¿Y si Dalí hubiese ido a cenar a El Bulli?
David Pujol reconstruye los orígenes del mítico restaurante apoyándose en la sombra del polímata de Cadaqués
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Por la razón que sea, las recetas de historia-ficción siempre se han apoyado en el revisionismo. Ese “¿Qué hubiera pasado si…?”, habitualmente, obedece a filias y fobias coyunturales, ascuas más o menos ardientes a las que acercar la sardina. Por suerte, cuando el género se adereza con una intención más poética, lírica en el fondo y se corrige el regusto amargo de la revancha, los fogones nos devuelven algo parecido a la entrañable “Esperando a Dalí”. La nueva película de David Pujol, responsable anteriormente de varios documentales dedicados al polímata de Cadaqués y otros tantos a El Bulli, no solo se instala risueña en esa tradición más preciosista, sino que lo hace además juntando para su receta las dos grandes pasiones del realizador.
Y así, la historia escrita a cuatro manos junto a Miguel García Navarrete, nos transporta hasta la España de los setenta, esa que quería sacudirse de encima la dictadura pero aún pensaba en blanco y negro. Justo ahí, unos cuantos cocineros idealistas, un gerifalte de la Guardia Civil y el propio Dalí, como presencia fantasmagórica, conformarán el curioso y “hippie” caldo de cultivo del que salió uno de los restaurantes más célebres de la historia de la cocina.
“Hace unos años tuve el privilegio de documentar el proceso creativo de Ferrán Adrià. De ahí salieron los personajes de él y de su hermano, además de Juli Soler que era el propietario original del restaurante. Todo ello está trasladado a la película como forma de inspiración, pero es que luego, además, tuve la suerte de que la Fundación Salvador Dalí contara conmigo para hacer una trilogía documental sobre su vida”, explica Pujol, que se citó con LA RAZÓN en el último Festival de Málaga. Y sigue: “Vivo bastante cerca de la zona, y me imaginaba qué hubiera pasado si Dalí hubiera ido a cenar a El Bulli. Me atrevo a decir, conociendo todo muy bien, que le hubiera encantado. Era un gran gourmet, hubiera sido muy feliz. Así que así nació la historia”, completa el realizador, que para su idílica historia ha contado con Ivan Massagué, Paco Tous o José García entre el reparto principal.
"Me importaba rescatar el legado de Dalí, en la forma no glamurosa que tenía de trabajar, y en la forma tan glamurosa que tenia de vivir"David Pujol
Concebida como un relato desenfadado, “comedia poética” según Pujol, “Esperando a Dalí” también se deja llevar por la pulsión política de los tiempos, asociando esa cocina rompedora y de vanguardia a las nuevas ideas que querían irrumpir con fuerza en la vida de los españoles cruzando los Pirineos. “Está claro que hemos construido protagonistas y antagonistas, pero tampoco puedes dibujar ogros, porque si no la película no es nada creíble”, explica el director sobre la represión de la época, aquí con el carismático rostro de Tous al frente (y a la porra).
¿Es posible entonces acercarse desde ese sol de última hora, desde ese sabor a sal del mar, a una figura tan controvertida en nuestro tiempo como la de Dalí? “Me preocupaba poco el aspecto de la cancelación porque aquí lo importante es la historia, no el personaje. Tú puedes hacer esta película con Elvis, llamarla “Esperando a Elvis” y funcionaría igual”, opina convencido Pujol, antes de rematar: “Más allá del conflicto, de los excesos de Dalí, lo que a mí me importa rescatar es su legado, en la forma no glamurosa que tenía de trabajar, y en la forma tan glamurosa que tenia de vivir”, completa, antes de que Tous ponga fin a la entrevista, caña en mano, proponiendo rodar “Esperando a Camarón”.