"El hijo zurdo": amor de madre, dolor incondicional

Una llamada intempestiva, en mitad de la noche y con un agente de Policía al otro lado del teléfono, es todo lo que le hace falta al guionista Rafa Cobos («La isla mínima») para poner en marcha y prenderle fuego a «El hijo zurdo», la nueva serie que Movistar+ estrena hoy al completo y que está protagonizada por María León («La voz dormida») y Tamara Casellas («Ama»). A ritmo de orografía sevillana y música andaluza, con temas de Califato ¾ o Bronquio, la serie explora el amor y la culpa de dos madres, cuyos problemáticos hijos se han introducido en movimientos criminales de extrema derecha.

Pero no es tanto ahí, en lo coyuntural, donde Cobos quiere poner el foco de sus seis capítulos —rodados con pulso firme y agobiante gracias a la exquisita fotografía de Daniela Cajías («Alcarrás»)—, sino en la exploración personal de unas mujeres imperfectas, contemporáneas y de distinta clase social, interpretadas con excelente manejo de la contención por León y Casellas. ¿Es el amor de madre el único verdaderamente incondicional? ¿Hasta qué punto es responsable una madre, un padre, de las decisiones de sus hijos? A modo de thriller emocional, «El hijo zurdo» va intentando desgranar el lado más íntimo de la deriva, sin olvidarse del revestimiento de drama político ni de la acción más costumbrista, entre botellones urbanos, palizas y mucho Whatsapp.

«No era nada fácil. Al ser tan emocional, la técnica era muy apretada e igual de importante que nuestra interpretación. Teníamos que mantener mucha emoción en un lugar muy pequeñito. Había que mostrarlo poco o se nos iba de las manos. El de contención ha sido uno de los trabajos más complicados que hemos tenido que hacer y para mí como actriz ha sido muy interesante. Los actores nos dedicamos a contar historias y queremos hacer constantemente, queremos usar nuestras herramientas y tocar música. Pero en este caso teníamos que escuchar, mantener un tono, un sonido, sin hacer un movimiento», explica didáctica León, que aquí interpreta a una escritora frustrada, adicta al alcohol en vías de recuperación, cuando su hijo es acusado de dar una paliza a un joven marroquí.

«La serie habla mucho de la identidad, de dónde uno nace y qué herramientas es capaz de adquirir a partir de ello», completa una actriz que aquí es la madre pudiente, frente a la trabajadora de Casellas, en una serie que se pasea por las dinámicas de clase sin llegar a explotarlas del todo: «Son mujeres que se tienen que dibujar, mujeres que tienen que ver a sus hijos y que, antes de eso, tienen que saber quiénes son ellas mismas. Es Maru quien le enseña a mi Lola que puedes tener una piscina estupenda, pero si no sabes quién eres la pobreza la tienes dentro», añade la ganadora del Goya.

Sin decidirse nunca por un palo concreto, bailando en la bulería del thriller de sello patrio con el que Cobos se ha hecho un nombre, pero palmeando por rumba en el estudio coyuntural del microcosmos sevillano en el que tiene lugar, «El hijo zurdo» funciona mejor cuando quiere ser estudio de la maternidad alternativa, de la renuncia a los postulados de la perfección y, en definitiva, retrato de ese dolor, quizá culpa, que acompaña a quien pare, quien cría, cuando se sabe errante: «Ahora parece que es más latente el hecho de que el movimiento feminista se sienta real, y ayude a contar personajes femeninos. Contar una maternidad es una más de las posibilidades a la hora de contar historias de mujeres. Igual que hay muchos tipos de mujeres, hay muchos tipos de maternidades. Ahora hay más madres distintas porque hay más personajes femeninos. Pero ser madre no es un traje, ser madre es parte de lo que puede llegar a tener una mujer», explica León antes de que Casellas responda meridiana a por qué nos cuesta tanto ver a madres imperfectas en la ficción: «Da mucho miedo».

Ese mismo temor, el que se percibe por momentos en la serie al virar el foco desde las víctimas hasta sus acciones (¿Para cuándo una serie sobre los inmigrantes que reciben la paliza en cuestión?), bien puede provenir de la propia confusión juvenil, que aquí toma la forma de los discursos de extrema derecha: «Si tú no tienes esa identidad muy arraigada, sales a la calle a pertenecer a algún lugar. Y los referentes son muy importantes. Por eso creo que es tan importante la cultura, porque la cultura nos da herramientas. Si en la puerta de tu casa hay un grupo de nazis es lo que te va a tocar. Si hay un grupo de porretas, va a ser porreta», se despide León, junto a Casellas, lo mejor de «El hijo zurdo».