James Ellroy: “A John F. Kennedy un polvo le duraba dos minutos”
El maestro de la novela policiaca estadounidense regresa a Los Ángeles de los años cincuenta en su nueva obra “Pánico”
De vez en cuando viene su memoria a recordarnos a los mortales que no somos perfectos. De vez en cuando, resurge el fantasma de Fred Otash para que sepamos que no todo es luz y color. Tal vez su nombre no les suene, pero el fue el guardián de buena parte de los secretos más turbios del Hollywood dorado, el material con el que alimentó «Confidential», una revista basura con los cotilleos que hoy podríamos encontrar en la red si vivieran en este tiempo James Dean, Liz Taylor, Rock Hudson o un senador llamado John F. Kennedy. Hace tiempo que James Ellroy sigue la huella del personaje, al que convierte en protagonista de su nueva novela «Pánico» (Literatura Random House), un desmitificador y apasionante paseo por el bulevar de los sueños rotos. Ellroy vuelve al escenario del crimen, a los escenarios de «L.A. Confidential» para mezclar la verdad con la mentira, la realidad con el deseo. El autor de «La dalia negra» o «Mis rincones oscuros» habló con este diario demostrando que sigue siendo políticamente incorrecto.
¿Le quedaba mucho por decir de Fred Otash tras dedicarle numerosas páginas en su Trilogía Americana?
No me quedaba mucho por decir, pero había mucho que inventar. De ahí que quisiera escribir este libro.
Usted conoció a Fred Otash, si no me equivoco, al final de su vida. ¿Cómo era el personaje real?
Lo conocí en 1989 y murió en 1992. Hablamos. Llegué a un acuerdo comercial con él para que fuera el protagonista de «América». Le pagué algún dinero, pero me di cuenta que me iba a joder y contradecir en los medios, que me diría que no mató a John F. Kennedy. Yo le decía: «La prensa ya sabe que no lo mataste. Es solamente una novela». Allí nos quedamos. Podía haber seguido utilizándolo, pero, entre tanto, ya había creado el personaje.
De alguna manera vuelve al mundo de «L.A. Confidential» de la mano de la revista «Confidential» en «Pánico».
En «L.A. Confidential», la revista lleva por nombre «Hush Hush», pero en realidad se llamaba «Confidential» y Fred trabajaba en ella. Él era la que sacaba los trapos sucios. Al final de la revista «Confidential» entró en pánico, pero en esta novela Freddie es un agente activo y está en su momento de mayor esplendor.
En su libro vemos la otra cara de personajes muy conocidos, como James Dean.
(Gruñido) Me disgusta profundamente «Rebelde sin causa». Me gustaba Nick Ray [el director de la película] y no me gustaba nada Jimmy Dean. Quería cogerlo por los cuernos y eso es lo que hice.
No queda muy bien parado John F. Kennedy en «Pánico». ¿No le gustaba?
Mire, yo admiraba mucho a Robert Kennedy. No me disgustaba Jack Kennedy, pero decidí desmitificarlo.
Una desmitificación que llega incluso a lo sexual.
Tenía un pene pequeño y, además, un polvo le duraba dos minutos. Kennedy era el hombre de los dos minutos.
Usted juega con la realidad para crear ficción.
A mí la realidad me importa un carajo. (Gruñidos) Me lo invento todo. Hay mucha gente que hace listas de hechos y cronologías, pero lo que busco son hechos puntuales u ocasionales que son mi base para establecer la ficción.
¿Cómo el casting para buscarle una esposa a Rock Hudson?
Sí. Tomo todo esto y lo amplío.
En algunos casos, los personajes reales que salen en sus libros, como pasa en «Pánico» superan al original.
Gracias. Los hago mejores.
¿Este Fred Otash se parece al real?
Sí, los dos eran «superheavies».
Incluso Fred Otash escribió un libro de memorias.
Sí, se titula «Investigation Hollywood». Para serle sincero me pareció demasiado blando. No era suficientemente ¿duro? Sí, eso es. No es un libro duro.
Pensando en esta novela y también en su trilogía de América se podría llegar a la conclusión de que no nos han explicado bien la historia de Estados Unidos.
