Cancelaciones a gogó
No es disculpable que los teatros no anuncien reemplazos
Es verdad que a todo se acostumbra uno, pero una de las cosas que más disgustan a los aficionados son las cancelaciones, especialmente cuando se trata de cantantes. Los recitales no suelen ser gran problema, ya que se trasladan de fecha y el público acaba por escuchar a quien deseaba. No así en las óperas, y es lógico que quien ha pagado una entrada desee ver a aquel cantante que le ha motivado a comprarla. Todos hemos sufrido la experiencia. Aún recuerdo mi segundo viaje de joven al extranjero. Fue a Roma para un «Barbero de Sevilla» con Berganza. No pude escucharla porque canceló. Entonces se la conocía por «Madame Cancelación». Después este nombre recayó en Anja Harteros, que tiene a su marido muy enfermo y cancelaba cuando le llegaba una crisis. Hoy día se habla de «Mister Cancelación».
Jonas Kaufmann ha anunciado su retirada del reparto de cantantes que participarán en la producción de «La forza del destino», que abrirá en unos días esta temporada en el Teatro alla Scala de Milán. Sustituyéndole se subirá a escena el norteamericano Brian Jagde, compartiendo cartel con Anna Netrebko. Netrebko y Kaufmann deberían haber homenajeado allí a Puccini el pasado 29, pero una huelga de la orquesta lo impidió. El «sovrintendente» Dominique Meyer salió al escenario para decir: «Si me permite unos minutos… La Scala le ofrecerá una copa de Bellavista y organizará otro concierto». Al poco se reanudó el concierto con acompañamiento de piano, interpretado por el repetidor de la casa James Vaughan. Brian Jagde ha participado las últimas semanas en la producción del mismo título en el Liceo de Barcelona, pero dejó colgada la última representación para incorporarse a los ensayos milaneses. Previamente la soprano italiana Maria Agresta había renunciado a debutar en el papel de Donna Leonora en la misma producción del Liceo; sustituyéndola participó la soprano Anna Pirozzi.
Por su parte, Sonya Yoncheva ha anunciado su ausencia durante una de las funciones de «Madama Butterfly» en el teatro de las Ramblas. Italia ha visto cómo el San Carlo ha cancelado la participación de Idar Abdrazakov en sus producciones de «Attila» y «Don Carlo», aunque esta vez no ha sido cosa del bajo sino del teatro por su vinculación rusa, cambiándolo por el cantante ucraniano Alexander Tsymbaluk.
Kaufmann canceló también su participación en el concierto que tuvo lugar el 12 de septiembre en el Hollywood Bowl. La cita, planeada como un recital de lied a dúo con Diana Damrau junto a la Filarmónica de Los Ángeles y Dudamel, se planteó finalmente como un concierto en solitario de la mencionada soprano. La relación de cambios es demasiado larga. También nos vamos acostumbrando cada vez más a que, justo antes de un espectáculo, se escuche una voz o aparezca alguien en el escenario para informarnos de que fulano de tal padece un «no sé qué» pero que, a pesar de todo, actuará.
Un cantante puede enfermar y cancelar. Lo que no es de recibo es que un teatro anuncie artistas sabiendo que nunca van a cantar por el solo hecho de «colocar» entradas. Tampoco es disculpable que los teatros no anuncien públicamente reemplazos desde el momento en que los tienen internamente confirmados. Tampoco es de recibo que un cantante deje colgado a un teatro porque le ha salido un contrato mejor en otro lugar. Todo ello supone un perjuicio para quienes han programado y pagado un viaje para escucharles, y esto debería ser valorado.
Aunque a veces es cierto aquello de «No hay mal que por bien no venga» y puede suponer la gran oportunidad para un joven artista. Así Caballé saltó a la fama sustituyendo a Horne en una «Lucrecia Borgia» neoyorquina y tanto Carreras como Domingo a Corelli en «Tosca» y «Adriana Lecouvreur» en Múnich y Nueva York, respectivamente. La sorpresa siempre ha de existir en el mundo del teatro, lo que no puede ser es el engaño.