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Libros de la semana: del amor en tiempos de Ceaucescu a la convivencia con robots según Jeanette Winterson

Mientras que la obra de Annie Ernaux, “Los armarios vacíos”, aborda con crudeza el tema de la grieta social entre el mundo de los trabajadores sin instrucción y el de los instruidos, Stephen Eric Bronner rescata a Camus desde el lado más humano
Enric FontcubertaEFE

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“Vidas provisionales”: Ceaucescu y un país entero bajo sospecha

★★★★★
Por Sagrario Fernández Prieto
Gabriela Adamesteanu nació en Rumanía en 1942 y no comenzó a escribir hasta los 33 años, cuando cayó el régimen de Ceaucescu, porque no quería publicar bajo el «realismo socialista». Este dato es fundamental para entender una obra que puede recorrerse como un sendero político y emocional en los países de la órbita rusa durante el comunismo. Su primera novela, publicada en 1975 y titulada «El mismo camino de todos los días», fue un gran éxito en el que describió espléndidamente la educación sentimental en su país durante los años sesenta.
Después vio la luz «Una mañana perdida» (1983), con la que se dio a conocer internacionalmente y en la que llevó a cabo una valiosa crónica sentimental sobre varias generaciones perdidas en el siglo XX. En sus obras siempre hay una mujer que recuerda y vive bajo un régimen de opresión. En efecto, «Vidas provisionales» transcurre en los 70; Letitia, la protagonista, está casada y tiene un amante, pero cuando se asoma a la ventana del dormitorio mientras escuchan a los Beatles o a U2 contempla una plaza presidida por una estatua de Lenin.
Son ciudadanos vigilados, bajo sospecha, viven en un país donde los «culpables» se inventan y se delatan para recibir como premio una buena vivienda, un país donde la policía secreta, la Securitate, está infiltrada en ministerios, oficinas y colegios, donde escuchar la radio Europa Libre puede suponer una pena de cadena perpetua. Para que exprese el miedo, la opresión, la frustración, la autora concede a su personaje el valor testimonial y emocional de la primera persona, quién mejor para narrar su historia que una joven con una familia llena de represaliados, con un padre en la cárcel y una madre en continuo lamento.
Los recuerdos de Laetitia refuerzan el clima de falta de expectativas en todos los aspectos de la vida, por muy íntimos que sean; el desánimo invade las vidas y la melancolía circula entre sábanas, canciones y en esta magnífica novela. Adamesteanu demuestra en sus obras que es una maestra al describir la atmósfera de una época y lograr que el lector sienta la asfixia de la intrusión de lo político en la vida cotidiana, lo que significa vivir con el miedo instalado tan profundamente en una sociedad sin libertad que incluso los deseos se convierten en despojos.
▲ Lo mejor
Es un vivo e interesante recorrido histórico por la Rumanía comunista durante el siglo XX
▼ Lo peor
Realmente no podemos decir nada, incluso hay que destacar la impecable traducción

“Los armarios vacíos”: Desigualdades sociales y una ira a punto de estallar

★★★★☆
Por Diego Gándara
Entre la necesidad y la cultura. O, mejor dicho, entre la cultura como necesidad y la cultura como prestigio. Así ha sido la vida de la narradora de esta novela, que creció en Normandía, en el seno de una familia trabajadora y cuyos padres, dueños de una taberna y de una tienda de ultramarinos, estaban convencidos de que la cultura y el estudio eran la base del progreso. Pero los años han pasado y, ahora, la narradora y protagonista decide rendir cuentas con sus padres y con su vida. «Los armarios vacíos», de Annie Ernaux, es una novela dura, intensa, que pone en escena una grieta social: la diferencia entre el mundo de los trabajadores sin instrucción y el de los instruidos, especialmente aquellos que no necesitan ganarse la vida con el sudor de la frente.
Una diferencia que lleva a la narradora a cuestionarse el papel que han tenido sus padres y las instituciones educativas en su formación como persona y como profesional. Con una arquitectura circular, que empieza con el final de la historia y con un aborto recién consumado en la narración, «Los armarios vacíos» se adentra con pelos y señales en un problema social trascendental, pero visto y diseccionado desde la más profunda intimidad y escrito, a su vez, a corazón abierto: sin filtros, con cruel sinceridad y sin remordimientos. El resultado es una novela intensa, despojada en su prosa pero que desprende una violencia asordinada, un resentimiento siempre a punto de estallar.
▲ Lo mejor
La sinceridad con que muestra qué separa en la sociedad al trabajador del intelectual
▼ Lo peor
Ese tono urgente, a veces despiadado, con el que la autora perfila la historia

“12 bytes. Cómo vivir y amar en el futuro”: ¿podremos convivir con robots que no lloran ni aman?

