La gran cronopio Cristina Peri Rossi
La escritora, que acaba de ganar el Premio Cervantes, evocaba hace menos de un año su vida en “La insumisa”
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Aunque nació en Montevideo, en 1941, Cristina Peri Rossi lleva toda la vida en España. En su dilatada trayectoria ha obtenido el premio de poesía de la Fundación Loewe, el Ciudad de Barcelona, el NH Mario Vargas Llosa de relatos y el Quijote, concedido por la Asociación de Escritores de España, y el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso 2019. Hace un año justamente, en “La insumisa”, que publicó en la editorial Menoscuarto, evocaba su vida: «La primera vez que me declaré a mi madre, tenía tres años... Yo tenía propósitos serios: pretendía casarme con ella... constituir un matrimonio lleno de amor, ternura, comprensión y gustos compartidos...». Este es el inicio de un texto a medio camino entre lo narrativo y lo autobiográfico en que la uruguaya recorría sus años de infancia y juventud, con todas las incertidumbres que genera esa edad y con la crónica de sus deseos, fracasaos y triunfos.
En su haber, disfruta de traducciones de sus obras a más de veinte idiomas, y ha cultivado diferentes géneros literarios: la poesía con, por ejemplo, “Playstation” (2009) o “Las replicantes” (2016), de entre los diecisiete poemarios que ha publicado; la novela, como “La nave de los locos” (1984), “El amor es una droga dura” (1999) o “Todo lo que no te pude decir” (2017); el cuento, como “Habitaciones privadas” (2012) o “Los amores equivocados” (2015). Asimismo, siempre se la relaciona con uno de los autores representativos de las letras hispanoamericanas más importantes; da fe de ello su obra “Julio Cortázar y Cris”, del 2001. Una crónica de dulce amistad llena de complicidades literarias en los que surge un Cortázar muy atento y cariñoso, pues no en vano había dedicado a Peri Rossi quince poemas de la sección «Ars amandi» de su libro “Salvo el crepúsculo”, que vería la luz el año de su muerte.
Precisamente, la escritora uruguaya ofrecía en el año 2001, dentro de la colección Vidas Escritas de la editorial Omega, el volumen «Julio Cortázar. El gran cronopio», en alusión a su célebre obra «Historias de cronopios y de famas». Se trataba de una mirada íntima sobre la personalidad del autor de «Rayuela», así que el acercamiento biográfico estándar, por así decirlo, aún no se había cumplido. El argentino murió de leucemia, pero Peri Rossi lo cuestionó al sostener que en realidad la enfermedad sufrida por el escritor se debió a una transfusión de sangre contaminada, por motivo de la citada hemorragia, que le llevó de urgencia al hospital, insinuando al final que podría ser producto del sida.
En una entrevista del 2010, dijo que cuando tenía diez años, estuvo a punto de ahogarse, “y sentí que morirse podía ser fácil, rápido y poco doloroso. Otra vez, a los cincuenta, también estuve a punto de morirme, y en ese momento de extrema debilidad, lancé una carcajada: evoqué toda mi vida en un instante y me dieron unas ganas locas de reírme, todo carecía de importancia”. La vida le regaló años y años, literatura, y ahora el podio de un galardón que sabe a toda una trayectoria fecunda.