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Daniela Brown, la revelación de "La abadesa": "Quiero hacer cine relevante"

Daniela Brown protagoniza "La abadesa", de Antonio Chavarrías, llevándonos hasta la clausura de un convento en el siglo IX
Daniela Brown, la revelación de "La abadesa"WANDA FILMS

Madrid Creada:

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Cualquiera que se de un paseo recurrente por las tardes de TV3 ya sabe quién es Daniela Brown. Más lo sabrán, eso sí, ahora que protagoniza con un saber hacer y una tenacidad casi insultantes "La abadesa", nueva película de Antonio Chavarrías y todo un ejercicio de contención. La actriz catalana, que lleva ya un rato largo en la serie diaria "Com si fos ahir" (ya en su séptima temporada), se revela ahora como monja en una película basada en una historia real y "en una mujer real", como reza el cartel promocional del filme. Trasladándonos hasta un convento en el Siglo IX, Chavarrías nos cuenta la historia de una hija de nobles a la que destinan como abadesa a un recóndito refugio de hermanas para intentar cristianizar los territorios en disputa con los moriscos.
En el cruce de culturas y religiones, pero también en el de las dinámicas de poder, de género y de opresión, "La abadesa" juega a despistar al espectador: vestida de época e impresionante en su diseño de producción, a la película le interesa más el retrato de personajes y su psique antes que el juego de tronos al que se someten este tipo de producciones habitualmente. Y es ahí donde Brown, que atendía a LA RAZÓN en el pasado Festival de Málaga, brilla como el gran descubrimiento de la película, consiguiendo epatar y emocionar desde las costuras de su hábito, apenas usando el rostro para volcar sus sentimientos y echándose la película al hombro incluso cuando baila con el tedio. Sobre su gran debut protagónico en el cine, su momento vital y profesional, y un rodaje exigente, en el que ha compartido escena con Blanca Romero o Carlos Cuevas, Daniela Brown responde.
La actriz Daniela Brown, protagonista de "La abadesa"ACTORS MARTA TORT
-PREGUNTA. ¿Cómo llegas al papel?
-RESPUESTA. Hice una primera prueba con Irene Roquet, que es la directora de casting, y luego una segunda, ya directamente con Antonio Chavarrías. Era un momento de mi carrera en el que tenía bastante trabajo, me llegó la prueba y me abrumó un poco. Me agobiaba pero pasó todo muy rápido. Al día siguiente de la segunda prueba me llamó mi representante, Marta Tort, y me dijo: Oye, que te lo han dado. Y le dije: ¿Me han dado el qué? Así de desorientaba estaba. Ahora tenía que hacerlo, sentí vértigo. Es un papel muy complejo, pero lo he gozado muchísimo.
-Cuando una sale en casi todos los planos de la película, ¿cómo se afronta el reto, el echarse la película al hombro?
-Con mucho vigor, defendiendo el papel lo mejor posible. Teníamos dos meses para contar cuatro años en una vida, con muchísimos cambios. Y ni siquiera hay una caracterización a la que agarrarte, porque vas siempre vestida de monja. La expresión queda limitada a la cara por el griñón, lo que hacía todo más difícil, más complicado. El vestuario no jugaba a favor, por lo que tenía un poco de miedo. Pero tuve un equipo genial que me ayudó muchísimo, siempre he creído que interpretar es reaccionar al otro. Todos estaban a favor de obra, y así fue como le perdí el miedo a la película. Tenía que ir día a día.
-Tú vienes de la danza, y cada vez hay más actrices con esa formación que entran al cine. Cuando estás en esa prisión de vestuario, de monja, ¿a qué te agarras? ¿Qué te pide el director?
-Antonio (Chavarrías) me pedía muchísima contención y me pedía verdad, que me ocurriera lo mismo que al personaje, que los sentimientos fueran reales. Él también usaba mucho la palabra intuición. Y es que el límite, yo creo, se encuentra técnicamente. La contención es complicada. A nivel creativo, pude proponer constantemente, él me daba muchísima libertad. La película se ha ido construyendo con el guion, sí, pero también con la ayuda de los intérpretes. Y eso no es tan común, la gente no suele ser flexible, pero él nos dio mucha libertad. Nos preguntó por nuestra intuición, nos pidió que fuéramos nosotros el personaje.
