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Madrid salda una deuda con Burning

La capital coloca una placa en el barrio de La Elipa que celebra las vidas y aventuras musicales de Toño y Pepe Risi, los ángeles caídos de Burning, el grupo que sentó cátedra del rock español
La Raz

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Corren malos tiempos para el callejero madrileño, pero en esta historia no hay polémica. Bueno, en realidad sí que la hay, al final hablamos de ella, pero hay más de reparación, justicia y homenaje a la cultura del rock en la capital. En un barrio de casas baratas como el mío, de donde surge el mejor chef del mundo como una margarita de una grieta del asfalto, generalmente se celebran pocos laureles, pero cuando llegan saben a crema. Y en un cruce familiar y mortecino de calles, entre la Travesía de José Noriega y San Emilio, cabe la gloria de los héroes del rock & roll. Allí va a descubrir hoy el Ayuntamiento una placa en honor a Antonio Martín y José Casas, o mejor dicho, Toño y Pepe Risi, que recuerda que “en estas calles de La Elipa iniciaron sus aventuras musicales formando parte del grupo Burning”.
La Asociación de Vecinos La Nueva Elipa propuso una calle para el grupo o para sus miembros, en 2004. Parece que no han sido considerados para tal honor, pero en parte se reconoce una deuda sin pagar en estas fechas de plena ausencia de las fiestas del barrio. Por otro lado, bien sabemos en La Elipa quienes cogemos el metro lo que cuesta que sucedan cosas buenas en nuestras latitudes. Por supuesto que se merecerían dar nombre a un polideportivo o a una gran avenida, porque Burning fueron nuestros New York Dolls, nuestros Rolling Stones. Auténticos y malencarados. Y corazón puro, «actitud rock & roll» que representaba una manera de miles de entender la música que ya ha desaparecido. Tanto, que después nadie se atrevió a encarnar el personaje nunca más. Cantaban en un inglés inventado y tocaban de oído, pero qué importaba eso cuando dominas los acentos. Fueron los dionisos del rock y conjugaron una acepción del malditismo con declinación castiza. Toño falleció por una sobredosis en 1991 y a Pepe, el mismo día seis años después, se lo llevó una neumonía después de mil noches pasándolo fetén, como dijo Johnny Cifuentes, de vivir el rock hasta sus últimas consecuencias. Literalmente: llegaba en camilla con “Negrita”, su guitarra y así regresaba cuando acababa el concierto. Eso forma parte ya de la mitología del rock en España, porque antes de toda la amargura sentaron la cátedra del rock en español: “Mueve tus caderas”, “¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?”, “Jim Dinamita”, “Es decisión”... son muchas canciones inolvidables.
Cifuentes registró el nombre del grupo tras la salida de Toño en 1983, acto que causó el gran cisma para algunos de sus seguidores, que nunca le perdonaron la maniobra. Sin embargo, Risi siguió al frente de Burning con Cifuentes y tuvo tiempo de cantarle a su gran amigo en dos baladas desgarradoras, «Y no lo sabrás» y «Te quiero tanto». Pero después de tanto tiempo pervive la amargura: la placa recién instalada solo reconoce a Toño y Pepe, los Burning nacidos y residentes en el barrio de La Elipa (Cifuentes es de Carabanchel) pero no se trata solo de una absurda cuestión geográfica: siguen sangrando las mismas heridas que hace tanto tiempo dejó la muerte.