda a los demás que Edith llevaría consigo toda su vida. En 1896 pudo empezar a estudiar gracias a la reciente apertura de la educación para mujeres en Prusia. Sin embargo, lo interrumpió para ayudar a su hermana Else con su hijo recién nacido, un periodo que la llevó a cuestionar la tradición religiosa de su familia y a identificarse como atea.
En 1907 Edith regresó a Breslau para continuar sus estudios, donde las lecturas de Friedrich Schiller, discípulo de Immanuel Kant, la inspiraron para estudiar filosofía. Aunque en esa época las mujeres ricas solo podían formarse como profesoras de escuela, ella accedió a la Universidad de Breslau gracias a la herencia de su abuela. La influencia de un amplio repertorio de lecturas y materias, desde la filosofía de la naturaleza hasta la psicología, marcó profundamente su pensamiento.
Consciente de las desigualdades de género, se unió a la Asociación Prusiana por el Voto de las Mujeres y se acercó al movimiento feminista radical de la época. A partir de ese momento, fue una activa defensora de los derechos de las mujeres a lo largo de su vida. En 1913, la lectura de «Las investigaciones lógicas», de Edmund Husserl, despertó su interés por la fenomenología, lo que la llevó a Gotinga para estudiar con él. Aunque en esa época se declaró agnóstica, en su entorno se relacionó con varios cristianos convertidos que eran miembros de la Sociedad de Filosofía de Gotinga. Continuó sus estudios en Friburgo de Brisgovia para seguir a su maestro Husserl, donde completó su tesis doctoral «Sobre el problema de la empatía», dirigida por Max Scheler en 1917, convirtiéndose en una de las primeras mujeres en obtener un doctorado en Alemania.
A pesar de su brillantez, Husserl no permitió que Edith obtuviera la habilitación a cátedra, posiblemente por temor a un rechazo, ya que no había hasta la fecha mujeres profesoras en la universidad alemana. Tras repetidos intentos fallidos de presentar su tesis de habilitación en varias universidades (publicada póstumamente en los años 50 bajo el título «Ser finito y eterno»), fundó una academia privada para enseñar ética y fenomenología. Aun así, fiel pero también crítica con su maestro, intentó sintetizar todo el pensamiento de Husserl entre 1916-30, que se publicaría también de forma póstuma como «Introducción a la filosofía» (1991). A su vez, contribuyó significativamente a la obra de Husserl «Lecciones de fenomenología de la conciencia interna del tiempo», editada por el filósofo alemán Martin Heidegger, quien omitió su histórica contribución. En este periodo comenzó a leer a San Ignacio de Loyola y San Agustín, replanteándose su agnosticismo. La muerte de su amigo Adolf Reinach en el frente y la conversión de la viuda de éste, Ana Reinach, al monacato benedictino, la llevaron a profundizar en la fe. Tras encontrar la autobiografía de Santa Teresa de Jesús en la biblioteca de su amigo fallecido, Edith se convirtió al catolicismo. Posteriormente, tomaría los hábitos carmelitas en 1933, adoptando el ya mencionado nombre de Teresa Benedicta de la Cruz. Antes de su clausura se dedicó a dar conferencias sobre el papel de la mujer, los jóvenes y en contra del nazismo. Sin embargo, las leyes antisemitas le impidieron seguir hablando en público, y tras la «noche de los cristales rotos» fue trasladada al Carmelo de Echt en los Países Bajos, llevándose a su hermana Rosa, quien también se convirtió en carmelita. En ese refugio escribió «Ciencia de la cruz», integrando la mística de Dionisio de Aeriopagita con San Juan de la Cruz y la fenomenología.
El 2 de agosto de 1942 ambas hermanas fueron arrestadas y llevadas a Auschwitz-Birkenau, donde el 9 de agosto fueron asesinadas en una cámara de gas. Edith Stein sería canonizada y en 1999 se convirtió en copatrona de Europa, reconociéndose así su legado de valentía y su lucha contra la xenofobia y el nazismo. Su festividad se celebra el mismo día de su muerte, un recordatorio de su inquebrantable fe y compromiso férreo con la dignidad humana.