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La ópera bufa triunfa con estrellas españolas

TEATRE DEL LICEU
La Razón

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Dirección musical: Josep Pons. Dirección de escena: Damiano Michieletto. Intérpretes: Sara Blanch, Xabier Anduaga, Andrzej Filonczyk, David Cervera. Orquesta del Gran Teatre del Liceo. Coro del Liceo. Barcelona. 22-IX-2022.
La inauguración de la temporada del Gran Teatre del Liceu de Barcelona con la ópera bufa de Donizetti Don Pasquale  llegaba un día después del espectacular éxito de Sinfonía Nº 9 de Mahler dirigida por Gustavo Dudamel en el Liceu con la Orquesta de la Ópera Nacional de París. Un concierto de intercambio con la ONP que se tuvo que aplazar la pasada temporada por la Covid-19 y que fue retransmitido en directo vía streaming por Liceu + y Medici TV. Es una lástima que Dudamel no participe en ningún título de esta temporada pero esperemos que su relación con el teatro barcelonés siga en el curso que viene, tras su éxitos anteriores en diferentes óperas de Verdi y Mozart.
Volviendo a la ópera de Donizetti, destacar que se ofreció con un reparto eminentemente español y que contó con la presencia de numerosas autoridades, con tres ministros, dos conselleras de la Generalitat y con la alcaldesa de la ciudad, Ada Colau. A pesar de que la velada comenzó con más de 10 minutos de retraso, el público, muy numeroso y con multitud de celebrities, quería disfrutar de la velada saboreando el cava que se ofreció desde una hora antes del inicio de la función y con el extenso descanso de tres cuartos de hora en el que se dedicó a disfrutar de esta fiesta de la lírica.
Desde el podio, el director musical del coliseo barcelonés, Josep Pons, inició la función con una potente y contrastada lectura que fue matizando a lo largo de los tres actos de la ópera de Donizetti. Su versión se mostró cuidada en los detalles y con los cantantes, que en alguna ocasión quedaron algo tapados por la masa instrumental a causa de la minimalista escenografía, abierta y con numerosas telas que no facilitaban que corriese el sonido hacia los espectadores. Brillante, eficaz y muy matizada, la propuesta de Pons confirmó un trabajo sobresaliente del director ante una Sinfónica del Liceu que va mejorando temporada a temporada.
Carlos Chausson es un verdadero especialista de este repertorio y es de justicia que el Liceu haya apostado por él nuevamente dada la experiencia y el conocimiento del personaje titular que transmite, a pesar de que ya haya anunciado que pronto podría hacer una gira de despedida de los escenarios. Realmente resultó un placer disfrutar de una voz impactante, con años de oficio que añaden sabiduría al rol tanto a nivel canoro como actoral, consiguiendo que toda la obra fluya con naturalidad trufada de los guiños que ofrecen el compositor y libretista. A su lado la Norina de Sara Blanch deslumbró con su excelente trabajo actoral y, lo que es más importante, con un instrumento vocal de gran belleza y virtuoso control técnico; su centro carnoso y homogénea emisión se mantiene en todo el registro y deslumbra con su capacidad para las agilidades, medias voces y unos filados que proyecta con eficacia, consiguiendo una prestación de muy alto nivel.
Por su parte el tenor Xabier Anduaga, aquí debutante en una ópera escenificada, fue una de las sorpresas de la noche ofreciendo un timbre limpio y de gran proyección, con una voz extraordinaria que supo modular y matizar con esmero en su aria “Povero Ernesto!” y en el dúo final junto a Norina, obteniendo una gran actuación a la que solo le faltó un trabajo actoral algo más relajado.
El correcto Doctor Malatesta de Andrzej Filonczyk aportó un instrumento homogéneo y cuidado, algo blanquecino, y una adecuada caracterización de un personaje del que el director de escena Damiano Michielletto no saca demasiado partido en este montaje moderno, bastante actualizado que mejora en el tercer acto y que mantiene una dirección de actores bien trabajada pero un tanto errática. Muy correcto el resto del reparto, con especial mención de la Sirvienta muda, así como la labor del Coro en su breve intervención. Una divertida y destacada inauguración de temporada, sin mascarillas, que devolvió al Liceu a la ansiada normalidad prepandémica.

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