Warhol y la música: un matrimonio de conveniencia
Lou Reed, David Bowie, Bob Dylan o The Rolling Stones se vincularon al artista en ciertos momentos de sus carreras con diferentes resultados y grados de satisfacción
Pocas figuras hay tan fascinantes y controvertidas como la de Andy Warhol y su relación con las diferentes formas de arte que se desarrollaron durante el siglo XX. Una de esas artes, seguramente la más influyente de aquella era, fue el rock and roll. El inquieto artista estadounidense no pudo resistirse a formar parte de ese desarrollo con varios encuentros que proporcionaron diferentes grados de satisfacción. La miniserie de Netflix «Los diarios de Andy Warhol», basada en el popular libro publicado hace años en España por la editorial Anagrama y desde hace tiempo descatalogado, apenas explora esta relación del artista con el mundo de la música. No tenía interés ni sensibilidad para las canciones, pero sí para la forma de expresión y también enorme fascinación por ciertos personajes. Aquí relatamos los diez encuentros más notables y su particular significancia.
El mundo subterráneo de la Velvet Underground
Mucha gente sabe, entre anécdotas repetidas una y otra vez, que Andy Warhol diseñó la ahora famosa obra de arte del plátano para la portada del primer disco de The Velvet Underground, titulado de la misma forma. Pero lo que no tantos conocen es que Warhol fue manager de la banda. Le encantaba ese mundo subterráneo y esas oscuras canciones de Lou Reed en las que hablaba de heroína, látigos y demencia. También la instrumentación opresiva de John Cale y la gélida belleza de Nico. Algo muy adelantado a su tiempo. Warhol puso The Factory a su servicio e intervino precisamente para no intervenir: solo le interesaba preservar la pureza de aquella transgresora violencia intelectual.
1. «Sticky Fingers»
Para muchos, fue uno de los mejores discos de los Rolling Stones y, en general, de la historia de la música. Y contó con una de las portadas más icónicas por cortesía de Andy Warhol. Presentaba la imagen provocativa de la entrepierna de un hombre en un par de jeans. Es más: el lanzamiento del LP original mostraba una cremallera real en los pantalones que si se abría mostraba unos calzoncillos y sugería algo más.
2. Portadas para Aretha Franklin, Diana Ross y John Lennon.
Antes de que Warhol se convirtiera en un fenómeno internacional, era un artista que casi mendigaba trabajo. Después se lo rifaban. Consciente del impacto visual que entonces tenían las carpetas de los discos, recibió no pocos encargos y diseñó –aunque muchos dicen que él solo puso la firma- trabajos como los de «Silk Electric», de Diana Ross, «Aretha», de Aretha Franklin, «Menlove Ave.», de John Lennon, o incluso el «Live at Carnegie Hall» de Liza Minelli.
3. El doble Elvis
Warhol era famoso por representar a celebridades en su trabajo y una de sus piezas más famosas fue «Double Elvis», una imagen dual del rey de la canción. Es notorio que Warhol siempre estuvo fascinado por los símbolos sexuales y entonces Elvis era lo más. Por eso, parecía tener todo el sentido que Warhol uniera su arte al del cantante de Tupelo.
4. El célebre desencuentro con David Bowie
Parecía natural que Warhol se encontrara en algún momento con ese otro adalid de la modernidad y la vanguardia que era Bowie. Pero la cosa no resultó como debería. Bowie no le conocía antes de que escribiera la canción «Andy Warhol» para su álbum de 1971 «Hunky Dory», que también incluía la hermosa «Song for Bob Dylan». Cuando los dos se conocieron por primera vez, Bowie tocó la canción para Warhol y este puso mala cara. En una entrevista posterior, Bowie diría: «Toqué la canción en The Factory cuando vine a Estados Unidos por primera vez y la odió. La detestaba. Dijo: ‘’Oh, uh-huh, está bien’'. Y luego simplemente se alejó».
5. Su relación amor-odio con Lou Reed
Lou Reed dijo una vez que Andy Warhol fue una figura inspiradora y un amigo durante toda su vida, aunque lo cierto es que la relación pasó por grandes baches. Cuando Valerie Solanas disparó a Warhol en el pecho en 1968, Reed escribió la canción «Andy’s Chest», aunque no sería publicada hasta años más tarde, cuando la incluyó en su legendario «Transformer». Por entonces, Warhol pensaba que Reed había vendido su arte en favor del espectáculo. Estuvieron tiempo sin hablarse. Ya en los ochenta, Reed dio un paso adelante y reivindicó poderosamente su figura.
6. Bob Dylan y la humillación
A mediados de los 60, Bob Dylan era «el hombre». Warhol estaba deseoso de conocer qué tenía ese paleto de Minnesota que finalmente se había convertido en el gran héroe de la contracultura estadounidense. Le invitó a The Factory y allí se plantó Dylan con su séquito. Warhol comprendió pronto que estaba ante un tipo de un carisma como no había visto antes. Le propuso hacer una prueba de cámara, pero había un problema: a Warhol no le gustaba pagar y a Dylan le encantaba cobrar. Llegaron a un acuerdo: el músico se llevaría un cuadro que de Elvis que acababa de ver. Warhol se sintió humillado al conocer años después que Dylan se lo había dado a su manager, Albert Grossman, a cambio de un sofá.
7. A Debbie Harry: «Sé tu misma, no importa qué»
Aquel Nueva York de finales de los 70 que alumbró una genuina forma de hacer punk era una ciudad para hombres. Warhol odiaba ese concepto de macho sobre las tablas y fue una auténtica inspiración para la carrera de Debbie Harris. «Sé tu misma, no importa qué», dijo una vez a la incipiente líder de Blondie. Y aquella extraordinaria muchacha, tan hermosa como llena de carácter, se convertiría en estrella. «Una de sus grandes habilidades era que era un muy, muy buen oyente. Se sentaba allí y lo absorbía todo. Su curiosidad era infinita. También fue un gran apoyo para los nuevos artistas», escribiría más tarde en su polémica biografía.
8. Director de un vídeo para los míticos The Cars
Es una de las historias menos conocidas sobre Warhol en relación con la música. Polifacético como era, en un momento se sintió atraído por el vídeo musical y asumió en 1984 el proyecto de dirigir el clip de la canción «Hello again» de The Cars. Era una oda al sexo y la violencia, temas de moda en aquel inicio de la explosión del canal MTV, especializado en la música. El clip incluso presentaba un cameo del artista luciendo su característico cabello plateado como cantinero. Nada memorable, por otra parte.
9. «Basquiat», sin rencores
A pesar de aquel desencuentro de los primeros años 70, David Bowie jamás guardaría rencor hacia Warhol y en múltiples entrevistas posteriores declararía que fue una gran influencia tanto en su música como en su carrera. Cuando llegó el momento de elegir a un actor para interpretar a Warhol en la película «Basquiat», de 1996, basada en la vida del artista Jean-Michel Basquiat, la estrella del rock se mimetizó de inmediato con el artista de forma tan sorprendente como admirable.
10. «Songs for Drella», una póstuma carta de amor
Solo alguien como Warhol podía volver a reunir a dos enemigos tan acérrimos como Lou Reed y John Cale. Ambos se sintieron en deuda con el artista y decidieron dejar a un lado sus cuitas personales por un momento para abordar la póstuma declaración de amor de «Songs for Drella». Un disco lleno de talento a reivindicar.