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George Clooney vs. Julia Roberts: los alegres divorciados

Una de las parejas cinematográficas más atractivas y carismáticas de Hollywood se reencuentra en la gran pantalla después de seis años con “Viaje al paraíso”, una comedia romántica en donde, pese al odio que se profesan, deben unirse para evitar el matrimonio de su hija
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Hay algo de dialéctica de imán y levadura en su forma natural de relacionarse, de rabieta infantil, de tensión atractiva en la inmensidad del juego de las diferencias, de confrontación necesaria y excitante, como en esa extraña pareja moldeada por el sentido del humor de Billy Wilder en la que Walter Matthau tenía claro su papel en el amor: “Todo lo que haces me irrita y cuando no estás me irrita imaginar lo que harás cuando vengas”. Individualmente, tienen un encanto interpretativo indiscutible remarcado durante años por las luces de los focos hollywoodienses, pero de manera conjunta, Julia Roberts y George Clooney empastan de forma irresistible. Hasta el punto, de llegar a generar involuntariamente en el imaginario colectivo la idea de que su relación como pareja icónica del star system americano –que nunca ha traspasado las fronteras resbaladizas de la amistad– era una suerte de realidad asumida, una articulación de representaciones con carácter de dominio público noventero en el que todos les situaban, dentro de los márgenes de un escenario irreal, como la pareja perfecta.
“Todo el mundo los adora y los conoce. El espectador tiene la impresión de que son pareja desde hace años, los ve así, lo que aporta historia y autenticidad a los personajes. Uno puede esforzarse en escribir el mejor guion del mundo, escoger los decorados más maravillosos y esperar saber colocar la cámara en el lugar idóneo, pero, al fin y al cabo, todo depende de la química de los dos protagonistas. Con George y Julia, la química no tiene igual. Es el mejor regalo que nadie me ha hecho nunca. Bastaba con decir “acción” y apartarse a un lado rápidamente”, reconoce el cineasta británico Ol Parker, artífice del reencuentro cinematográfico oficial –tras seis años sin coincidir en la pantalla desde “Money Monster”– entre las dos estrellas y director de “Viaje al paraíso”, una comedia romántica con la que Clooney y Roberts vuelven a hacernos partícipes del juego de su amor imaginado.

Mientras haya humor...

Entre las paradisíacas playas balinesas que ejercen como decorado formal de la trama y la estructura alambicada clásica del “rom-com”, de, como asegura el actor en rueda de prensa “películas que permiten que la gente se ría” en las que todo sale bien porque el amor, claro, triunfa siempre, ambos interpretan a un ex matrimonio con más cosas que reprocharse que reconocerse y que se ve abocado a reunirse para asistir al precipitado enlace matrimonial de su única hija, que ha caído rendida ante los encantos de un local dedicado al cultivo de algas de su zona de vacaciones post carrera universitaria.
La que todavía hoy sigue siendo “la sonrisa de América”, virtuosa del género, reconoce lo ya sabido: “La verdad es que gusta hacer reír a la gente. Si algo nos ha motivado a George y a mí con este proyecto es poder transmitir alegría a los demás. Cuando él y yo estábamos rodando y escuchábamos las risas del equipo de realización detrás del monitor, sabíamos que habíamos conseguido la escena y entonces en ese momento, nos permitíamos seguir hacia delante”, señala. “George y yo siempre nos hemos llevado bien. Nuestro enfoque profesional es muy parecido. También creo que nos gusta mucho hacernos reír mutuamente. Para mí, cada día de rodaje consistía en hacer reír a George aún más. Los dos nos esforzamos siempre en crear un ambiente donde todos se sientan creativos y felices, donde puedan dar lo mejor de sí mismos”.
Por su parte Clooney, que ha aparcado momentáneamente sus responsabilidades con los caficultores de todo el mundo dentro de su televisiva faceta como embajador de la marca Nespresso para sumergirse nuevamente en un estilo de cine que explora el amor desde la madurez plateada que sus canas y su sonrisa pacífica confirman, se remonta a los inicios de su relación con Roberts: “Nos reunimos por primera vez con Steven Soderbergh en un hotel en Las Vegas antes del rodaje de “Ocean’s Eleven”. Así fue como nos conocimos” y subraya la importancia decisiva que su amistad con Roberts ha tenido a la hora de aceptar el proyecto: “Estoy convencido de que no habría rodado esta película si no hubiera estado ella. Cuando Ol Parker nos envió el guión, lo primero que hice fue llamar a Julia. Me dijo que la haría si yo me comprometía. Es la reina indiscutible de las comedias románticas”, reconoce el actor.
“Estuvimos haciendo bromas durante cinco horas. Para nosotros siempre ha sido muy fácil congeniar. El director nos mandó el guión de “Viaje al paraíso” al mismo tiempo. Llamé a Julia al segundo y le dije: “¿Has leído esto?. Y ella contestó: “Lo estoy leyendo ahora mismo”. Y yo respondí: “Pues la única forma de hacerlo es contigo. Ella estuvo de acuerdo y la hicimos. Siempre es divertido trabajar con amigos”, prosigue. “Creo que si Julia y yo trabajamos tan bien juntos es porque los dos sabemos cómo hacernos reír. Tenemos un sentido del humor muy parecido y nos gastamos bromas, siempre ha sido así”, confiesa el ganador de un Oscar por “Syriana”. Y es que a veces el amor, para que exista, debe tomarse como lo que es en realidad: un delicioso e interminable chiste que, en el caso de ellos dos afortunadamente, nos encanta volver a escuchar.