Crítica de “Ejército de los muertos”: largo adiós a “Zombilandia” ★★☆☆☆
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Dirección: Zack Snyder. Guion: Zack Snyder, Shay Hatten, Joby Harold. Intérpretes: Dave Bautista, Ella Purnell, Ana de la Reguera, Omari Hardwick. USA, 2021. Duración: 148 minutos. Acción/Terror.
A Zack Snyder le gustan los cambios de velocidad. De los ralentís densos e irónicos de sus títulos de crédito -con ‘showgirls’ emplumadas con la mirada inyectada en sangre como postal de recuerdo- a la rapidez maníaca, como de acróbata del Cirque du Soleil, de sus zombis-alfa. En el intermedio, solo queda un cierto vacío cinético, un limbo de fallidas dinámicas dramáticas, en las que todo se para y a la vez todas las películas que “Ejército de los muertos” quiere ser salen a la luz. Ahí está su veneración por el superhombre nietscheziano, halterofílica encarnación de la ambigüedad del mal en la Tierra; su obsesión por inaugurar sagas superheroicas cuanto más corales, mejor; sus fallidos intentos de hacer una comedia de atracos, una especie de “Ocean’s Eleven” desparramada por las ruinas de Las Vegas que, a veces, deriva en una versión cazurra de “1997, rescate en Nueva York” (los parecidos razonables con el esqueleto argumental de “Península”, la secuela de “Train to Busan”, son espeluznantes); la estructura narrativa del videojuego estilo “Resident Evil”, que transita espacios, salva obstáculos y cumple misiones para que los protagonistas lleguen al lugar de escondite del tesoro, en esta ocasión una cámara acorazada con millones de dólares; y el melodrama paternofilial, en el que el sentido de la pérdida y el sacrificio remiten a la relación de Bruce Willis y Liv Tyler en “Armaggeddon”.
De las dos horas y media de “Ejército de los muertos” podrían exprimirse cinco o seis películas, y seguramente ninguna de ellas sería de zombis. Tal vez Zack Snyder crea que ya dijo su última palabra sobre el tema en su extraordinaria ópera prima, “Amanecer de los muertos”, aunque demuestra que aún podría aportar ideas interesantes al género. La escena de los zombis renqueantes durmiendo en la oscuridad sería un buen ejemplo de ello; la feliz ocurrencia -que, cosa extraña, nunca se materializa- de que los zombis fosilizados por la luz del sol puedan resucitar con la lluvia, sería otro. Sin embargo, Snyder no está interesado en hacer esa película. Ampuloso, excesivo, barroco, prefiere dedicarle más atención a sus zombis-alfa, que son una versión imberbe de los simios que conquistaron la Tierra bajo el mandato de Andy Serkis, y a la deriva desnortada de sus personajes, con un tigre-zombi como memorable artista invitado. Qué se puede esperar de un filme que piensa que la causa primera del Apocalipsis fue una felación.