La intromisión nazi en "Los girasoles"
Las «ventas forzadas» de obras de arte por parte de sus propietarios judíos durante el nazismo equivalen a un acto de expolio
La década de los 80 constituyó la gran explosión del mercado del arte. Las casas de subastas comenzaron a priorizar el arte moderno y contemporáneo sobre el clásico, y la fiebre por comprar obras de los grandes autores del impresionismo y del posimpresionismo se tradujo de inmediato en las primeras desorbitadas cifras de la historia del arte. En 1987, una de las tres versiones que Van Gogh realizó de sus «Girasoles» fue rematada en Christie’s en 25 millones de libras, convirtiéndose, de esta manera, en la pieza artística más cara de la historia. El cuadro fue adquirido por la compañía de seguros japonesa Yasuda, quien la expuso en el museo que tenía en la planta 42 de sus cuarteles generales de Tokio. En 2002, Yasuda se integró en otra compañía llamada Sompo, pasando los «Girasoles» a formar parte del Sompo Museum of Art. Pues bien, 35 años después de su adquisición en Christie’s, el Sompo Museum of Art ha sido demandado por los herederos del banquero alemán Paul von Mendelssohn-Bartholdy, quien, en 1910, adquirió la obra. «Los girasoles» fueron propiedad de este coleccionista hasta 1934, cuando Mendelssohn-Bartholdy vendió la pintura al galerista radicado en París Paul Rosenberg por una cantidad desconocida. Un año más tarde, Rosenberg lo vendería a Edith Beatty, esposa del magnate de la minería neoyorquino Alfred Beatty.
El motivo de la disputa legal que rodea a «Los girasoles» de Tokyo radica precisamente en el acto de venta de esta obra de Mendelssohn-Bartholdy a Paul Rosenberg. La fecha de esta transacción fue 1934, un año después de que los nazis alcanzaran el poder. Mendelssohn-Bartholdy era judío, por cuanto aquello que alegan sus herederos es que, a causa de la persecución sufrida por los judíos en la Alemania de aquel entonces, su venta a Paul Rosenberg fue «forzada». ¿Qué quiere decir, en este contexto, una «venta forzada»? En caso de que Mendelssohn-Bartholdy hubiera mantenido la obra en su poder, hubiera sido requisada, tarde o temprano, por las autoridades nazis. El banquero se vio obligado a desprenderse rápido de ella, y a hacerlo por un precio pírrico. Precisamente por la persecución de los nazis a los judíos, el mercado se vio saturado por obras del periodo impresionista, posimpresionista y de vanguardias, lo que originó que, ante un exceso de oferta, los precios se desplomasen.
Este es el motivo por el que ahora, los herederos de Mendelssohn-Bartholdy reclaman al Sompo Museum of Art de Tokyo una suma equivalente al valor actual de «Los girasoles», que cifran en 250 millones de dólares. Aunque el montante por el que Mendelssohn-Bartholdy vendió el cuadro de Van Gogh al galerista Paul Rosenberg no aparece reflejado en ningún documento, se sabe que, cuando este fue adquirido por Edith Beaty, la nueva propietaria lo aseguró en 10.200 libras –lo que ofrecería una pista del precio por el que lo compró–. Es dable suponer que Rosenberg le sacaría un buen margen de beneficio al cuadro, por lo que la suma por la que Mendelssohn-Bartholdy se desprendió de él tuvo que ser considerablemente inferior. Las «ventas forzadas» de obras de arte, por parte de sus propietarios judíos, durante el nazismo, equivalen a un acto de expolio. Y es completamente legítimo que los herederos de aquellos coleccionistas emprendan medidas legales para recuperar lo que en justicia es suyo.