Aparecen una Virgen y un posible Carlos II tras el retablo de Atocha
El óleo de Joaquín de Eslava escondía una imagen destapada ahora con rayos X y que aparentemente más valiosa que la que se ve a simple vista
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La Virgen aparece sin avisar. Se la encontró el beato Nicolás Factor cuando acudió a la Basílica de Atocha a meditar si retirarse de la Corte y regresar a Valencia, y, en esta ocasión, se ha vuelto a dejar ver cuando los conservadores y restauradores de Patrimonio Nacional han sometido el cuadro de Joaquín de Eslava –el único que tienen inventariado de este pintor– a los rayos X. Escondida tras el óleo de 1759 se muestra una Virgen misericordiosa que abre su manto con la ayuda de unos angelotes, uno bien visible y el otro apenas intuido tras las primeras exploraciones. Debajo de ella, otras dos grandes figuras ricamente ataviadas unen sus manos en señal de oración alrededor de un cojín con un orbe, una femenina y otra masculina.
Es la «gran sorpresa» que se llevó el equipo de restauradores de Patrimonio tras radiografiar la obra en el gabinete técnico. Advierte Natalia Martín Molina –encargada de recuperar el brillo original para la exposición que se inaugurará la próxima semana en el Museo de Historia– que los estudios todavía son muy «incipientes», pero que se vislumbra un hombre que «podría ser un rey»: de llevar peluca, Fernando VI; de no hacerlo, Carlos II, «quizá». Con el trabajo de restauración de la pintura de Eslava realizado, la tarea ahora está en la mesa de Ana García Sanz y Javier Jordán, conservadores y responsables de buscar más documentación en los archivos, principalmente en el del Monasterio de las Descalzas, donde se encontraba la obra. «Hay veces que se conservan inventarios antiguos que suelen dar bastantes pistas», recuerda una Martín que no se atreve a datar todavía el nuevo hallazgo.
Es la única pintura que se conserva sobre cómo era la capilla de la Virgen de Atocha en el siglo XVIII
La labor de la restauradora fue la de quitarle toda la suciedad a un lienzo que ya luce como nuevo y en el que, una vez sabida la noticia, sí se pueden presentir a simple vista ciertas siluetas de lo que hay detrás. «Vemos una iconografía completamente diferente. Los acabados de la radiografía son muy distintos a los de Joaquín de Eslava y son trazos que no se parecen –afirma la restauradora–. Incluso podríamos decir que son de mayor calidad los anteriores». Aun así, y pese a que El beato Nicolás Factor ante la Virgen de Atocha no sea de una calidad excelsa, recuperar la pintura primigenia del lienzo es algo que no se contempla, primero, por la complejidad de la empresa y, después, porque el óleo actual tiene un importante valor documental: «Es la única pintura que se conserva sobre cómo era esta capilla en ese momento [siglo XVIII]» frente a la escasa información que se tiene a día de hoy.
Ahí reside el verdadero valor de la obra de Eslava que ha prestado Patrimonio Nacional al Museo de Historia de Madrid para conmemorar el 500 aniversario de que una ermita ruinosa se convirtiera en la gran iglesia de Atocha, junto al monasterio de unos dominicos que aparecen representados a la derecha del cuadro (tras las rejas). Pero, en primer plano, el protagonismo es para el beato y confesor de las Descalzas Reales. Si bien fue pintado en 1759, la escena es de dos siglos antes (1583), de cuando la Virgen le habla: «Hijo F. Nicolás porque te vas y dejas a las esposas de mi hijo», se puede leer en rojo en una cartela inferior que ha sido de buena ayuda para contextualizar la pieza. Sin embargo, el suceso milagroso del franciscano se mezcla con los tiempos que del propio Joaquín de Eslava al recrear la Basílica del siglo XVIII, como demuestran los dos escudos que escoltan a la Virgen de Atocha y las pinturas de Lucas Jordán.