La verdad es que no sé si esto es o no es cierto. Yo creo que Lee Harvey Oswald se cargó a Kennedy. No soy un hombre que esté a favor de las teorías de la conspiración. Lo que me gusta a mí es reescribir la historia según mis propias especificaciones.
Se lo pregunto también porque a veces tenemos la sensación de que se nos maquilla la realidad y, a veces, como Fred Otash, tenemos que poner micrófonos para enterarnos de lo que nos ocultan.
Mire, lo que tiene que entender es lo siguiente. No miro al mundo de manera abstracta. Cojo partes de la historia, meto el cuerno en estas partes porque me interesan y las retrabajo de acuerdo con mi propio diseño. Ese es el esquema de todo mi trabajo. Cojo a hombres y mujeres peligrosos que se enamoran, con una investigación policial masiva, conspiraciones políticas, asesinatos con motivación sexual, corrupción cívica y Hollywood, gente de Hollywood conocida, todo dentro con una intriga profunda. La verdad es que no sé hasta qué punto esto refleja la realidad y, además, me importa un comino. Las novelas negras, las de crímenes, son tontas: la investigación súper profunda, la historia de amor ocasional, el hombre guapísimo, la mujer imponente... Todo eso es una mierda. ¡Es una mierda! Pero yo soy lo mejor en todo esto, el mejor de la historia. A ver, ¿qué prefieres un buen libro de Ellroy o una peliculita? ¿Quieres leer a Cervantes o a Ellroy? ¡A Ellroy, claro! ¡Cervantes malo! ¡Es un pinche perro!
¿Sigue viviendo sin televisión?
Me he trasladado a Denver. He vuelto con mi segunda ex mujer, Helen Knode. Vivimos en dos apartamentos separados, pero en el mismo piso, en el mismo rellano. Helen sí tiene televisor, yo no. Tampoco tengo ordenador, ni teléfono móvil. Lo que sí tengo es una mesa y una máquina de fax.
Con esta obsesión de las plataformas, ¿ninguna ha tenido la tentación de llamar su puerta?
Escúcheme, es que no quiere que el mundo me encuentre. Que me dejen solo. Me gusta ir de gira presentando mis libros si puedo dormir y me encanta estar en hoteles, además de hablar y conocer a la gente que lee mis libros. Después me gusta volver a casa y estar solo.
Donde sí está preparando algo es en el terreno del podcast.
Sí. Saldrán ahora dos podcast. El primero se titula «La porquería de Hollywood en boca de James Ellroy» y lo que hago es leer dos piezas que escribí para «GQ» y «Vanity Fair» con un fantástico diseño de sonido y música. También hago la narración, en un podcast épico, de la Trilogía Americana. Son doce horas con actores de primer nivel haciendo los diálogos.
¿Continuará con Fred Otash?
Sí, pero no hablo al respecto. Será un libro distinto, muy serio.
Leyendo «Pánico» se tiene la sensación de que se lo ha pasado muy bien escribiendo.
Sí, me lo pasé superbién.
¿Le hubiera gustado ser Fred Otash?
No, no. Era un tipo realmente malo y no me hubiera gustado hacer las cosas que él realmente hizo. Soy un novelista, un escritor. Me gusta la fantasía y me gusta vivir en un mundo de fantasía. Lo invento.
Es un mundo de fantasía. pero muchas veces al lector le entran ganas –como puede ser mi caso– de vivir en la ciudad de Los Ángeles de sus novelas.
Todo eso soy yo mirando hacia atrás. Me dedico a revivir el tiempo y el espacio que a mí me obsesiona. Me encanta revelar el mundo secreto y ampliar ese mundo secreto que es el que percibí o vi de refilón siendo un niño.
Una de sus últimas veces en Barcelona...
«Esta tormenta» [dicho en español casi como un gruñido].
Me dijo que lo mejor que podía hacer quien quisiera dedicarse a la literatura es leer.
Sí, y sigue siendo el mejor consejo que puedo dar.
Cuando acabamos la entrevista, Ellroy me aúlla feliz. Eva Cuenca, la jefa de prensa de la editorial, me traduce ese gruñido. «Eso quiere decir que le ha gustado la entrevista», me comenta.