Brown y Chavarrias en el rodaje de "La abadesa"WANDA FILMS
-"La abadesa", como película de época, está cruzada por un español distinto, una lengua más antigua. ¿Cómo se prepara esto para abordarlo con naturalidad?
-No quería que sonara artificial o falsamente épico. No quería impostación, que la gente pensara que ella habla así. Lo trabajé mucho en mi casa, ensayando, variando los tonos de la réplica para no encerrarme en una sola manera de decir las cosas.
-A nivel profesional, ¿en qué momento te pilla "La abadesa"? No deja de ser tu primer gran trabajo cinematográfico, aunque lleves años en la interpretación...
-Me pilla en un momento genial. Llevo muchísimos años en formación y a veces no es suficiente. Puedes estar increíblemente formada pero no preparada, sobre todo mentalmente. Esta película hace dos o tres años me hubiera venido grande. Estoy formada y estoy preparada para la envergadura del proyecto. Obviamente con miedo, obviamente yendo de puntillas, pero convenciéndome a mí misma de que estoy preparada. El director ha confiado en mí, así que me tenía que poner a trabajar. Es increíble poder hacer un primer protagonista con esta entidad, que no haya sido una cosa superficial.
-Sobre la profundidad y entender a esta mujer. Está cruzada por la nobleza, pero también por la fe, por el privilegio y por la opresión femenina. ¿Se puede preparar desde la empatía un personaje como este?
-Sí, claro. En el fondo, aunque esté maquillado por la épica, la época o el castillo, cosas como muy lejanas que no podemos entender desde lo cotidiano, el personaje está arraigado en lo interno, en lo que siente. Ella siente temor, como todos. Siente pánico, como todos. Se enamora, como todos. No significa que lo lleve a lo personal, a mis experiencias, pero sí a los sentimientos que reconozco, porque la conexión era directa. Ya cuando me pones el hábito, me metes en la sala, todo suma.
-Después de un Tourmalet así, ¿qué viene ahora? ¿Qué te apetecería que viniera ahora?
-Llevo trabajando dos años y medio en "Com si fos ahir", que es una serie diaria en TV3, y sigo ahí. Paralelamente estoy haciendo una pieza de creación teatral y, por ahora, ahí estamos. Tengo ganas de seguir haciendo películas como esta, cine como este, de autor, con mensaje y con una profundidad, una motivación relevante. Sitios donde tenga la oportunidad de reinventarme y explorar cosas de mí que desconozco. Quiero calidad. Como todo el mundo, supongo, pero veremos qué viene. Hay que defender todos los proyectos igual.
-¿Es viable intentar vivir de la interpretación, cuando sabemos que un 70% de los actores cobran menos de 12.000 euros al año?
-Me parece que es muy complicado y que estoy teniendo muchísima suerte. Aparte, yo lo he cultivado durante muchos años, me lo he trabajado y me he esforzado. Pero hay quien ha hecho exactamente lo mismo y no le da ni para un alquiler. Soy consciente de mi privilegio y de que las carreras vienen y van. La expresión en catalán es "tocar de peus a terra", con los pies siempre en la tierra, eso es lo que intento hacer. El sector está muy precarizado y hace falta dar oportunidades a nuevas caras. Ojalá se vayan dando.
-Cuando ves tu cara en el cine, ahora, en pantalla grande. ¿Cómo te relacionas con ello, con el pudor?
-Es la primera vez que lo voy a vivir con público, porque la hemos visto pero con parte del equipo. Me sigue impactando mucho. Yo no estoy viendo la película, estoy viendo mi trabajo de meses en la película. Sé qué escena va después de la siguiente, y me sobreviene el síndrome del impostor. ¿No aborreceré? ¿Estoy aquí fina? Te entran dudas, pero tienes que decirte que hiciste un buen trabajo y que estás satisfecha y orgullosa.