★★★★☆
Por Ángeles López
Estamos ante doce magistrales ensayos basados en años de investigación sobre inteligencia artificial que nos hacen preguntas desafiantes sobre la humanidad, el arte, la religión y la forma en que vivimos y amamos. La autora arranca con «Frankenstein», de Mary Shelley (1818), donde un científico crea vida y se horroriza. Dos siglos después, hemos creado una sintética. Pero, como señala Winterson, no todo lo que se puede imaginar se puede realizar, aunque nada se puede realizar si antes no se ha imaginado.
La IA (Inteligencia Artificial) es una herramienta en la que trabajamos para abordar tareas específicas, pero no pocos han imaginado que podría ser algo diferente: un solucionador de problemas multitarea cuya capacidad para comprender y aprender es igual o superior a la del hombre. Los laboratorios están trabajando en este concepto llamado Inteligencia Artificial General (IAG) que podría convertirse en una realidad. ¿Cómo cambiarán nuestras relaciones si compartimos el planeta con una inteligencia que no llora, ni se emborracha o eyacula? ¿Cómo se relacionará ese ser no biológico con la naturaleza? ¿Deberíamos temerlo, enamorarnos de él, rezarle? ¿Lo haremos a nuestra imagen y semejanza o aprovecharemos la oportunidad para «re-crearnos»? Winterson está entusiasmada con el transhumanismo y la idea de traspasar los límites biológicos y fusionarnos con la IA. Lo defiende, aunque le preocupa que arrastremos nuestro viejo equipaje tóxico y demos a la tecnología usos incorrectos.
De ahí su intento en que examinemos de dónde venimos y a dónde vamos tomando como punto de partida la Primera Revolución Industrial. Tan pronto como un ser humano tenga una relación con una forma de vida inteligente y no biológica, las ideas sobre género y sexualidad explotarán. Winterson podría acertar cuando sugiere que en un futuro definido por la conectividad y la hibridez el amor será más significativo que la inteligencia. ¿Podría el amor ser inteligencia en un mundo incorpóreo? ¿Qué es el amor? La respuesta nos envía a un viaje imaginativo, porque al conjeturar, lo hacemos posible.
▲ Lo mejor
El estilo narrativo es provocativo y humorístico, lo que hace muy fácil la lectura
▼ Lo peor
Que algunos aspectos sobre el futuro que recalca la autora son aterradores

“Camus. Retrato de un moralista”: Camus, el filósofo que quiso ser Humphrey Bogart

★★★★☆
Por Toni Montesinos
Hace dos primaveras surgía la noticia de que «La peste», la historia de unos doctores consagrados a tareas humanitarias en la ciudad argelina de Orán en un momento en que ésta es azotada por una plaga terrible, había duplicado sus ventas por ese argumento de una sociedad atrapada en una epidemia. Y es que Albert Camus está siempre de actualidad, siempre recibe interés editorial. Una prueba es la presente biografía (en traducción de Antonio López) de Stephen Eric Bronner, profesor en la Universidad Rutgers de Nueva Jersey, además de director de un centro para el Estudio del Genocidio y los Derechos Humanos y colaborador en misiones de diplomacia civil en sitios conflictivos.
Esta trayectoria resulta interesante, pues Bronner es sensible a la obra de un Camus que, aparte de ser un literato, fue miembro de la resistencia antifascista, anticipó el colapso de las visiones totalitarias y predijo cómo sería el nuevo reconocimiento de los derechos humanos. Explica cómo su popularidad ha demostrado ser resistente y nos acerca a un hombre que llegó a ser célebre y al que, ataviado con una gabardina y acompañado de un sempiterno cigarrillo, le gustaba imitar a Humphrey Bogart. Bronner no duda en considerarlo el gran moralista de las letras francesas del siglo XX, alguien cuyo trabajo combinó «idealismo y escepticismo, integridad y compasión, compromiso público y sentido privado, creencia en la rebeldía y reconocimiento de los límites». Lo que le convierte en la conciencia de nuestro tiempo.
▲ Lo mejor
El libro está perfectamente estructurado: infancia y juventud, religión, activismo, polémicas...
▼ Lo peor
Aborda vida y obra muy bien de manera sintética, de modo que no cabe hacerle ningún reproche