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Crítica de "Adriana Lecouvreur": Viejos tiempos y contradicciones

Este tipo de representación es excepción hoy día, cuando es lo que atrae más al público
El público del Teatro Real se rinde a 'Adriana Lecouvreur' en la apertura de temporada presidida por los Reyes
El público del Teatro Real se rinde a 'Adriana Lecouvreur' en la apertura de temporada presidida por los ReyesJAVIER DEL REAL- TEATRO REALEUROPAPRESS

Madrid Creada:

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"Adriana Lecouvreur", de Cilea. Reparto: Ermonela Jaho (Adriana Lecouvreur), Brian Jagde (Maurizio), Elīna Garanča (Príncesa de Bouillon), Maurizio Muraro (Príncipe de Bouillon), Nicola Alaimo (Michonet). Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Dirección de escena: David McVicar. Reposición: Justin Way. Dirección musical: Nicola Luisotti. Teatro Real, Madrid, 23-IX-2024.

El Teatro Real inauguró su temporada operística [Netrebko aparte] con una producción de un título verista que contrasta con la mayor parte del repertorio predominantemente barroco que vendrá luego. Una pequeña contradicción. Producción firmada por McVicar en 2010 y repuesta en Viena en 2016 con el mismo reparto principal del Real, que tiene la enorme virtud, nada despreciable hoy día, de contarnos el libreto sin inventarse historias paralelas o, por utilizar un término de moda, “pseudohistorias”. Además, con decorados realistas mastodónticos, un vestuario precioso y una regia sin problemas de Justin Way, que ha sido responsable de varias de sus reposiciones. Otra contradicción es el descanso de veinte minutos tras un segundo acto de veinticinco y un tercero de cuarenta. Claramente sobraba.
Excelente la prestación de la Orquesta Titular del Teatro, bajo el mando de Nicola Luisotti, con detalles preciosistas en muchos momentos, como durante el relato de lo que sucedía en la representación teatral del primer acto o en el tercer acto. Ello sin perjuicio de los efectismos sanos en otros, incluso hasta el exceso, como en el inicio del gran aria de la mezzo “Acerba voluta”. Curioso que, al contrario que en otras ocasiones, parase la orquesta para favorecer el aplauso.
Ermonela Jaho es una cantante que hemos admirado en muchos otros papeles, nacida por cierto en la escuela de jóvenes del propio Real en tiempos de Antonio Moral. El personaje de Adriana le queda un poco grande, sobre todo para quienes hemos tenido la suerte de presenciarle con Montserrat Caballé o los muy pocos que aún llegamos a tiempo para escuchar sus dos célebres arias a Magda Olivero, la soprano favorita de Cilea que revivió en 1938 la ópera estrenada en 1902. El monólogo del segundo acto pasa sin pena ni gloria. Para recitarlo hay que tener voz y ser artista en declamación, cosa que Jaho no es. Sin embargo, ella es inteligente para recurrir, digamos, al mismo truco que Cilea, quien inventa una melodía y la exprime hasta el infinito. Jaho lo hace con las medias voces y esos filados, que tanto impactan al público y que provocaron una gran ovación tras “Io son l'umile ancella”, logrando que casi pasen desapercibidas ciertas zonas áfonas, fundamentalmente en el registro grave, también compensadas por su entrega emocional. Ese punto de “artista” lo tiene en cambió Elina Garança, un auténtico lujo como Príncesa de Bouillon, grande en su aria pero, sobre todo, en sus dúos con tenor y soprano, llenos de detalles vocales y expresivos. Eso es justo el punto débil de Brian Jagde, un tenor destacado, con caudal y agudos, pero tosco en la línea de canto, como pudo comprobarse especialmente en su aparición en el tercer acto. Maurizio Muraro cumplió como Príncipe de Bouillon y Nicola Alaimo ofreció toda una lección de canto e interpretación como Michonet.
La penúltima contradicción: estas representaciones se dedican a José Carreras, quien cantó la obra en la Zarzuela junto a Caballé pero no estuvo en el teatro. En cambio, quien sí estuvo fue Plácido Domingo, por cierto con prohibición de cantar en él teatro. No hace mucho aún, en 2018, celebró los cincuenta años de su debut en el Met, precisamente en este rol, sustituyendo a Franco Corelli. ¡Cómo no echar de menos su “L’anima ho stanca”!
En fin, viejos tiempos, porque este tipo de representación es excepción hoy día, cuando es lo que atrae más al público. Quien vaya la disfrutará.