Luis Fonsi: “He cometido muchos errores, pero el público es un juez justo”
Después de su “Despacito” y su “Calypso”, uno de los reyes de la canción del verano ha encontrado su sitio en nuestro país como “coach” de La Voz
Reventó el mercado internacional con una canción en español como nunca en la historia. Sigue siendo la canción en castellano más reproducida de la historia y supuso el cénit del género musical que ha sido hegemónico en el mundo en los últimos tres años. Luis Fonsi nació en Puerto Rico, se crio en el «gringo» y ahora es medio español. Es profesor en el programa «La Voz» y le da vergüenza bailar en público, lo cual consuela mucho. Publica un tema, «Bésame», que no respeta las medidas sanitarias de distancia social..
-¿Para qué sirve el reguetón sin discoteca?
-Puedes bailar en tu casa, con tu pareja. Yo de hecho cuando voy a las discotecas no bailo nunca, soy de hacerlo en la cocina, con una botella de vino. Ahí es donde mejor se baila.
-¿Es por vergüenza?
-Quizá. Yo voy a la discoteca y me quedo en la esquina. Yo nunca he sido de los que van al centro y se rompen la cintura.
-Salir a la pista de baile es peor que salir a la pizarra a resolver la ecuación, con todos esos ojos...
-¿Es por la fama? hacer el ridículo delante de la gente...
-Nah, yo soy tímido por naturaleza, no por ser famoso o lo que sea. Llamar la atención no me gusta, pero no actúo diferente por ser conocido. No. El que ves es el que está en mi casa, el que va a la «disco» y el que cuida de sus hijos. Soy una sola persona y eso es lo que hago.
-Hay artistas que en el escenario no tienen vergüenza, pero en su vida privada, sí.
-Me pasa. Y que es más fácil cantar ante un público de 20.000 que de 200. Cuando sientes el silencio o sientes las caras y los ojos mirándote, eso intimida mucho más que cuando esa sombra de gente que no identificas. Me pongo histérico cuando canto en Puerto Rico. Los nervios son traidores.
-Mi padre me pregunta que a ver si me entero de cuándo se pasa de moda el reguetón.
-Ojalá nunca. Yo no lo creo. Lo que ha conseguido la música latina en los últimos años gracias al género urbano tengo que agradecerlo. A mí me ha ayudado y tiene mucho que ver con las plataformas digitales. La gente tiene la libertad de escuchar. Yo escuchaba la radio, lo que ponían y ahora los chamaquitos eligen lo que quieren oír. Tienen el poder que antes tenía un programador o una disquera. Lo que viví con el «Despacito» en EE UU, donde no lo entienden, pero se gozan el sabor y el ritmo... Es algo que no necesita idioma y no tiene bandera.
-¿Sintió el abismo después de «Despacito»?
-Naaaaah. Nada. Subió la canción, yo no. Sigo siendo el mismo «huevón» de siempre. Es que aquello no fue mi primer hit. Sí que fue el mayor, porque lo ha sido de toda la música en español, claro. Si hubiese empezado en 2017 y esa fuera mi primera canción, estaría insoportable. Pero como ya había vivido el éxito y el fracaso, uno lo ve con otro lente y lo aprecia con más humildad y lo agradece más. ¿Me lo gocé? Sí. Marcó mi vida, un antes y un después, brutal. Pero el Fonsi que conocías en 2015 a ahora es el mismo. Yo estoy aquí por la música y no por la fama.
-¿Por qué no se ha retirado para siempre a vivir en Puerto Rico como un rey?
-Yo quiero vivir como un rey, siempre y cuando esté haciendo música. La fortuna es la felicidad interna. Yo ya tengo muchísimo más de lo que hubiese soñado y con todo y eso lo que me llena son dos cosas en este orden: mi familia y mi música. Cuando eres joven, quieres tener un gran coche, un buen reloj... y luego te das cuenta de te llenan tus hijos y estar en el escenario. Y ya sé que suena cursi.
-Usted no canta mal, pero...
-¡Gracias!.
-...tanto como para ser coach de la voz... ¿Se puede enseñar a cantar al que no tiene la voz de Sinatra o Raphael?
-Mira, nadie es Sinatra ni Raphael y, con mucha humildad, nadie es Luis Fonsi. Cantar es expresar y compartir emociones. Es gracioso, porque yo estudié música clásica y tengo un bachillerato en eso y soy, fui y sigo siendo «friki» del estudio de la voz. Yo estudié clásica sabiendo que era el anticlásico. Todos mis compañeros era estudiosos y yo llegaba cansado de la fiesta de la noche anterior.
-¿Por qué lo hizo?
-Porque quería aprender a leer y escribir música, ser arreglista, y saber de cómo funciona la voz. Me esforcé. Y lo interesante de ser «coach» en «La Voz» es que uno no es maestro, yo no enseño a cantar. Ayudo desde mi humilde punto de vista a sacar lo mejor, o, si tienes una manía, quitártela.
-¿Para ser maestro cuánto hay que haber metido la pata antes?
-Yo he cometido muchos errores, por eso no soy juez, ni maestro, pero sí compañero. Para hacer el camino junto con otro artista. Y al final ya no podemos hacer más, es el público el que decide. Cada día tienes el examen del público, cada canción,
-Pasa más tiempo en España, por diversas razones ¿Cómo se siente aquí?
-Mira, los artistas siempre dicen (finge una voz) «ésta es mi segunda casa» y tal... en cualquier país donde les preguntan. Pero es que España es mi segunda casa. Tengo casa, tengo familia aquí. Mi esposa es cordobesa, mis hijos son españoles, mi suegra está ahí haciéndome croquetas... esta es mi casa. Tengo mi gimnasio, mi tiendita, los padrinos de mis hijos viven en el edificio de atrás. Así me siento y así me hacen sentir, me han recibido así. He vivido en México, en Chile, en Venezuela, y tengo conexión con países, alguna más especial y uno sabe con cuáles conecta más, aunque sea un poquito. Pero esta es mi casa. Vengo por motivos de trabajo pero también porque quiero. Porque a mí, si me das una croqueta y un vaso de vino...